Rafael Guzmán García,psiconeuroinmunólogo clínico, autor de ‘Cómo llegar joven a viejo’:

“No envejecemos por habernos movido sino por no movernos”

Tengo 52 años cronológicos, 37 metabólicos. Hago ayuno intermitente de 13 a 16 horas; hasta 48 el cuerpo no frena el gasto calórico. Soy doctorando en Psiconeuroinmunología en la Universidad de Granada. Los autónomos sufrimos la mitad de bajas por enfermedad que los asalariados: la causa está en el cerebro. (Foto: R. GUZMAN-E.PLAA)

Me dicen que mis rodillas envejecen por el uso...

El peligro de esas admoniciones es que se unen a nuestro instinto primario de ahorrar energía... Somos comodones.

...Y a quedarnos en el sofá con el móvil.

Pero lo cierto es que no envejecemos por habernos movido ya mucho, sino por habernos dejado de mover lo necesario.

¿Por qué?

Porque somos seres del s. XXI en cuerpos prehistóricos evolucionados para moverse: o devorabas o te devoraban. Hoy con cada vez menos ejercicio lo conseguimos todo.

De niño iba a cambiar de canal la tele...

El mando a distancia envejece. Nuestro cerebro reptil sigue premiando el ahorro energético y el cuerpo envejece al no moverse.

¿El sol envejece o rejuvenece?

La exposición excesiva al sol genera oxígeno singlete, que causa manchas en la cara; pero también la melanina, poderoso antioxidante, para protegernos. Hay que exponerse poco a poco, día a día, sin hincharse de cremas.

Broncearse, pero piano piano .

Y estarás sano, la máxima expresión de estar guapo, si al sol añades una alimentación rica en antioxidantes y ácidos grasos poliinsaturados de la familia omega-3: carne de pasto, pescado de captura, frutos secos crudos...

¿Peces y ganado criados en granja son como nosotros con el mando a distancia...?

¡Levántese! Cinco sentadillas...

Vale, vale, ¡arf!, ¡buf!

Llevábamos ya 30 minutos sentados y nuestro cuerpo necesita movimiento. Estos intervalos de ejercicio marcarán diferencia en su salud y senectud. Y añádales una dieta de verdura de temporada rica en betacarotenos, otro antioxidante protector del sol.

¿Usted es amigo del alba?

Y del atardecer para empezar a tomar el sol –mejor desnudo–, así recibirá todo su espectro de la luz anaranjada de alba y ocaso que prepara la piel y activa los genes gene­radores de sustancias químicas que nos protegen de los ultravioletas del pleno sol. El sol nos ayuda en la prevención de enfer­medades.

Por la vitamina D, nos decían en el cole.

La vitamina D nos la aporta el sol y es anticancerígena, y además con el sol generamos serotonina, filagrina, ácido nítrico… que protegen nuestra salud... Pero sin quemarnos. El sol, sí, pero poco a poco.

¿Cuánto podría vivir un ser humano?

Entre 110 y 120 años es el potencial de nuestra especie.

¿Una esperanza de vida centenaria?

Esperanza de vida es un concepto puramente estadístico. Si hay mucha mortalidad infantil en un país, esa media será baja; pero eso no impedirá que en él muchos lleguen a centenarios con salud. He visto pobladores muy ancianos de la selva centroamericana emplear con fuerza y destreza sus machetes.

¿Cuántos años tenemos?

Tenemos varias edades además de la cronológica, que cuenta las vueltas que hemos dado al sol. Está la edad biológica, que se puede contar de muchas maneras; pero la más rigurosa es medir los telómeros, las puntas de nuestros cromosomas, que se van acortando a medida que se van replicando las células.

¿Se puede frenar ese acortamiento?

Los tres factores que influyen sobre su longitud son el metabolismo, nuestra cognición y el sistema inmunológico. La del metabolismo sería la edad metabólica: nuestra capacidad de gestionar energía, distribuirla, gastarla y almacenarla; la edad cognitiva mediría la memoria, concentración, cómo están las conexiones neuronales, inteligencia, velocidad al resolver problemas…

¿Puedo medirla sin un laboratorio?

Sí, porque guarda mucha relación con el sentido del olfato, que se va perdiendo a medida que se pierden capacidades cognitivas; y luego nos queda la edad inmunológica...

¿Por qué los autónomos tienen un 50% menos de bajas laborales?

Porque cuando percibe que está en peligro el sustento el cerebro inhibe parte del sistema inmune y esa inmunosupresión parcial impide que se generen síntomas que al asalariado –que no percibe ese peligro– sí le llevan a causar baja por enfermedad.

¿Los no activos sufren más bajas?

Cuando te jubilas o estás de vacaciones el cerebro sabe que no peligra el sustento y permite al sistema inmunológico generar sín­tomas asociados al infarto, cáncer, dolores articulares...

El infarto al llegar al Caribe es clásico.

Antes de sufrirlo hay que recapacitar y valorar la presión psicoemocional del trabajo.

¿Suplementos?

Aquí tenemos tal diversidad de alimentos: pescado azul, brócoli, granada, aceite de oliva virgen prensado en frío, alcaparra, cardo mariano... Hay de todo. Así que si duermes bien, haces ejercicio, comes bien y tienes una vida con un contexto medianamente positivo no necesitas suplementos.

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