Antonio Orozco,compositor y cantante:

“Tenía tanto miedo de perder lo que logré que me perdí a mí mismo”

Tengo 52 años. Nací en l’Hospitalet de Llobregat y vivo en Sitges. Tengo pareja y dos hijos: Jan (18) y Antonela (3 años y 7 meses ). Me gusta eso del gobierno de la mayoría, hay que adaptarse. Desde que fui al Himalaya me atrae el budismo, porque me ha aclarado muchas cosas, pero mi familia es católica practicante. (Foto: Àlex Garcia)

Muchos cantantes acaban desquiciados, ¿por qué?

Ahora lo sabemos por las redes, pero a mí me da la impresión que desquiciados lo estamos todos en estos tiempos.

¿La fama tiene un punto perverso?

Un día mi hijo me dijo: “Papá, te has pasado media vida intentando que la gente te conozca y la otra media que no te reconozcan”.

Le conoce.

A alguien se le ocurrió ponerle una cámara de fotos a un teléfono y ahí acabó mi libertad y la de mucha gente: una mala foto triunfa.

¿A usted qué le pasó?

Lo que le pasa a la mayoría de las personas que se exceden trabajando y dedican poco tiempo a sí mismas. Tuve un colapso físico y emocional.

Enfermó.

Sí, tras diez años consecutivos sin parar, de país en país, tenía un cuadro de estrés severo. El cuerpo avisa, pero no le hacemos caso. Seguí y seguí hasta que en un concierto en Bruselas me mareé en el escenario.

¿Ahí paró?

Para soportar la distancia, la soledad y la exposición, debes tener una gran capacidad de gestión. Hay contrastes muy fuertes: pasas de estar con miles de personas a estar solo en la habitación de un hotel durante meses.

¿Llegó a tener problemas con su físico?

Pesaba 127 kilos, y eso en mi mundo es un despropósito. Tengo predisposición a engordar. Me he pasado la vida a dieta y 12 años en La Voz viendo como engordaba sin comer más de lo debido. Sufría por ello, como tantas personas, por eso vale la pena contarlo.

¿Era ambicioso?

Sí, y autoexigente. Al cabo de cinco minutos de darme un premio ya no me valía. Tienes que estar constantemente demostrando que sigues estando ahí, la industria de la música es así, cada proyecto empieza de cero.

Pero acumulas reconocimiento.

El problema es juzgarte constantemente a ti mismo, y yo no fui capaz de salir de esa rueda.

¿Su pasión le pasó factura?

Estamos hablando de una carrera de 25 años en los que ha habido momentos superdifíciles. Los principios fueron muy bonitos, pero hay muchas cosas que no volvería a hacer.

¿Por ejemplo?

Recorrerme México cuatro veces solo con una guitarra. Yo soy informático y músico por vocación, me sentía un impostor. He escrito canciones desde niño, y nunca pensé que a alguien le pudiera interesar.

¿Qué ha sido lo mejor y qué lo peor?

La diferencia horaria y la distancia son lo peor, sentirme lejos de la gente que amo.

¿Los hijos lo acusan?

Cuando nació Jan y tuve que decidir si mi hijo viajaba conmigo. Su madre murió cuando tenía 7 años, menos mal que tengo una familia fantástica. Pero ahí es donde empiezan un montón de conflictos personales. Yo he viajado desde la otra punta del mundo, ida y vuelta, para ver un partido de fútbol con él.

Tocó fondo.

Sí, y paré, tuve mucho más tiempo y me volví metódico: deporte, buena alimentación, y las horas de componer. Me concentré en escribir el mejor disco de mi vida y creo que lo conseguí.

¿Qué le ha devuelto la salud?

La perspectiva y pedir ayuda psicológica y física, porque ya no controlaba mi vida, no respetaba las horas de sueño, de comida. Vas de un país a otro y te abandonas, pierdes la orientación, así que me puse en manos de gente que sabe.

¿Su vida ha cambiado?

Sí, he pasado de hacer 90 funciones al año a 25. Dedico mucho más tiempo a estar con mi familia, trabajo más desde casa y soy más productivo.

Hay quien piensa que este tipo de problemas son imaginarios.

Yo lo pensaba. Tenía tanto miedo de perder lo que había conseguido, que era muy vulnerable. Ahora elijo, ningún ejecutivo me dice lo que debo hacer. Por primera vez canto cuándo y dónde quiero, no hago entrevistas con quien no quiero. A veces me equivoco, pero tomo mis decisiones.

La montaña y un velero le han ayudado.

La Cerdanya es mi remanso, y el velero me da libertad. He hecho alguna gira en velero.

¿Solo y de un concierto a otro?

Sí. El mar te vuelve humilde y austero, aprendes a vivir con pocas cosas. Me compré un barco de 6 metros de eslora con el que he dado la vuelta a España tres veces.

¿Cuál ha sido su mayor aprendizaje?

Al levantarme me digo: “Va a ser un día estupendo”, luego a veces es una mierda, pero he comprobado que la actitud ayuda a ver el día bonito. Si estás predispuesto a que no lo sea, seguro que no lo va a ser.

¿Cuál ha sido la sorpresa al mostrar su vulnerabilidad en un libro?

Descubrir que hay miles de personas como yo. En general somos gente con dudas, con muchas preguntas y con pocas respuestas.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...