Jaime Rosales,director de cine:

“He hecho una de las mejores películas del mundo”

Tengo 55 años. Nací en Barcelona y vivo en Madrid. Soy, más que cineasta, “celuloidista”: filmo en celuloide. Estoy casado y tengo dos hijas, Leonor (21) y María (18). ¿ Política? Soy monárquico y liberal. ¿ Creencias? Soy cristiano. Juego al pádel y bailo: adoro las fiestas con copas. (Foto: Ana Jiménez)

¿Rueda películas en celuloide?

No vivo en el universo digital.

Filmar es más caro que grabar.

Y eso obliga a pensar más.

¿En qué es distinto filmar a grabar?

En lo mismo que una escultura de mármol a una de plástico.

¿Con su cine usted esculpe, pues?

Soy “celuloidista”: con celuloide todo es más denso.

¿Cómo empezó en el cine?

Tuvo que ver mi angustia de muerte.

¿Temía morir?

Como hijo único, de niño jugaba solo. Y a menudo me embargaba esa angustia: moriremos, morirán mis padres, moriré yo... Sentía una intensa conciencia de finitud.

¿Y cómo la capeaba?

¡Rezaba! La religión entrenó mi sensibilidad hacia lo espiritual.

¿Y eso tiene que ver con el cine?

La experiencia artística es espiritual. ¡El cine es espiritual, por supuesto!

Dígame una obra de arte que le eleve.

Las manzanas de Cézanne. Una novela de Dostoyevski. El extranjero de Camus...

Y el cine ¿cuándo le llegó?

Mis padres proyectaban en la pared del jardín películas de Tarzán, de los hermanos Marx... ¡Ah, qué placer inmenso!

No lo ha olvidado...

Luego alquilé películas en VHS, que veíamos en casa. Más tarde iba a los cines Capsa, Casablanca... Así el cine se convirtió en el arte que más y mejor conocí.

Y decidió dedicarse al cine.

No: me matriculé en una escuela empresarial. Pero la compaginé con el cine: estudié cine en La Habana...

¿La Cuba de Castro?

Sí, y siendo estudiante tuve ocasión de saludarle: fue simpático. Es la persona más carismática que he conocido.

¿Cuándo rodó su primera película?

Hace veintidós años, en el 2003, Las horas del día : un asesino en serie retratado de modo hiperrealista, un tipo corriente que vive en El Prat con madre, novia, trabajo...

¿Fue bien recibida?

Sí, con premio en Cannes. Tres Goya tuvo la siguiente, La soledad (2007), vida y muerte de dos mujeres: retraté mi angustia de muerte. Ahí empleé la “polivisión”.

Cuénteme qué es la “polivisión”?

Pantalla partida; ves una misma escena desde dos ángulos. Exploré la experiencia del dolor. Luego rodé algo que molestó a todos, Tiro en la cabeza : un etarra asesina en una cafetería, pero lo filmé todo a distancia, desde lejos.

Delicado asunto.

Después acometí una experiencia fílmica radical, Sueño y silencio : los actores no sabían nada sobre el contenido del guion y reaccionaban en el momento de rodar cada escena, y además era en toma única y plano secuencia. Me prohibí todo control.

Y que pase lo que Dios quiera.

Considero que es una de las tres mejores películas de la historia del cine en España.

Y las otras dos serían...

El sur y alguna otra.

No está bromeando, veo.

Claro que no. La película fue un gran fracaso industrial. Y me abocó a una espiral autodestructiva. Iba ya a tirar la toalla...

¿Qué le salvó?

Hermosa juventud , película sobre una pareja desesperanzada por la crisis que ruedan una cinta porno. Me salvó. Luego Petra , tragedia clásica con Marisa Paredes.

¿Con innovaciones?

Uso el “plano ángel”: la cámara flota, observa y se va.

¿Y qué hizo después?

Firmé la película Los girasoles silvestres : ¡no estuve a la altura!

¿Qué quiere decir?

Tomé decisiones equivocadas, ¡muchas! Ves el error y, a la vez, no quieres verlo. Hay una inercia... y no puedes frenar.

Qué sincero.

Así he llegado a Morlaix , mi última película, de este año: rodé en un pueblecito de Francia, en francés, con actores adolescentes franceses.

Ya veo que le fascina el cine francés.

Allí el director es Dios, el Creador Único.

¿Qué cuenta Morlai x?

Chico panadero, chica que queda huérfana de madre. Ven en el cine una película idéntica a sus vidas... Morlaix es una película pequeña de gran fuerza espiritual.

Lo dice muy satisfecho.

He hecho una de las mejores películas del mundo. Me atrevo a arriesgar con libertad mi exploración del ideal de absoluto.

¿La muerte y la trascendencia, de nuevo, como motor del arte, de su cine?

Cuándo mis hijos preguntaban “papá, ¿qué hay después?”, yo enmudecía... Y es obligado buscar la verdad, la respuesta.

Y la verdad es...

Las manzanas de Cézanne.

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