Pornocracia digital
Semenzin fue víctima de violencia de género digital por parte de un exnovio cuando tenía 26 años, y su vida a partir de entonces se centró en investigar y denunciar el abuso sexual basado en la difusión no consentida de imágenes y vídeos sexuales privados que impulsó la ley italiana sobre el tema. “El próximo año saldrá un documental sobre mi caso, producido por La Kaseta y RTVE, pero durante años no lo conté porque me ha costado ser reconocida como experta y no como víctima”. Sus conclusiones son alarmantes, lo que empezó como una “broma” entre hombres se ha radicalizado y las redes sociales están llenas de rincones en los que los hombres intercambian fotos robadas de mujeres, cosificándolas, sexualizándolas, escribiendo barbaridades sobre ellas. “Es un fenómeno internacional, y cuesta que salga a la luz”.
En Italia, 30.000 maridos colgaban fotos de sus esposas.
Sí, fotos sexuales sin su consentimiento en una página de Facebook llamada Mia moglie. Lo escandaloso fue que no entendíamos por qué tanto escándalo: existen sitios mucho peores en la web.
¿Cómo cuál?
Phica.net. Casi un millón de hombres compartían fotos y vídeos sexuales de mujeres sin su permiso. A menudo eran grabaciones ocultas, con cámaras escondidas en gimnasios, tiendas o colegios. Incluso enseñaban a otros hombres cómo hackear cámaras.
¿Todo sin consentimiento?
Algunas fotos eran compartidas privadamente con sus parejas, pero no para su difusión. También hay secciones donde se usa IA para crear desnudos de mujeres que nunca se han fotografiado desnudas.
¿No es pueril?
También en Phica.net había una sección para compartir fotos de esposas, y otra con consejos sobre cómo drogar a las mujeres.
¿Cómo llegó a estos grupos?
Investigo desde el 2018. Me infiltré en estos espacios para entenderlos, y lo que descubrimos fue inquietante: para muchos hombres cosificar a las mujeres es como consumir porno, no se consideran violentos, creen que es un juego entre amigos machotes.
¿Acaso no lo es?
La misoginia se ha radicalizado. Si antes era una “broma”, ahora es una forma explícita de control: desnudar a las mujeres para humillarlas, silenciarlas, vengarse si les dejan o si son mujeres con voz pública.
¿Qué tipo de contenidos comparten?
Fotos robadas, vídeos íntimos, datos personales: teléfonos, direcciones. Algunos hombres se masturban sobre las imágenes y se lo envían a las mujeres. Es acoso.
¿En qué países ocurre?
Es un fenómeno global. En Alemania detectaron un grupo de Telegram con 70.000 hombres. En España también hay varios. Y en Italia, la situación es especialmente grave.
¿Qué consecuencias tiene para las víctimas?
Las tratan como si fueran ellas las criminales, las provocadoras. Pierden trabajos, amigos, respeto. Se sienten culpables, estúpidas, juzgadas. El 51% piensa en el suicidio.
¿Ha sido usted víctima?
Sí. Mi expareja grababa y compartía vídeos robados míos y de otras chicas –hechos con cámaras ocultas– en un grupo llamado Mujeres todas putas. Me costó años contarlo. No quería que me vieran como víctima, sino como experta.
Qué mal trago.
Un día vi en su ordenador fotos de chicas y comentarios asquerosos del tipo: “Esta zorra se merece la violación” (comentarios muy habituales). Me dio muchísimo asco. Seguí mirando y encontré mi carpeta y la de otras 30 chicas, novias del grupo de amigos.
¿Y qué hizo?
Impulsé y conseguí una ley en Italia para criminalizar la difusión no consentida de imágenes íntimas. Pero la ley no ha frenado el fenómeno.
¿Un fenómeno cultural?
Sí. Creo que la pandemia combinada con la llegada de movimientos reaccionarios muy agresivos, en que el tema de las mujeres y del feminismo es uno de los objetivos principales a atacar, ha fortalecido este tipo de movimientos.
¿Qué se necesita entonces?
Un cambio cultural. Enseñar desde niños qué es el consentimiento, qué es la libertad sexual, qué significa el feminismo. Y regular la tecnología, que va más rápido que la ley.
¿Y mientras tanto?
Hay colectivos que ayudan, como FemBloc en España. Porque las mujeres quedan muy tocadas, a muchas su entorno las trata como si fueran putas, mientras al hombre lo celebran como un machote.
¿Cómo se sale de ahí?
No hay forma de borrar por completo las imágenes una vez que se difunden. El daño es continuo, masivo y colectivo. Es una violencia que no se detiene.
Terrible.
Por eso, durante muchos años pensamos que no era real. Y yo creo que, aparte de ser más que real, a veces puede ser incluso peor que otras formas de violencia, porque tus fotos están ahí, no sabes quién las ve y quién no las ve, y ocurre a nivel masivo.
¿La misoginia se ha radicalizado?
Según los datos que tenemos se ha radicalizado mucho. Si antes se normalizaba como un juego entre hombres, hoy se reivindica como una forma de control sobre las mujeres. Finalmente es un ejercicio de poder, de volver a poner a las mujeres en su sitio.
Debió de haber muchos divorcios tras el caso Mia moglie …
Muchos más ojos se metieron en la aplicación, las fotos se hicieron virales, y muchas mujeres tristemente se reconocieron.
