“La guerra carlista dejó una profunda huella que aún podemos leer en el paisaje y en la memoria de muchos pueblos catalanes”

HISTORIA Siglo XIX

Un proyecto liderado por David Cao, profesor del Departamento de Historia y Arqueología de la Universidad de Barcelona, recupera monumentos, conmemoraciones y topónimos vinculados a la tercera guerra carlista en Cataluña

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Un equipo de investigación liderado ha iniciado un proyecto pionero para identificar y estudiar la memoria material y simbólica que la tercera guerra carlista (1872-1875) dejó en Cataluña

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Un equipo de investigación liderado por el profesor del Departamento de Historia y Arqueología de la Universitat de Barcelona (UB) David Cao y por el Patronato de Estudios Osonenses ha iniciado un proyecto pionero para identificar y estudiar la memoria material y simbólica que la tercera guerra Carlista (1872-1875) dejó en Catalunya.

La tercera guerra Carlista fue la más significativa de las tres que sucedieron durante el siglo XIX. Esta estalló debido a la abdicación de la Reina Isabel II y a la inestabilidad política que le siguió. Carlos VII (Carlos de Borbón y Austria-Este) fue el líder y principal instigador de esta revuelta, destacando por una mayor organización que en los anteriores conflictos, además de disponer de un apoyo considerable en el País Vasco y Navarra. Aunque inicialmente lograron varios éxitos militares, la falta de un apoyo más amplio y la capacidad del gobierno liberal para organizar una resistencia efectiva llevaron a su derrota.

Es excepcional que una población pirenaica como Puigcerdà tuviera ya en la década de 1880 dos monumentos públicos dedicados a este pasado bélico”

David CaoProfesor del Departamento de Historia y Arqueología de la Universitat de Barcelona

El equipo investigador ha documentado más de sesenta memoriales entre monumentos, conmemoraciones y nombres de calles, escampados por diecisiete comarcas catalanas.

Se trata de un trabajo meticuloso que ha contado con la colaboración activa de diversos centros de estudios locales, archivos comarcales e instituciones de investigación patrimonial: el Patronato de Estudios Osonenses, el Instituto de Estudios Ampurdaneses, L’Espitllera Fórum de Estudios Segarrenses, el Patronato de Estudios Históricos de Olot y Comarca, el Centro de Estudios Comarcales del Ripollès y el Centro de Estudios de Granollers.

Un equipo de investigación liderado por el profesor del Departamento de Historia y Arqueología de la Universidad de Barcelona David Cao y por el Patronato de Estudios Osonenses ha iniciado un proyecto pionero para identificar y estudiar la memoria material y simbólica que la tercera guerra carlista (1872-1875) dejó en Cataluña

El equipo investigador ha documentado más de sesenta memoriales entre monumentos, conmemoraciones y nombres de cales, escampados por diecisiete comarcas catalanas 

UB

El análisis se basa en fuentes como ahora la prensa de la época, documentación municipal, archivos parroquiales, registros militares o fotografías históricas. Además del valor histórico y patrimonial, el equipo de investigación destaca la complejidad metodológica de un proyecto de estas características. “En el momento de documentar todos estos elementos memoriales, hemos recurrido a fuentes muy diversas”, explica Cao. Esta diversidad ha requerido la complicidad de archivos y entidades locales, ya que, tal como añade el profesor, “la presencia de esta memoria en el territorio es bastante capilar”.

Uno de los aspectos más reveladores de la investigación ha sido la comprobación de que las conmemoraciones carlistas convivieron, durante décadas, con otras memorias rivales. Esta superposición dio lugar a verdaderas “guerras de memorias”, con episodios de violencia simbólica y tensión política. “Tenemos identificadas numerosas muestras de oposición a las iniciativas memoriales liberales y republicanas, y eso nos revela que estos pasados recuperados para el presente podrían tener a la vez capacidades de cohesión y división”, explica Cao.

El carlismo supo conectar con el catolicismo militante y transmitir su memoria a través de redes familiares y comunitarias”

David CaoProfesor del Departamento de Historia y Arqueología de la Universitat de Barcelona

Entre los ejemplos más destacados, el equipo ha documentado el monumento al general Cabrinetty en Puigcerdà, destruido en 1936, o el de Llaés, vinculado al fusilamiento de carabineros en 1874. También destacan las conmemoraciones que se hacían anualmente en Cervera y Puigcerdà, y que en algunos casos perduraron hasta 1936. “Es excepcional que una población pirenaica como Puigcerdà tuviera ya en la década de 1880 dos monumentos públicos dedicados a este pasado bélico”, subraya Cao. “Y, en el caso de Cervera, calles como Combat o Porta de la Victòria aún conservan la memoria de aquellos enfrentamientos”, añade.

El proyecto también permite romper ciertos tópicos asociados al carlismo. Si bien siempre se ha relacionado al carlismo con el mundo rural y conservador, esta investigación pone de manifiesto de que en realidad se trataba de un fenómeno ampliamente extendido, también en entornos urbanos. “Las partidas armadas carlistas actuaron en poblaciones como Mataró, Igualada, Terrassa o Granollers entre 1872 y 1875”, recuerda Cao.

“Hay que huir de la idea de que el carlismo fue un movimiento unívoco: históricamente ha sido plural”

Lejos de ser un movimiento anecdótico o marginal, el carlismo tuvo una influencia profunda en la sociedad del siglo XIX. “Las guerras carlistas no son únicamente conflictos dinásticos. Forman parte de una dialéctica de revolución y contrarrevolución que acompaña a la construcción del mundo contemporáneo”, relata Cao. Estudiarlas nos acerca a cuestiones centrales como la politización de las clases populares, la construcción del Estado liberal español o la creación de imaginarios colectivos con gran capacidad de perdurabilidad”.

Por eso, insiste en que el carlismo se tiene que entender como un componente estructural de la historia contemporánea. “Es un movimiento de larga duración, con capacidad de adaptación y transformación, que supo conectar con el catolicismo militante y que transmitió su memoria a través de redes familiares y comunitarias”. “Hay que huir de la idea de que el carlismo fue un movimiento unívoco: históricamente ha sido plural”, sentencia.

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