Todos los caminos no conducen a Roma, pero el Imperio Romano sí fue el principal impulsor de una red de carreteras que cubría una extensión de decenas de miles de kilómetros por toda Europa, Asia Menor y el norte de África. La Via Augusta (que conectaba los Pirineos con Cádiz) o la Vía de la Plata (de Mérida a Astorga) eran algunas de las más importantes.
Para recuperar ese fabuloso legado, un grupo de investigadores liderado por expertos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y la Universidad danesa de Aarhus han publicado el mapa más detallado y completo que existe sobre el sistema viario de época romana.
La época de máxima extensión
La red viaria romana creada por Itiner-e
El conjunto de datos del proyecto Itiner-e casi duplica la longitud de las carreteras romanas reunidas hasta ahora en un solo recurso, cubriendo casi 300.000 kilómetros de vías -el equivalente a siete vueltas al mundo, que tiene una circunferencia de 40.075 kilómetros- en la época de máxima extensión (alrededor del año 150 d.C.), según explican en un artículo publicado en la revista Nature Scientific Data.
“Itiner-e permite entender cómo el sistema viario romano estructuraba el movimiento de personas, bienes, ideas e incluso enfermedades en la antigüedad”, explican los autores del estudio.
Las carreteras eran a menudo pavimentadas en las zonas de tráfico intenso que conducían a las grandes ciudades, como en la entrada de Timgad (Argelia)
“Su alta resolución permitirá nuevos estudios computacionales sobre la conectividad, los costes de transporte y el control administrativo de este amplio territorio, así como investigaciones sobre el desarrollo milenario de la movilidad terrestre en Europa, el norte de África y Oriente Próximo”, destacan.
El proyecto sintetiza siglos de investigación arqueológica e histórica en un solo mapa digital de alta resolución con un conjunto de datos que amplía la red conocida de 188.555 a 299.171 kilómetros.
Las carreteras romanas a través de los pasos de montaña que conducen a Delfos, en la antigua Grecia
Este incremento proviene de una mayor cobertura de regiones poco documentadas y de una mayor precisión para adaptarse a los pasos de montaña sinuosos y los corredores naturales que antes se calculaban en base a simples líneas rectas.
Para crear el nuevo mapa se han identificado carreteras romanas a partir de informes arqueológicos, fuentes históricas como el Itinerario de Antonino (un texto que se supone que es del siglo II y en el que aparecen recopiladas las rutas del Imperio) y la Tabula Peutingeriana.
La copia más antigua que se conserva de esta Tabula que cubre Europa, partes de Asia y África del Norte la realizó el monje Colmar en el siglo XIII. El original se cree que fue hecho a partir del siglo IV, ya que aparece la ciudad de Constantinopla, que se refundó en el año 328.
Toda la información recopilada se ha georeferenciado utilizando mapas topográficos modernos e históricos, imágenes por satélite y otros datos de teledetección antes de ser digitalizada manualmente. Itiner-e permitirá, además, que otros investigadores pueden incorporar los datos de sus estudios manteniendo la autoría de sus datos.


