Desde agosto, un grito retumba en el valle de Benasque. “¡Baterías no!”, se lee en las pancartas que penden de ventanas y balcones de piedra. En pleno corazón del Pirineo aragonés, la instalación de varias plantas de almacenamiento energético ha puesto en pie de guerra a vecinos y ayuntamientos. Lo consideran inadmisible por su impacto medioambiental en un territorio que vive del turismo de naturaleza y deporte y por los escasos beneficios que les reporta. “Es un atentado contra nuestro estilo de vida”, resume Manuel Mora, alcalde de Benasque.
A tan solo 50 metros de Anciles, una de las joyas arquitectónicas del valle que depende de Benasque, la empresa Matrix Renewables planea ocupar una hectárea con 104 contenedores dispuestos en 52 bloques dobles y una línea de alta tensión soterrada que pasa por la vecina Sahún para acabar en la subestación de Eriste. Y no es la única. Según la empresa, tienen otros cuatro proyectos en la zona –uno más en Sesué (100 MW) y tres en Castejón de Sos (80, 40 y 40 MW)–, que juntos suman una inversión inicial de 240 millones de euros.
Una empresa planea levantar hasta cinco proyectos en una zona considerada de especial valor ecológico y turístico
“Para ellos es un negocio redondo. Toman energía de la central hidroeléctrica cuando vale cero euros y la vierten en la red cuando esté más cara”, apunta el concejal de Sahún José Luis Rufat. Según explica, en los últimos años han venido al pueblo unas diez empresas más o menos “oportunistas” con proyectos similares atraídas por ese enchufe disponible, y todas se han topado con la negativa de vecinos y autoridades. “Nosotros vendemos paisaje, ¿Quién va a venir si lo destrozan?”, se queja.
Pero no solo es el impacto visual o los ruidos. También preocupa el peligro de incendios en una zona especialmente sensible. O que apenas pagarían impuestos ni generarían empleo, siendo además que esa energía tendría otros destinos. “Aquí no generamos distorsiones en la red, ya tenemos de sobra. Que la pongan en un polígono industrial, no en un enclave natural como este”, añade Mora.
En las últimas semanas, los vecinos han protagonizado concentraciones para mostrar su rechazo. Los nueve ayuntamientos del valle, de diferentes colores políticos, han suscrito un manifiesto de oposición y algunos han presentado alegaciones al proyecto, que está siendo tramitado por el Ministerio de Transición Ecológica, y modificaciones a su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Cuentan con el apoyo de ecologistas, la Diputación Provincial de Huesca o del Gobierno de Aragón, también de su lado.
Por su parte, desde Matrix lamentan la interrupción de la comunicación con los consistorios pese a los “repetidos llamamientos” para ofrecerles información, “aclarar dudas y generar entendimiento”. Defienden que proyectos como estos dan robustez al sistema eléctrico y que contemplan medidas para minimizar los impactos, como colocar pantallas vegetales, planes de reforestación o protocolos de prevención y seguridad frente a incendios.
Sin embargo, por muchas medidas que presenten, en el valle no quieren ni oír hablar de ello. Aquí ya pagaron un alto precio vía despoblación hace medio siglo con la construcción de pantanos y centrales que beneficiaron a los territorios vecinos, y no quieren que la historia se repita. “Gracias al turismo hemos remontado. Proyectos así solo suponen un retroceso”, concluye al respecto Rufat.
Rechazo de La Fueva a otro proyecto
En el vecino valle de La Fueva, en la comarca de Sobrarbe, llevan dos años de lucha contra la planta de baterías que la israelí Enlight Renewable quiere levantar para conectar con la subestación de Mediano. El proyecto todavía está en tramitación y los vecinos de la zona esperan que la Administración lo rechace tras las alegaciones presentadas, aunque temen que luego lleguen otros. “Primero fueron las placas solares, ahora las baterías. Ese enchufe es un caramelo y, mientras esté disponible, tendremos problemas”, apunta el alcalde, Jesús Solano.
