Es jueves en el barrio de Sant Ildefons de Cornellà de Llobregat. Hay mercadillo de los encantes. “¡Todo barato, todo barato!”, vocea un vendedor rodeado de camisas y calzoncillos. Al lado del mercado se percibe vitalidad, el trasiego de personas es incesante. El perfil es variopinto, con procedencias y edades distintas. Pero la mayoría de los vecinos de la barriada tienen una cosa en común: viven en pisos antiguos. Y si bien los servicios básicos y los equipamientos, que al principio eran inexistentes, llegaron mayoritariamente hace ya muchos años, los bloques urgen una transformación. Una cosa son las obras que cada uno haga en su casa. Otra, las zonas comunes, las fachadas, los balcones y los ascensores, si es que los hay. Un plan pretende acabar con esta situación: se planea rehabilitar 49 edificios donde hay 1.113 viviendas antes de que acabe el año que viene. Las obras ya han arrancado en catorce.
“Después de estos 49, la intención es llegar a 150 edificios”, asegura Daniel Broto, director de Habitatge i Territori de Procornellà, empresa pública de la localidad. De momento, la inversión asciende a 32,5 millones de euros costeados por los propios vecinos con una cuantiosa ayuda de los fondos europeos Next Generation, que en algunos casos llega a pagar hasta el 65% de la intervención. Como la ayuda de Bruselas, vinculada a la eficiencia energética, tiene un tope de 14.500 euros por vivienda, “la media se queda algo por encima del 50%”, relata Broto. El Consorci Metropolità de l’Habitatge es el encargado de vehicular la compleja rehabilitación extensiva.
La inversión en la rehabilitación extensiva es de 32,5 millones euros costeada por los vecinos y fondos europeos
Cuando se planificó la actuación, Sant Ildefons se dividió en varios sectores. Las obras que ya han comenzado afectan a los edificios más antiguos, que no son los más altos. Tienen planta baja más cinco alturas. Julio Tebar es el presidente de la comunidad del número 4 de la calle Àlber, uno de los bloques más vetustos de Sant Ildefons, alzado en el 1958 durante el desarrollismo franquista. “Esto es magnífico para el barrio, hablamos de viviendas obsoletas, que se hicieron de cualquier manera”, opina.
En su bloque ya han comenzado los trabajos, en este caso consistentes en la conservación y la eficiencia energética del inmueble, la instalación de un balcón y la adecuación del ascensor, que ahora hace parada entre planta y planta y obliga a subir o bajar algunos escalones. Para ello, se necesita renovar por completo toda la escalera. Explica Broto que el coste de las obras de este tipo de adecuación requiere una inversión de unos 750.000 euros dependiendo de la comunidad. Las cuotas mensuales que deben pagar los vecinos escalan a “entre 75 y 85 euros”. “Se han dado préstamos sin interés a 15 o 17 años”, añade.

Algunos ascensores paran entre pisos, lo que obliga a subir escalones
Este tipo de intervención es el más ambicioso, pero las comunidades han podido escoger entre varias opciones. También pueden optar por solo mejorar la conservación y la eficiencia energética, con un coste aproximado de 450.000 euros y entre 25 y 30 euros mensuales por piso. La tercera opción es optar solo por el ascensor o por el balcón, además de la eficiencia energética y la conservación. Cuesta unos 650.000 euros y los vecinos pagarán, aproximadamente, entre 45 y 60 euros al mes.
Las circunstancias de cada edificio son particulares. Hay edificios que ya tienen ascensor, otros que no, como también pasa con los balcones. Cada uno tiene sus necesidades. 29 de las 49 comunidades del inicio de este plan han apostado por la remodelación más profunda. Cuatro, por la rehabilitación básica más el balcón; once, por la rehabilitación básica más el ascensor, y cinco, por la rehabilitación básica. “Todas las comunidades serán como mínimo un 45% más eficientes energéticamente. También pasarán la inspección técnica de edificios”, cuenta Broto.
Es una actuación muy ambiciosa que afecta a la vida cotidiana de la gente”
“Estas obras son necesarias para las personas mayores y la gente joven”, retoma Julio Tebar. El presidente de la comunidad de la calle Àlber ha vivido toda su vida en el barrio, tras llegar de niño junto a su familia procedente de Jaén en el tren conocido como el Borreguero. Fue en los sesenta, cuando Sant Ildefons creció en población exponencialmente acogiendo a inmigración de otros lugares de España que buscaba una vida mejor. Desde hace tiempo, también acoge a personas de otros países. En 1962, cuando tenía dos años, llegó al barrio el alcalde de Cornellà, Antonio Balmón. “Es una actuación muy ambiciosa, que afecta a la vida cotidiana de la gente”, considera.
El alcalde recuerda que en Sant Ildefons ya se han hecho otras intervenciones profundas en rehabilitación a partir de la ley de barrios del Govern tripartito y durante la alcaldía de José Montilla, cuando ya se instalaron algunos ascensores. “Todas fueron importantes en su momento, pero cada vez es más complejo, porque hay que actuar dentro de las comunidades”, apunta Balmón. Asume que en la barriada el “parque de viviendas está envejecido y se debe adecuar a las condiciones actuales”.

Dos personas entrando en uno de los edificios de viviendas que ya han iniciado su rehabilitación
Balmón tiene en mente este proyecto desde hace mucho tiempo: “Llevaba tres años como alcalde cuando en el 2007 se realizó un estudio que ya analizaba la necesidad de lo que estamos haciendo ahora. Las ideas hay que perseguirlas”, explica. En este sentido, el papel del Consorci Metropolità de l’Habitatge y los fondos europeos Next Generation ha sido clave. “Las personas humildes tienen que poder acceder”, sentencia.
Las conversaciones para explicar el plan en las comunidades de vecinos arrancaron en el año 2021. “En nuestra escalera nos pusimos de acuerdo fácil”, recuerda Tebar. “No en todos los casos fue así”, tercia Broto. El vecino que verá remodelado su edificio se muestra “contento” de la actuación, pero reconoce “que unas obras son unas obras”, en referencia a las molestias. En el caso de la renovación integral de las escaleras, los vecinos estarán sin poder entrar o salir de casa unas horas al día.
Jornadas con horas sin poder entrar o salir de casa
Por ejemplo, en otro edificio que ya ha realizado esta actuación, se comenzó con tres días semanales sin escaleras de 8 a 20 y luego la limitación se redujo a las 18 horas. Así durante casi un mes. Cada bloque tiene su propia casuística en el principal engorro de la actuación de rehabilitación. Sobre el papel, la molestia en el resto de las comunidades será menor.
Y por si fuera poco, todo este trasiego de obras también implica actuaciones en la vía pública. Para rehabilitar los viejos bloques, en algunos casos hay que mover servicios básicos como el agua, entre otros. En este contexto, el Ayuntamiento también aprovechará para renovar elementos como por ejemplo aceras y parterres de las calles.