La mayor parte de los restauradores de la calle Mandri reclama al gobierno del alcalde Jaume Collboni que no les responsabilice de nuevo de las molestias vecinales ocasionadas por el botellón que desde hace años miles de jóvenes montan allí la tarde de Navidad. “Es que nosotros no tenemos nada que ver con ese botellón, y el año pasado el Ayuntamiento nos puso a muchos multas de 4.500 euros”, lamentan estos restauradores de Sarrià-Sant Gervasi.
“Unos días antes nos dijeron que sirviéramos en vasos de plástico ¡y luego nos llegaron las sanciones!”. “Por servir en vasos de plástico, por dejar que la gente beba en la calle, por el ruido que hacían... ¡nosotros no podemos controlar la calle!”. “Llevamos todo el año preguntando qué es lo que tenemos que hacer para que este año no nos multen y no nos dicen nada”. “Bueno, en una reunión nos dejaron caer que podríamos cerrar, que así nos ahorraríamos problemas”. “Pero el día de Navidad es fundamental ¡tenemos un montón de comidas familiares!”. “Otra posibilidad que nos comentaron fue que pidiéramos un permiso de fiesta mayor”. “Todo esto es absurdo”. “Hasta les propusimos retirar las terrazas ese día y trabajar solo en los locales, para que no nos volvieran a multar...”.
Desde hace pocos años muchos jóvenes del barrio se concentran aquí el 25 de diciembre por la tarde
Cuentan por el barrio que esta historia arrancó durante la recuperación de la pandemia, que la tarde de la Navidad del 2021 unos cuantos amigos se encontraron después de comer con sus familias, y que a la postre llevados por la euforia de estas fiestas se emocionaron y pusieron a cantar villancicos por la calle, y que enseguida otros se les sumaron... El caso es que desde entonces tras la sobremesa familiar centenares de jóvenes de este lado de la parte alta de la ciudad toman Mandri para celebrar uno de los botellones más multitudinarios de la ciudad.
La verdad es que sus peinados y hatos casan poco con las latas de cerveza de medio litro, también conocidas como yonkilatas. Unos se traen la bebida de casa, otros la compran en los súpers de la zona, algunos la piden en los bares... El año pasado, sobre la una de la madrugada, la Guardia Urbana desalojó a un millar de personas. Aquella concentración obligó a cortar el tráfico unas cuantas horas. Además, muchos vecinos de por aquí no están acostumbrados a tanto jolgorio bajo sus ventanas. Algunos denunciaron indignados a través de las redes sociales que el Ayuntamiento no les deja pasear con sus perros sueltos y que en cambio permite que la gente se apropie de las calles para emborracharse.
El año pasado más de mil personas fueron desalojadas por la Guardia Urbana
Eudald Lligoña, el abogado de la asociación de restauradores de Mandri, detalla que ya recurrieron las sanciones, que están a punto de agotar la vía administrativa, que los negocios solo quieren que el Ayuntamiento les comunique en qué condiciones pueden trabajar, que no quieren que se repitan los mensajes contradictorios del año pasado, que llevan todo el año insistiendo en ello... “Esperamos que todo se concrete en nuestra próxima reunión”.
Además, a mediados de noviembre los conselleres del distrito Sarrià-Sant Gervasi de Junts también preguntaron al ejecutivo municipal qué medidas tiene previsto adoptar ante la próxima edición de este botellón. Pero aún no recibieron respuesta. “El Ayuntamiento tiene que resolver el problema y controlar la situación –dice la concejal de Junts Titon Laïlla–. Y la solución ha de pasar por un acuerdo del Ayuntamiento y los restauradores sobre lo que se puede hacer la tarde de Navidad. Lo que no puede ser es que les multen haciendo lo que les dijeron que hicieran”.