Lo que estamos viendo estos días en California es una de las caras del cambio climático que está afectando a todo el planeta. Los bosques de la periferia de Los Ángeles son comparables a los nuestros, ya que el clima es mediterráneo en los dos casos y las urbanizaciones rodeadas de masas forestales, o directamente dentro del bosque, presentan las mismas vulnerabilidades ante un gran incendio forestal atizado por un fuerte viento. Digámosle Hollywood o Vallvidrera, es igual desde el punto de vista del riesgo.
Un bombero en el incendio de Los Ángeles
Los bosques de Catalunya están sometidos a esta presión climática acelerada y actualmente sufren un estrés importante tras tres años de sequía y de décadas de abandono de la gestión y de las actividades agrícolas y ganaderas tradicionales. Los paisajes agrícolas han sido sustituidos por masas continuas de bosque mediterráneo de árboles jóvenes y densos. El bosque cubre ahora las hazas y cultivos desaparecidos, y llevamos un gran atraso en la gestión y mantenimiento de estos espacios forestales.
El bosque ya no proporciona riqueza sino problemas y muchos propietarios lo han abandonado. Por eso hay que actuar con celeridad y estrategia. Ya no se trata solo de conservar el patrimonio natural y de paisaje, con todos sus valores y servicios ambientales, sino también de evitar pérdidas importantes de bienes personales e incluso de vidas.
Se trata de revertir una situación de abandono con nuevos modelos de bioeconomía
Ante esta crisis climática todavía queda espacio para la esperanza, afortunadamente hay organizaciones que promueven iniciativas para revertir la situación. Es el caso de la Fundació Catalunya La Pedrera, principal propietaria de bosques privados en Catalunya, donde hemos decidido priorizar la gestión forestal para prevenir incendios y acompañar los bosques en este proceso de adaptación a un nuevo clima más severo y seco, somos una nota de esperanza. Empezando por todos nuestros espacios forestales por todo el país, desde el Pirineu a Montserrat o a los Ports, pero también dando un paso más, impulsando partenariados público-privados como el del macizo de las Gavarres, con el Consorci de las Gavarres y la Diputació de Girona. O en Collserola, con el Patronat del Parc Natural, la cooperativa L’Olivera y la asociación de propietarios Collserola Iniciatives. En este caso, además, recuperando antiguos olivos, para producir aceite de calidad y un paisaje más rico y diverso y menos combustible.
También estamos estableciendo acuerdos de custodia forestal con otras propiedades vecinas nuestras, tanto privadas como públicas, y así poder hacer posible las intervenciones más urgentes en los espacios prioritarios para la prevención de incendios, extendiendo como una mancha de aceite estos espacios ya recuperados y más preparados para los nuevos tiempos y las nuevas condiciones climáticas.
Y finalmente, la cuestión es que no se trata solo de poner recursos económicos y humanos sino de revertir una situación de abandono mediante nuevos modelos de bioeconomía del bosque. Buscar nuevas oportunidades ofreciendo la madera como material de bioconstrucción o como fuente de materiales que sustituyan los derivados del petróleo para el textil o la industria. Modelos de bioeconomía circular, sociales y demostrativos, beneficiando los bosques y las comunidades locales.
Este tiene que ser el camino para que los bosques pasen de ser un problema en una fuente de oportunidades y bienestar para el futuro. Solo con la colaboración de todos seremos capaces de paliar el cambio climático y el riesgo de incendios.