Un grupo de turistas se para a admirar el escaparate del número 17 de la calle Ample. Miran el atractivo interior vintage desde fuera. Dudan. Finalmente entran en el local dispuestos a comprar algo, pero es entonces cuando reciben un baño de decepción al descubrir que no es un anticuario, sino un negocio que se dedica a las instalaciones. La escena se repite con frecuencia, y es que Daniel Vergés ha convertido su establecimiento en una especie de museo de la lampistería, acumulando cientos de herramientas y otros objetos que narran la historia de este oficio.

El escaparate del número 17 de la calle Ample
Un viejo contador de gas que funcionaba con monedas y que sostiene Karl, el hijo de Daniel, es una de las estrellas de la colección, junto con decenas de sopletes y soldadores dispuestos perfectamente ordenados en unas estanterías. Daniel empezó a reunir piezas históricas a partir del 2001, cuando reconvirtió el viejo negocio familiar. Antes que dedicarse a las instalaciones de luz, gas y agua, el local era el bar Carpanta, famoso en su día por sus tapas, especialmente unas bombas que atraían a los clientes.

Un viejo contador de gas que funcionaba con monedas y que sostiene Karl
La familia Vergés se hizo cargo del local en la década de 1940. Pero entonces no era ni bar ni lampistería, sino un negocio que se dedicaba al planchado de ropa. Karl lo explica señalando una vieja fotografía enmarcada de la época, con sus abuelos y un jovencísimo Daniel. Todo el establecimiento es de otro tiempo. No solo los objetos históricos, sino también el mobiliario. Incluso las reformas que se hicieron hace dos décadas han respetado el carácter vintage. Un altillo que se utiliza como despacho que anteriormente tapaba una pared está ahora al descubierto con forma de balcón. Se completó con una baranda que no formaba parte del local, pero buscaron una antigua y ahora parece que hubiera estado allí toda la vida.

Un antiguo soplete dorado que tiene un gran valor histórico.
Daniel ha reunido su colección adquiriendo los objetos en el mercado de los Encants y en páginas web especializadas. También hay elementos rescatados de instalaciones antiguas. Además del contador de gas con monedas que preside uno de los escaparates ––vintage, por supuesto––, Karl muestra un antiguo soplete dorado que tiene un gran valor histórico.

El propietario ha reunido su colección adquiriendo los objetos en el mercado de los Encants y en páginas web especializadas.
La fascinante colección en perfecto estado de revista es la culpable de que, entre instalación e instalación, Daniel y Karl deban ocupar parte de su tiempo en el local explicando a los turistas que no son anticuarios, sino lampistas, y que nada está a la venta. Dan ganas de encargarles algún trabajo.