Un 65% de las viviendas de la Cerdanya son ya segundas residencias y en algunos municipios como Prats i Sansor o Fontanals la cifra supera el 80%, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Esta situación, sumada a los elevados precios y a una oferta casi inexistente de alquileres de larga duración, está expulsando a muchos vecinos, principalmente jóvenes, que no pueden permitirse pagar un techo en su comarca.
Hace tiempo que distintos sectores, agrupados bajo el paraguas de Confluència per a una Cerdanya Sostenible denuncian las consecuencias de esta situación. Este sábado volvieron a alzar su voz en un acto en Puigcerdà al que asistieron políticos de distintas formaciones y en el que se leyó un manifiesto que reclama cambios en materia de vivienda, modelo económico o energía, entre muchos otros.
Somos herederos de unos planes urbanísticos que se aprobaron en una época en la que se ataban los perros con longanizas
El colectivo, formado por una treintena de entidades, pide frenar el elevado ritmo constructivo y reclama a la Generalitat una moratoria de nuevas edificaciones exceptuando las que sean vivienda social hasta que la comarca disponga de una nueva planificación urbanística que reduzca el fenómeno de la segunda residencia.
“Hay que frenar el crecimiento urbanístico sin sentido e impulsar iniciativas de vivienda social”, apunta Frederic Abelló, presidente de Ceretània, una de las entidades firmantes del manifiesto. “Somos herederos de unos planes urbanísticos que se aprobaron en una época en la que se ataban los perros con longanizas”, sostiene.

El arquitecto Arnau Corberó y miembro de la entidad Pirineu Viu, durante su intervención en la jornada
Confluència per a una Cerdanya Sostenible exige un registro “real” del total de inmuebles turísticos de la comarca
La Cerdanya sigue siendo una de las comarcas con el índice de construcción más alto, ya que multiplica por cuatro la media catalana, según datos del último informe de la Associació de Promotors de Catalunya.
En 2024 se iniciaron 166 viviendas, lo que supone ocho por cada mil habitantes. Más allá de la segunda residencia, el presidente del Grup de Recerca de Cerdanya, Enric Quílez, apunta a un fenómeno creciente como es la compra de promociones por parte de fondos de inversión para especular. “Compran sin hipoteca, pagando al contado y con esto es imposible competir”, denuncia.
Visados a la baja
Cincuenta menos en el último año
En 2024, se visaron en La Cerdanya un total de 160 viviendas, según datos facilitados por el Col•legi Oficial d’Arquitectes de la demarcación de Girona. Son cincuenta menos que en el año anterior, que marcó el récord de la última década de viviendas proyectadas con un total de 210. La gran mayoría se concentran en la Cerdanya gerundense, con 108, más del doble que la zona de Lleida. El 2019, el último año antes de la pandemia, se saldó con 138 visados de obra nueva.
En materia de vivienda, también reclaman a las administraciones que penalicen las que están vacías, fomente la rehabilitación en núcleos de población y habilite suelo público para pisos de protección oficial.
Más allá de la segunda residencia la otra gran presión sobre el mercado inmobiliario lo ejercen los pisos turísticos, que han proliferado los últimos años. Confluència per a una Cerdanya sostenible cifra en un millar los legales, pero estima que hay muchos más al margen de la ley.
El arquitecto Arnau Corberó y miembro de la entidad Pirineu Viu insta a los ayuntamientos a “ponerse las pilas” y cumplir con el decreto que les obliga a modificar los planeamientos para regular los usos turísticos. Exige también un registro “real” del total de inmuebles de este tipo y propone penalizar los usos no habituales de los inmuebles a través del IBI.

Participantes y público en el acto celebrado en Puigcerdà
El otro gran debate está en el modelo económico de una comarca, muy dependiente del turismo. El 90% del peso recae en el sector servicios y en la construcción. “Casi todos los huevos están en la misma cesta y cuando deje de nevar en estas latitudes, a raíz del cambio climático, todo se irá a pique”, avisa Quílez.
En este sentido, Confluència reclama un cambio hacia una economía más diversificada, que contemple por ejemplo, la implantación de industrias no contaminantes tecnológicas, agroalimentarias y vinculadas a la biomasa y gestión forestal. “Hay que diversificar la economía, no depender tanto del monocultivo turístico para ser más resilientes en un futuro”, explica Eduard Trepat, coordinador de la Associació d’Iniciatives Rurals de Catalunya, que también participó en el acto de ayer en el que se reclamaron además mejoras en la línea de tren R3 hasta Puigcerdà y una ley específica para la Cerdanya, que ya se planteó en el Parlament en el 2009.
Polo cultural y económico entre Barcelona y Toulouse
La Cerdanya, con unos 20.000 habitantes censados, tiene el 0,2% de la población catalana. El que fue diputado y alcalde de la Seu d’Urgell, Joan Ganyet, nombrado recientemente director del Comissionat per a les Relacions Interpirinenques, pide a estas comarcas del Pirineo fortalecer la cooperación entre territorios para no “caer en la irrelevancia”. Eso pasa, dice, por abrirlas al norte, a Andorra y a Francia y ser capaces de crear “un polo de actividad económica y cultural a medio camino entre Toulouse y Barcelona”. Y avisa: “Si la Cerdanya solo piensa en ella será difícil que salga del turismo y la segunda residencia”.