Triángulo golfo de Poblenou: ¿es posible conciliar la fiesta y el descanso?

Barcelona

La alta concentración de locales de ocio nocturno en esta zona de Barcelona sigue motivando las quejas por el ruido y otras alteraciones en la vida cotidiana

Macroinspección en los locales de ocio nocturno de Poblenou

Macroinspección en los locales de ocio nocturno de Poblenou 

Àlex Garcia/Archivo

El Triángulo Lúdico del Poblenou, también conocido como el 'Triángulo Golfo', es una de las zonas calientes de la vida nocturna de Barcelona. En este ámbito de Poblenou, delimitado por las calles Almogàvers y Pere IV, se concentran numerosos bares, discotecas y salas de conciertos y la agitación en las calles genera tensiones con el vecindario que las autoridades locales han tratado de regular a medida que se intensificabvan las quejas por el ruido y el incivismo asociados a la actividad nocturna. 

Desde 2014, el Ayuntamiento de Barcelona ha aplicado una serie de restricciones para mitigar el impacto acústico y mejorar la convivencia en la zona. Entre las medidas adoptadas se incluyen la suspensión temporal de licencias para nuevos establecimientos de ocio nocturno y supermercados 24 horas y la reducción del horario, hasta las once de la noche, de las terrazas. 

Ramon Espinalt, dueño de tres locales de la zona, afirma que ciertas restricciones son un tanto desmesuradas, ya que “se está aplicando esta normativa a locales que no tienen vecinos cerca”.

La asociación Nit i Dia, formada por 15 locales de ocio de la zona, gestiona un servicio de agentes cívicos y vigilancia privada en la vía pública para el control de las entradas y salidas de los jóvenes. El Ayuntamiento colabora aportando mediadores, servicios de limpieza y Guardia Urbana. Además, se llevan a cabo reuniones trimestrales en las que participan vecinos, técnicos de mediación y la gerencia del distrito. Estas acciones se implementaron formalmente en 2014, aunque ya se habían iniciado de manera preliminar en 2011.

“Es el Ayuntamiento quien debería hacerse cargo”

Lluís TorrentsCodirector de Razzmatazz

Estas regulaciones generan críticas por parte de los propietarios de los locales, quienes argumentan que las soluciones propuestas implican una carga económica desproporcionada para ellos. Desde el convenio del 2014, la inversión realizada por estos establecimientos en el dispositivo de agentes cívicos y vigilantes alcanza los 2,1 millones de euros.

En palabras de Lluís Torrents, codirector de Razzmatazz, "cada local, en función de su tamaño y aforo, debe proporcionar un porcentaje de su importe total a pagar los agentes cívicos, los vigilantes, las vallas…” Torrents denuncia que “el ruido y las molestias de las que se quejan los vecinos suceden en la calle y eso no deja de ser vía pública. Es el Ayuntamiento quien debe hacerse cargo”.

Los propietarios de los locales se empeñan en que la solución al problema debe ser equitativa. Mientras, el Ayuntamiento mantiene su compromiso de garantizar la calidad de vida de los residentes de la zona, pero según los empresarios lo hacen sin subvencionar las ayudas necesarias para promoverlo. 

O me iba del barrio o acabaría volviéndome loco

Vecino afectado por el ocio nocturno de la zona

Por su parte, los residentes denuncian que las medidas aplicadas a lo largo de los años no han mejorado la situación lo suficiente y que la contaminación acústica que afecta a la zona sigue estando presente.

”La gente lo llama triángulo lúdico y yo sinceramente lo siento como un despropósito y una tomadura de pelo porque el ocio nocturno no tiene nada de lúdico”, lamenta un vecino afectado que asegura que las noches en este barrio son insoportables.

“Evidentemente que han bajado los decibelios, pero esto no es rebajar. De 100 personas que antes chillaban ahora quedan 85 y estas siguen sin dejarme dormir”, denuncia este vecino del Poblenou.

La desesperación de muchos de los vecinos ha llegado hasta el punto de irse de la ciudad para preservar su salud: “O me iba del barrio o acabaría volviéndome loco”, explica otro vecino que, tras años de lucha infructuosa, decidió hacer las maletas. "Solo pedimos derecho a dormir”, concluye el afectado mientras insiste en que el problema radica en la falta de medidas efectivas para garantizar el descanso de los vecinos.

El presidente de la Red Vecinal contra el Ruido, Jordi Badia, denuncia que en Barcelona “seguimos igual, con el mismo problema en muchos puntos de la ciudad”. Considera que “los derechos esenciales como la intimidad, el descanso y la inviolabilidad del domicilio no son contemplados por el Ayuntamiento”.

Badia critica también la inacción del Ayuntamiento debido a que “las medidas no son eficaces” y “deberían reducir el número de establecimientos de ocio”, y lamenta que “cada vez más vecinos se ven forzados a irse de sus casas”. Además, denuncia  un problema de discriminación hacia las personas mayores en un barrio en el que la mayoría de los residentes tiene entre 40 y 70 años.

"Los sectores económicos desprecian a los vecinos mayores, argumentando que el problema es suyo por no adaptarse a los cambios de la ciudad, añade el presidente de la entidad, quien ante la falta de respuesta institucional no descarta acciones legales.  “La única forma es poner demandas judiciales”, concluye.

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