El Govern estudia desmontar una parte del embalse del río Gaià

Medio ambiente

El pantano, sobredimensionado por el franquismo, no se ha llegado a llenar jamás

Presa y Pantano de Gaia El Catllar (Tarragona)

El pantano del Catllar, en el tramo final del río Gaià, ofrece estos días una imagen que nada tiene que ver con los últimos tres años, casi vacío por la sequía extrema

Xavi Jurio

Mire como se mire, sobredimensionado y anómalo el embalse que almacena en El Catllar (Tarragonès) una parte del casi siempre escaso caudal que baja por el río Gaià. El pantano se construyó en 1975 para cumplir con las exigencias de la petroquímica, en el final del franquismo, con capacidad para guardar 59,40 hectómetros cúbicos (hm³) de agua en la cuenca de un río pequeño e irregular.

Tiene casi cinco veces más de capacidad que el pantano de Siurana (Priorat) o diez veces más que el de Riudecanyes (Baix Camp), a pocos kilómetros, aunque en cuencas hidrográficas distinas. Nunca se ha llenado.

A pesar de que las últimas borrascas no han sido tampoco muy generosas en la cuenca, el controvertido pantano del río Gaià, una rareza en Catalunya, ha pasado de estar casi vacío a almacenar 1,10 hm³ de agua. Un 1,8% del total.

Estos días se está liberando un pequeño caudal ecológico de 70 litros por segundo, río abajo. El Gaià ha mejorado así su cara.

Las cifras explican solo una parte de su compleja realidad. El pantano fue la respuesta a la exigencia de la petroquímica de tener garantizado el suministro de agua en caso de emergencia o sequía extrema. Entonces, en 1975, no existía el minitrasvase del Ebro a Tarragona ni agua regenerada de depuradoras.

Repsol,  con concesión hasta 2054, está abierto a replantear la gestión

El aliviadero y las compuertas de superficie de la presa del Catllar, con una altura de 70 metros 

LV

El titular del embalse es la compañía Repsol a través de una concesión (hasta 2054). El uso industrial del Gaià convirtió durante décadas el pantano en un muro insalvable para el río, nefasto para su ecosistema. El convenio firmado entre Repsol y la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) en 2010 fijó por primera vez un caudal ecológico y estableció un escenario para hacer posible el desembalse controlado con el objetivo de ir recuperando el maltrecho ecosistema fluvial en todo el tramo final.

Los ecologistas piden la deconstrucción total con una pequeña estructura que lamine las grandes avenidas

Una comisión de desembalse, integrada por Repsol, el ACA, los regantes que dependen del pantano, los ayuntamientos y los ecologistas se reúne periódicamente para valorar el estado del pantano. Hace poco más de un año de la última reunión, que fue tensa, en medio de la sequía. Hace más de cuatro años (desde 2021) que ante la falta de agua Repsol no utiliza la del río Gaià a través de su concesión, de un máximo de 2,5 hm³ anuales. “Lo primero es dar servicio a los regantes”, destaca Anabel Cifuentes (Repsol).

El Govern encargó a través del ACA, hace dos años, un estudio para analizar las alternativas para la restitución del medio en la presa del Catllar, de 70 metros de altura. El estudio se hará público en cuestión de meses y dibuja varios escenarios y alternativas ante la posibilidad de desmontar total o parcialmente la presa, y por consiguiente liberar el pantano.

El pantano

El mantenimiento y vigilancia del pantano y la presa supone para Repsol unos 300.000 euros anuales

LV

Todo debería pasar antes, lógicamente, por una negociación con Repsol, el titular. La compañía, que se ha mostrado abierta al diálogo con el ACA, de puertas afuera no se moja, prudente y expectante ante las conclusiones del estudio.

El mantenimiento y vigilancia del pantano y la presa, ahora sin uso industrial, supone a Repsol unos 300.000 euros anuales. “Tener una concesión no es nunca un problema”, responde Cifuentes.

Ramon Nieto, que hasta que dejó la compañía hace pocos meses fue la persona de Repsol encargada de supervisar la gestión del pantano, verbalizó públicamente antes de acabar su etapa la voluntad de la compañía de replantear el futuro y la gestión del embalse, que incluso podría pasar al ACA, aunque nadie oficialmente lo confirme. “Repsol ahora tiene el agua del minitrasvase del Ebro y el agua regenerada, que representa un 20% del consumo y llegará al 40% a corto plazo”, reflexionó. “¿Qué hacemos con el embalse? El ACA tiene un estudio para bajar de cota. ¿Lo deshacemos todo? ¿Una parte? Con un episodio como el Gloria habría afectaciones muy graves por inundaciones. Tenemos que pensarlo bien entre todas las partes”, añadió Nieto.

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Sara SansEl Catllar
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La presentación del estudio, una petición expresa al Govern hecha por los ecologistas, con la Associació Mediambiental la Sínia a la cabeza, intensificará el debate. Es un asunto complejo y delicado, con una derivada ligada a la seguridad de la población por el riesgo en caso de grandes avenidas del Gaià. Hay construcciones, incluidos cámpings (Altafulla) en el tramo final que sufrirían inundaciones. En las últimas cuatro décadas se ha construido en zonas inundables, cerca del río, aprovechando la contención segura del pantano.

En un futuro sin el pantano, preocupa el riesgo de inundaciones en caso de grandes avenidas del río Gaià

Plantear una demolición total del embalse (medio millón de metros cúbicos de materiales) es una opción que prácticamente descarta el Govern, sobre todo por los riesgos que entrañaría aguas abajo. A pesar de que se trata de un río pequeño e irregular, a lo largo de la historia se han registrado las gaianades , grandes avenidas que han llegado a multiplicar el caudal por mil.

Una cuestión nada menor es la económica. El impulso de la Unión Europea a proyectos de restitución ambiental en un contexto de crisis climática podría ayudar. El ACA está analizando los distintos escenarios de forma exhaustiva y explica que no se harán valoraciones hasta que se haya tomado una decisión.

Una de las opciones sobre la mesa y que parece más viable es realizar unas obras de recrecimiento para reducir la cota del pantano. A la práctica, hacerlo más pequeño y reducir así su impacto medio ambiental. Sin que pierda su poder de contención y siga abasteciendo a los regantes.

“Creemos que la única alternativa real para recuperar el buen estado ecológico del Gaià y su biodiversidad es la deconstrucción total del embalse”, destaca Héctor Hernández, técnico de custodia de la Sínia. Su entidad pone como condición que se suministre agua de una fuente alternativa a las comunidades de regantes del Catllar y la Riera de Gaià, que en la actualidad riega 120 hectáreas de cultivos con el agua del pantano. La propuesta, que se aproveche el agua regenerada de una futura depuradora en el Tarragonès norte.

Los ecologistas, conscientes del riesgo de inundaciones, proponen la creación de “una pequeña construcción que pueda parar y laminar las avenidas de agua”.

Los regantes, con una concesión de 1 hm³ anuales, se oponen al desmantelamiento total porque para ellos ha sido una garantía de abastecimiento. Incluso en el peor momento de la sequía, el año pasado, pudieron seguir regando. “Regamos gracias al pantano. El Gaià es un torrente, por mucho que se elimine el embalse no volverá a ser jamás un río”, sostiene Josep Carles Gual, presidente de la comunidad de regantes de la Riera. “Desde que hay el pantano, el pueblo siempre ha tenido agua”, añade David Dalmau, presidente de los regantes del Catllar.

Los regantes (120 hectáreas) se oponen al desmantelamiento porque para ellos ha sido una garantía

“Es un embalse sobredimensionado con un gran impacto medio ambiental, pero desmontarlo del todo sería muy difícil, tiene una función de laminación de grandes avenidas”, explica Alba Muntades, alcaldesa de Altafulla, partidaria de un recrecimiento.

En una punta histórica, hace más de dos décadas, el pantano del Gaià llegó a almacenar 20 hm³, casi una tercera parte de su capacidad máxima. Duró poco porque ha sufrido desde su creación importantes filtraciones. “Informes geotécnicos ya advirtieron en 1929 que los terrenos no eran adecuados para un embalse; se llegan a perder 2 hm³ anuales de agua por filtraciones, es como poner agua en un cubo de agujeros”, dice el ingeniero Joan Díaz Rull, ex alcalde del Catllar y miembro de las comisiones de desembalse.

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