Gambas reales y artificiales

La careta de entrada de Viajando con Chester (Cuatro) anuncia: “Imágenes generadas por IA”. Aplicando la maledicencia de la prensa rosa, podríamos pensar que el interés de Risto Mejide por la inteligencia artificial no responde solo a una inquietud profesional –Mejide siempre ha combinado una curiosidad singular con una voluntad de distanciarse de unanimidades gregarias–, sino que se extiende a la relación que mantiene con Laia Grassi, experta en IA. Rompiendo tabúes, Mejide la entrevistó en su programa (no es algo excepcional, hace unos meses Roger Escapa entrevistó a Diana Gómez en L’eclipsi ). 

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La careta es un precedente de lo que vendrá y que, en parte, ya veíamos en muchos minutos de televisión generados por animaciones informáticas. El resultado destila un esteticismo a medio camino entre las ínfulas de catálogo de fondo de pantallas y las recreaciones onírico-psicotrópicas de la animación inmersiva. 

En el programa, en cambio, funcionan como el decorado idóneo para subrayar la solemnidad de Mejide al declamar su texto introductorio –“somos principiantes de nuestra propia vida”– que invita a sospechar que la petulancia puede ser una enfermedad de transmisión audiovisual.

David Broncano se recrea en una ignorancia informal que conecta con la alegría de sus espectadores

CONVERSACIÓN. El programa mantiene un modelo de entrevista en el que, por increíble que parezca, Mejide escucha al entrevistado, repregunta y, si conviene –pasó con Estrella Morente– discute. Es una espontaneidad forzada por las leyes del medio, vale, pero que preserva los principios de conversación que otros formatos televisivos (o podcast) dinamitan. La revuelta (La 1), por ejemplo, explota unos códigos diferentes. Aquí no se conversa sino que se crea un momento de encuentro festivo y promocional susceptible de ser fragmentado en cápsulas por las redes sociales. 

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David Broncano se recrea en una ignorancia informal que conecta con la alegría de su comunidad de espectadores. Como invitado, Sergi López, que fue a promocionar la película Sirat , dominó la escena con la naturalidad que lo define. Consciente de que el programa establece una ceremonia de regalos del invitado al anfitrión (un ritual que se está contagiando a otros programas), López llevó una caja de gambas de Vilanova que, entendiendo perfectamente el tono del programa, Grison decidió cocinar en directo. El programa perdió la oportunidad de incluir un aviso que dijera: “Las gambas de Vilanova no han sido generadas por IA”.

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