El esperanto de los alcaldes

Tribuna

El esperanto de los alcaldes
News Correspondent

Hace 30 años, Pasqual Maragall impulsó el Proceso de Barcelona retomando una intuición de Giorgio La Pira: que las ciudades unidas pueden construir puentes en un mundo fragmentado. La Pira, alcalde de Florencia, lo había demostrado en 1955 convocando a alcaldes de Oriente y Occidente. Maragall tradujo la idea al Mediterráneo.

Los alcaldes compartimos un lenguaje común, el lenguaje cotidiano de las personas. El del cuidado del espacio ­público, el del autobús que debe llegar a hora y el de encontrar soluciones ante el encarecimiento de la vivienda. Este esperanto de alcaldes sostiene puentes. Hoy, cuando el multilateralismo se resquebraja, aquella premisa de Maragall y La Pira adquiere un sentido de urgencia.

Somos las ciudades las que traduciremos los grandes retos en realidades tangibles

Estos días Barcelona retorna como epicentro de la política euromediterránea con un cambio sin precedentes: nunca la Conferencia de Ciudades Mediterráneas había tenido espacio en el programa del Foro Regional de la Unión por el Mediterráneo. Es un reconocimiento de que las ciudades son actores en las relaciones internacionales, y que son imprescindibles para vertebrar el futuro de la región.

El Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona y el Palau de Pedralbes acogerán hoy y mañana a representantes de más de 50 ciudades de las dos orillas del Mediterráneo, como Sarajevo, Belén, Beirut, Tetuán o Zagreb. Barcelona activa su voz por un nuevo multilateralismo en la región, un multilateralismo cercano y comprometido.

El nuevo Pacto por el Mediterráneo impulsado por la Comisión Europea debe basarse en transformaciones concretas. Y somos las ciudades las que traduciremos los grandes retos en realidades tangibles. Uno de ellos es la desigualdad. Según el Banco Mundial, la región del Oriente Medio y el Norte de África es la única del mundo donde la tasa de pobreza ha aumentado en la última década. Por eso celebramos la iniciativa de los presidentes Sánchez, Lula y Ramaphosa de crear un panel intergubernamental para la desigualdad, a imagen del ya existente sobre el cambio climático.

Como conclusión de la Conferencia de Ciudades, los alcaldes entregaremos a los estados una declaración con seis áreas definidas de acción, porque hablamos el lenguaje de lo concreto.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la 30 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2025 (COP30) en Belém, a 7 de noviembre de 2025, en Belém, Pará (Brasil). La cumbre anual, organizada por Naciones Unidas, reúne a líderes mundiales, científicos, organizaciones no gubernamentales y otros actores para debatir los esfuerzos globales contra el cambio climático.

Foto de grupo durante la 30 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático del 2025

Fernando Calvo y Pool COP 30/Europa Press

Una de estas áreas es la emergencia climática. El Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que el resto del planeta; es la segunda región más vulnerable del mundo al cambio climático. Debemos dar una respuesta de justicia climática y ayudar a las ciudades a invertir para mitigar los efectos del cambio climático. Impulsamos ya la Red de Ciudades Net Zero y compartimos herramientas de adaptación como MedUrbanTools.

Otra área prioritaria es el desarrollo económico. El Mediterráneo debe ser motor de innovación, biotecnología marina y economía azul sostenible. Barcelona, sede del primer centro Unesco en economía oceánica sostenible, se compromete a impulsar un desarrollo que genere oportunidades de empleo digno en las dos orillas.

Pero hoy lo más urgente es la construcción de una paz justa y duradera. Los proyectos de cooperación activos entre ciudades de la región son fundamentales para abrir vías al diálogo y la distensión. Barcelona acaba de reactivar su Distrito 11 para cooperar con las ciudades de Palestina, un modelo solidario pionero que se estrenó con Sarajevo y con el que queremos también inspirar a otras ciudades.

Este es el Proceso de Barcelona que la ciudad quiere retomar 30 años después. Porque el Mediterráneo no es una frontera, es una gran plaza pública compartida que debemos cuidar.

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