Los proxenetas de la banda desarticulada en Barcelona y Marbella destilaban una crueldad pocas veces vista, afirman los investigadores. No se conformaban con explotar a mujeres traídas de Latinoamérica engañadas con falsas promesas de trabajo. El trato a esas jóvenes prostituidas en contra de su voluntad, con castigos físicos y brutales agresiones sexuales cuando no obedecían, recuerda a los tiempos de la esclavitud.
Las mujeres eran encerradas en celdas de castigo bloqueadas con cadenas y candados, obligadas a trabajar las 24 horas del día –sin preservativo, si así lo pedía el cliente– y les negaban durante días comida y agua o ir al lavabo si no se portaban bien. Tenían que trabajar aunque estuvieran enfermas y no había paros por la menstruación. Sus movimientos eran controlados de forma permanente con cámaras. Para tenerlas sometidas les obligaban a consumir drogas, que también vendían a los hombres que contrataban esos servicios. Todo bajo una apariencia legal, en locales de estética y masajes.
Golpeaban a las chicas, las encerraban en celdas de castigo y las obligaban a tener sexo sin preservativo
La operación desarrollada por los Mossos, la Guardia Urbana de Barcelona y la Policía Nacional se ha saldado con ocho detenidos, cinco de los cuales –hay tres a los que el juez ha dejado en libertad– han ingresado en prisión. La banda “actuaba como una auténtica organización criminal y sorprende su falta total de escrúpulos”, recalcan los investigadores. Dos de esos locales (se han practicado cinco registros) que operaban como auténticas cárceles han sido clausurados.
La única buena noticia de esta oscura historia es que la operación policial ha conseguido rescatar a 18 mujeres explotadas por esos proxenetas. Esas mujeres, con los pasaportes retirados para asegurarse que no escaparan, han relatado que la banda les exigía, tras ser engañadas, el pago de una deuda de 6.000 euros –este es el modus operandi de estas organizaciones– como pago por el viaje desde Sudamérica a España. Los proxenetas se quedaban hasta el 50% de los ingresos obtenidos con las maratonianas sesiones de sexo, en las que las mujeres tenían prohibido rechazar a ningún cliente. Si lo hacían, otra vez a la celda de castigo.
La investigación arrancó gracias a la valentía de una de esas mujeres explotadas, que alertó de la existencia de esta banda cuya tapadera eran esos centros de estética y masajes de Barcelona y Marbella, negocios con apariencia legal y perfectos para blanquear los miles de euros ingresados con la prostitución.
La organización estaba muy bien estructurada, indican las mismas fuentes. Tenía soldados en los países de origen de las mujeres encargados de buscar a víctimas propicias para traerlas a España. Una vez aterrizaban en este país otros integrantes iban a buscarlas al aeropuerto. Así empezaba la pesadilla de esas jóvenes, que quedaban atrapadas en las garras de la organización al entrar en acción los responsables de esos centros de masajes y estética. Después las movían de Barcelona a Marbella o viceversa para “ofrecerlas así, como novedad”, indican estas fuentes.
Las mujeres tenían prohibido salir de esos locales. Tampoco se les permitía ir al médico cuando sufrían lesiones por las palizas y brutales agresiones sexuales infligidas cuando no hacían lo que ordenaban los jefes o jefas del local.
Durante la operación se han intervenido 44.455 euros en efectivo, 100 gramos de cocaína, 10 kilos de marihuana, una motocicleta, un reloj marca Rolex, 11 terminales telefónicos, diversos efectos informáticos y abundante documentación incriminatoria.

