Los museos de Barcelona van escribir un nuevo capítulo con el objetivo de reforzar la estrategia de la ciudad de incrementar la atracción de turismo cultural. Así, el MNAC y el Macba encaran sus respectivas ampliaciones. Otros, como la Fundació Miró, no pueden acometer una ampliación dado su condición de edificio protegido, pero sí crecer en especies. En este caso, se reabriría el adyacente Jardí dels Xiprers, actualmente cerrado al público, que haría las funciones de refugio climático.
Esta sería una de las iniciativas que el museo de Montjuïc llevará a cabo en el marco de su 50 aniversario. El jardín fue cedido en su día a la fundación, aunque pertenece al conjunto de los Jardins de Laribal. Esta zona verde recuperará su disposición original y formará parte del recorrido expositivo de la colección.
La reapertura del Jardí dels Xiprers busca recuperar el espíritu humanista de Miró y Sert en el edificio
El carácter de refugio climático del jardín no es solo un compromiso del museo con la emergencia medioambiental, sino que obedece también a la propia concepción del centro por parte de Joan Miró y el arquitecto Josep Lluís Sert. Ambos imaginaron hace cinco décadas un edificio en el que la luz natural y el lenguaje con la naturaleza eran una de sus señas de identidad.
Las obras de arte debían poder ser admiradas directamente con la misma luz que acaricia Montjuïc. Pero pronto se tuvo que renunciar a ello, pues los lienzos de la colección no reaccionaban bien y podían resultar dañadas. Por eso, desde hace unos años, la fundación abre el edificio a la luz natural a primera hora de la mañana durante el equinoccio de verano y que el público pueda experimentarlo. Vale la pena vivir la atmósfera especial que se produce en esas pocas horas anuales y admirar la colección bajo una iluminación inédita.
La reapertura ahora del Jardí dels Xiprers busca recuperar el espíritu humanista de Miró y Sert en el edificio, que el director del museo, Marko Daniel, no duda en calificar de la mejor obra del arquitecto en Catalunya. De hecho, Sert trabajó en la fundación en modo clandestino, pues vivía y desarrollaba su carrera desde la universidad estadounidense de Harvard, después de ser inhabilitado por el franquismo por sus posiciones izquierdistas.
Marko Daniel quiere dar todavía una vuelta de tuerca al diálogo del edificio con la naturaleza y abrirlo todavía más. Por eso, se han abierto ventanas donde no había, como en el archivo, y se van a descubrir otras más. Con estas actuaciones, se trata de exprimir al máximo la dimensión mediterránea del museo, que es una de las esencias de Sert, que siempre pensó en una fundación para las personas. Por eso la escala humana del edificio siempre ha sido importante

