En el número 55 de la avenida Unió, en pleno corazón de Castellolí, las persianas de Cal Peret llevan años bajadas. Sin el olor a pan recién hecho, sin las cestas de verduras del huerto cercano, sin las charlas a media mañana en el umbral. Ahora, este pequeño municipio de 651 habitantes de la comarca del Anoia quiere cambiar esa imagen y devolver la vida a su histórica tienda.
El Ayuntamiento acaba de poner en marcha un singular proyecto para reabrir Cal Peret como tienda de productos de proximidad. Y, para lograrlo, ofrece casa y local gratis a quien esté dispuesto a emprender. “Buscamos a alguien que quiera comenzar un nuevo proyecto de vida aquí, en plena naturaleza”, explica Joan Serra, alcalde de Castellolí.
Los propietarios han ofrecido el local y la vivienda al Consistorio, que los cede gratuitamente
En Castellolí hace casi treinta años que no hay una tienda de comestibles. El horno resistió, con algunos básicos como leche o pasta, y durante un tiempo una furgoneta vendía verdura y pescado en la plaza. Pero cada semana, los vecinos —muchos de edad avanzada— deben desplazarse a Igualada o Vilanova del Camí para llenar la despensa. “Durante la pandemia incluso enseñamos a los mayores a comprar online con la tableta, pero eso no es lo mismo que tener un comercio vivo en el pueblo”, admite Serra.
Por eso, el Consistorio ha decidido apostar fuerte. Cede gratuitamente la planta baja de Cal Peret para la tienda y la vivienda del primer piso para quien la gestione. Además, aporta hasta 15.000 euros para adecuar el local. A cambio, el único requisito es vender productos de kilómetro cero —de los parques agrarios de la Conca d’Òdena y de Montserrat— y encargarse del mantenimiento básico del edificio.
La historia de Cal Peret es la historia de un pueblo. “La fundó nuestro bisabuelo, Pere Costa Prat, en 1889”, recuerda Montserrat Costa, actual propietaria. Durante tres generaciones, el establecimiento fue tienda, horno y estanco. “Cuando mis padres se jubilaron, el horno pasó a una cooperativa y la tienda la cogieron unos particulares, pero con la llegada de los supermercados de Igualada cambió todo”, explica. El horno acabó cerrando definitivamente en el 2012.
Ahora, la familia Costa ha cedido gratuitamente el inmueble al Ayuntamiento. “Lo vemos como un servicio para el pueblo. Ojalá vuelva a abrir. Para los mayores sería de gran ayuda”, apunta Montserrat. Ella misma recuerda con nostalgia aquella tienda que era “mucho más que un comercio: un punto de encuentro”.
La iniciativa forma parte de un plan más amplio del Consell Comarcal de l’Anoia para revitalizar el comercio local en los pequeños pueblos. “Queremos aprovechar que estamos entre dos parques rurales y que la tienda sirva para acercar los productos de la tierra a los vecinos”, añade el alcalde. “Competir en precio con las grandes superficies es muy difícil, pero sí podemos ofrecer productos con valor añadido, de proximidad y calidad”.
El proceso de selección ya está abierto. No hay requisitos estrictos, solo que el proyecto sea viable y aporte un valor a la comunidad. “Queremos que la tienda vuelva a ser ese lugar donde la gente se encuentre, charle, compre un queso o un pan hecho aquí. Más allá de vender alimentos, es recuperar vida para el pueblo”, concluye Serra. Los interesados tienen hasta el 9 de julio para presentarse. “Sería bonito ver otra vez abierta la tienda de la familia”, concluye Montserrat.