Conversación en turco a cambio de una habitación por 130 euros: una iniciativa contra la soledad no deseada

Una vecina de Gombrèn busca a una mujer que pueda hablar con su madre, de 89 años, que no entiende el catalán ni el castellano

Hatice Rana Tarhangil.

Hatice Rana Tarhangil.

ACN / Lourdes Casademont

Yüksel Tarhangil tiene 89 años y hace tres que vive en el Ripollès. Llegó después de que su única hija decidiera llevarla a su pueblo, Gombrèn, al morir su marido. No habla catalán ni castellano y solo puede comunicarse en turco con Hatice, su hija. 

Ahora, la cooperativa Kloosiv, que lucha contra la soledad no querida en entornos rurales, ha iniciado una campaña para buscar a una mujer que comparta vivienda con ambas. 

La condición es hablar turco y compartir ratos de conversación con Yüksel. A cambio, se le ofrece una habitación en Gombrèn por 130 euros al mes. 

“En turco decimos que el alma necesita alma, y solo es eso. No busco una cuidadora, ya estoy yo, sólo alguien que pueda hablar con mi madre”, subraya Hatice.

Yüksel va dos días en el centro de día. Allí realiza actividades como la tómbola, pero no puede interaccionar con el resto de usuarios ni tampoco con las cuidadoras porque sólo habla turco. Comparte piso con su hija, que es la única de su entorno que la entiende y con la que puede hablar. “Ella necesita hablar y que le pregunten cómo está; puedo hacerlo yo, pero yo soy su hija, necesita hablar con alguien más”, explica Hatice Rana Tarhangil.

Algunas veces han recibido visita y, pese a no hablar turco, ya ha sido una alegría para su madre. “Se le ve la luz en la mirada”, explica Hatice. Pero, al cabo de un rato, detalla, “vuelve a la rutina y a preguntarse por qué ha venido aquí -a Catalunya-”.

Su hija está preocupada por su aislamiento

Su hija está preocupada por su aislamiento. Lo que más le importa, dice, es verla feliz. “Que viva en los últimos años de su vida con dignidad mental y psicológica”, explica. Por eso, se puso en contacto con la cooperativa Kloosiv, que lucha contra la soledad no querida en el ámbito rural, en busca de una solución.

Laura Ayala es cofundadora. Subraya que lo que se busca no es una cuidadora sino alguien que pueda compartir vivienda con ellas -dispondría de una habitación individual- y que pueda hablar turco con Yüksel para que no se sienta tan sola. “Hablamos de una compañía puntual, de pasar tiempo con la otra persona de forma natural. Es decir, comer juntas o pasar un rato mirando la tele o paseando por el pueblo, algo natural que surge de una convivencia en la que hay respeto y apoyo mutuo”, subraya.

La cooperativa se hacen cargo de todas las gestiones. Kloosiv ya ha llevado a cabo otros casos similares con éxito y por eso han decidido realizar un llamamiento.

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Hatice está muy ilusionada en encontrar a alguien que también acabe siendo “familia”: “Comeremos en la misma mesa, reiremos de los mismos chistes, lloraremos por la misma serie y hablaremos el mismo idioma, eso es lo que quisiera”. Y el hecho de vivir en Gombrèn, en medio de la naturaleza, espera que sea un buen aliciente: “Yo a veces digo que vivo como Heidi; sales de la puerta y ya está todo en verde. Aquí hay una gran calidad de vida, sin ruido ni contaminación”.

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