Sabía que no estaba bien, pero creyó que era su única opción. La vida de Hassan Ul Shoaib, un joven pakistaní de 19 años, terminó de forma abrupta cuando saltó desde un balcón de un segundo piso en la calle Torres i Bages de Salt, el pasado 15 de abril.
Un inmueble que había ocupado junto a un compañero unos minutos antes. No hubo contacto visual entre ellos y la policía, pero, a pesar de que su compañero lo tranquilizó, Hassan se puso nervioso al oír la alarma del piso sonar y a los agentes llamar a la puerta.
El joven falleció el pasado 15 de abril tras entrar en un inmueble de la calle Torres i Bages de Salt
El joven, preso del pánico, no vio otra escapatoria que lanzarse desde una altura de dos pisos. Falleció en el acto. Hacía tres años que se había marchado de su país y aquella era primera vez que ocupaba un inmueble.
Tras el delito condenable, hay la historia de vida de un joven que pudo acabar de otra forma si no hubiera sido por aquellas dos malas decisiones, tomadas posiblemente fruto de la necesidad y la desesperación.
Huyó de Pakistán a los 16 años y tras un largo periplo de un año de viaje recaló en Girona, donde hay una amplia comunidad de miembros de su ciudad
El amigo que lo acompañaba logró descolgarse por las ventanas y huir. En su huida tuvo tiempo de avisar al único miembro de la familia de Hassan, un primo que vive en una residencia de jóvenes extutelados en Caldes de Malavella, gestionada por Som Refugi, un proyecto vinculado a Cáritas. “Tu primo ha muerto”.
Hoy su primo Muhammad Raffy, sus amigos y entidades que ayudaron a Hassan en su integración al primer mundo como Càritas han rendido un homenaje frente a la escultura homenaje a la familia trabajadora situada en la plaza Libertad de Salt.
Trabajó en un bazar en l'Hospitalet de Llobregat y en el momento de los hechos ejercía de ayudante de cocina en un restaurante de Girona
Frente al monumento han hecho un minuto de silencio en su memoria y han depositado un ramo de rosas rojas para recordar a un Hassan “bueno, educado y trabajador”, según han expresado sus allegados. Como muchos de los habitantes de este municipio de la provincia de Girona, convertido en un auténtico crisol de culturas, Hassan también huyó de su país para labrarse un futuro mejor.
Tenía 16 años cuando dejó Sargodha, en la provincia del Punjab, tras una situación familiar difícil. El hermano mayor había muerto en un accidente de tráfico y su padre cayó enfermo mental, de modo que él se convirtió en la única esperanza de futuro para ayudar a la familia.

El primo de Hassan sosteniendo un ramo de rosas, junto a amigos y compañeros del joven fallecido al precipitarse por un balcón de un piso de Salt.
Tras un periplo de un año de viaje que le llevó a pasar por Libia, Italia y Francia recaló en Girona, donde hay una gran comunidad de habitantes de esta región paquistaní. Hasta la mayoría de edad vivió en un centro de acogida y en un piso de inserción laboral. “Era un joven autónomo, con muchas ganas de trabajar”, ha explicado hoy Maite Salvador, jefa del programa Som Refugi.
Buscó empleo en Girona, sin éxito. Trabajó durante unos meses en un bazar en l’Hospitalet de Llobregat hasta que le llamaron de un restaurante de Girona para ejercer como ayudante de cocina. Aceptó para estar más cerca de los suyos. Buscó vivienda y encontró una habitación realquilada en un piso en el que convivían tres personas más. Pero al cabo de un tiempo, todos sus ocupantes fueron desahuciados. Trampeó algunos meses residiendo en casas de conocidos y amigos, que le dejaban algún sofá o algún hueco donde dormir.
Càritas Diocesana de Girona denuncia que hay “racismo inmobiliario”
Explica Maite Salvador que Hassan quería alquilar un piso, pero no lo logró. Cuando hacía cuatro meses que andaba de aquí para allá, un amigo de Barcelona que había ocupado algún piso, le propuso hacer lo mismo en Girona. “De entrada le dijo que no, que aquello sería un problema, pero la situación era muy desesperada”, explica Maite Salvador. Aceptó y la historia terminó de forma trágica.
El consulado de Pakistán costeó la repatriación del joven a su país, que ayer fue finalmente enterrado en una ceremonia a la que se congregaron más de mil personas. “No justificamos la ocupación, es un acto delincuencial pero queremos dar voz y acompañar a los más vulnerables”, expresaba hoy Maite Salvador. El secretario general de Càritas Diocesana en Girona, Martí Batllori, expone que el 89% de personas migradas tiene dificultades pera acceder a una vivienda y denuncia la exitencia de “racismo inmobiliario”.