El Museu del Joguet de Figueres, el deleite de miles de niños y adultos desde que abrió sus puertas hace ya más de cuarenta años, está de luto por la muerte ayer a los 84 años de su alma mater, Josep Maria Joan i Rosa, por una grave enfermedad. En señal de duelo, hoy no abierto sus puertas.
Nacido en la calle Ample de Figueres en 1940, donde sus padres regentaban una tintorería, Josep Maria Joan i Rosa recordaba en una entrevista en La Vanguardia, publicada en enero de 2008, las horas que se pasó jugando en la trastienda con su Cine Nic y un teatrillo de Seix Barral, junto con otros niños que vivían en su misma calle.
Se ha pasado media vida en el museo que creó con su mujer, dedicado la historia de los juguetes, desde finales del siglo XIX a la actualidad
Estudió comercio y ejerció durante cinco años en la tintorería familiar, pero pronto vio que aquello no era lo suyo. Le hubiera gustado estudiar Bellas Artes, pero su padre se opuso al considerarlo “un oficio de vagos” y acabó estudiando para aparejador tras probar el oficio con un arquitecto de Figueres.
Pero el interés por los juguetes ya se había colado en su vida. Antes de que se fuera estudiar a Barcelona, en los años 1959 y 1960, empezó a coleccionar algunos objetos, según explicaba él mismo en la misma entrevista de 2008.
Un niño sin juegos no es un niño y un adulto que no juega, perdió para siempre el niño que vive en él
Los objetos ocupaban una parte de su vivienda, que no paraba de crecer. En diciembre de 1972 se inauguró en el Palau Güell de Barcelona la primera exposición pública con los fondos más destacados. Y en 1981 hizo una exposición en Perpiñán, que fue un éxito total.
Fue el preludio del Museu del Joguet de Catalunya, que abrió un año después. Josep Maria Joan i Rosa y su mujer Pilar Casademont fueron las dos caras visibles de un equipamiento cultural que se inauguró el 18 de junio de 1982 en el antiguo Hotel París, en plena Rambla de Figueres. Tenía entonces 42 años y ese ha sido su segundo hogar durante media vida.
Una colección que ha llegado a atesorar más de 20.000 juegos y juguetes desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, así como documentación biliográfica, hasta 11.000 volúmenes; 10.000 cómics, 2.100 fotos de niños con sus juguetes y documentación de 700 fabricantes de todo el mundo.
Entre los objetos que se han exhibido en sus vitrinas, destacan entre otros el osito Marquina, un peluche con el jugaban Anna Maria Dalí y el pintor, que sus padres les compraron en París en 1910. El nombre de Marquina fue puesto por Federico García Lorca, cuando en una visita a Figueres, lo bautizó de ese modo por su parecido con el dramaturgo Eduardo Marquina.
En 2007 recibió la Creu de Sant Jordi y en 2022, el Premio Nacional del Fomento a la Creatividad del Juguete del Ministerio de Cultura
A lo largo de su vida, Josep Maria Joan ha recibido varios reconocimientos como la Creu de Sant Jordi de la Generalitat en el año 2007, la Fulla de Figuera de Plata que otorga el Ayuntamiento de Figueres, en 2010, y el Premio Nacional del Fomento a la Creatividad del Juguete del Ministerio de Cultura, en 2022.
El adulto que no dejó nunca de jugar decía que “un niño sin juegos no es un niño” y un “adulto que no juega, perdió para siempre el niño que vivía en él”, tomando prestada una frase del poeta Pablo Neruda. Allí donde esté, que siga jugando.