Calella de Palafrugell (1977-2025)

Opinión

Siendo un joven aprendiz de periodista que al final de los años setenta recorría la Costa Brava tras las noticias frescas del verano o los personajes famosos que la visitaban, no podía perder ojo a lo que sucediera en la Cantada d’Havaneres de Calella. Estos días de inesperado protagonismo del evento, hasta ahora con un punto rutinario, he encontrado testimonio de ello en la hemeroteca de la prensa de Girona. En agosto de 1977 seguíamos la pista de Adolfo Suárez. Pocas horas antes de la cantada el recién ganador de las primeras elecciones democráticas había comenzado unas vacaciones en Sa Riera. Al ser el periodista Carles Sentís, candidato catalán de su partido, presidente de l’Associació d’Amics i Veïns de Calella, organizadora de la cantada, dedujimos erróneamente que su presencia estaba asegurada.

Esa noche Suárez no fue a Calella pero si lo hubiera hecho se habría encontrado con el público cantando espontáneamente El meu avi , habanera que entonces no formaba parte del repertorio porque los programadores de la cantada eran partidarios de mantener el purismo de les habaneras exclusivamente en castellano. Eran las que se cantaban en las tabernas de Calella y otros pueblos vecinos protagonizados por los recuerdos de Cuba. Pero en el año 1977 los cambios democráticos hacían difícil mantener aquella prohibición, tratándose además de una pieza musical que ya era emblemática en convocatorias similares por su estribillo fácil de seguir y que acababa con “Visca Catalunya i visca El Català”. Un año después, con los Reyes en la tribuna de Calella, ya se produjo la primera interpretación grupal con toda normalidad. Por cierto, Suárez acabaría cenando unos días más tarde en casa de Carlos Sentís y Maria Casablancas en Calella. El veterano periodista me contó años después que habían invitado a 80 personas y se presentaron al convite nada menos que 140.

Quizás lo que ha sucedido estos días no habría desagradado del todo a Ortega Monasterio

Conocía a a Ortega Monasterio. Tenia muy buen ojo y visión comercial para difundir el mundo de las habaneras, de las que era un auténtico agitador. Algunos veteranos de este mundillo me dicen que detrás de la operación de hace 48 años para cantar El meu avi en Calella estaba el propio compositor, amnistiado un año antes por su pertenencia a una organización militar antifranquista, la UMD. Quizás lo que ha sucedido estos días no le habría desagradado del todo. En fin, comienza la temporada de habaneras: el próximo fin de semana en Platja d’Aro, el siguiente en Sant Antoni de Calonge, etc. En ambos casos programaron hace ya meses un repertorio que acababa con La bella Lola i El meu avi , como en todas partes y sin polémica alguna. Visto lo visto en Calella con la mayoría de los grupos y el público cerrando la cantada con la pieza de Ortega Monasterio con más energía que nunca se hace difícil encontrar otro ejemplo de un asunto tan mal gestionado como ha sido este.

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