Si uno camina por Platja d’Aro, lo hace sin duda por una de las localidades más famosas y turísticas de la Costa Brava. Pero, también, por una ciudad que, respecto a la vida nocturna, llegó a retar a Eivissa hace algunas décadas.
No es ninguna coincidencia, pues, que en dos de sus entradas principales se encuentren los restos de las que fueron dos de sus discotecas más exitosas: Pacha, ahora casi en ruinas pero con una pared invadida por las plantas en la que todavía se pueden distinguir sus clásicas letras rojas, y Kamel –posteriormente Paladium– y su inconfundible pirámide.

Estado actual de lo que fue la discoteca Pacha (izquierda) y lo que queda de una pintura y sus características letras rojas en la pared (derecha)
Junto a Tiffany’s, Maddox, Carroll’s y Marius –esta última situada en el Magic Park, aquel salón de juegos con una enorme noria que completó el skyline de Platja d’Aro durante años–, formaron un combinado de lujo –nunca mejor dicho– que reunió en los 60, 70 y 80 a nacionales y extranjeros, y por las que pasaron personalidades como Julio Iglesias, Joan Manuel Serrat, Salvador Dalí, Lola Flores, Raffaella Carrà, Tom Jones y un largo, larguísimo etcétera.

Estado actual de la pirámide que un día fue Kamel y en su etapa más reciente Paladium (izquierda) y las letras de Kamel, todavía visibles en el suelo (derecha)
Sin embargo, por distintas circunstancias, cada uno de aquellos templos nocturnos fue echando el cierre. Y con ello, Platja d’Aro se fue quedando huérfana, viendo como la luz de sus años más gloriosos se iba apagando poco a poco. Solo Malibu, que este año celebra su 45.º aniversario, resistió al paso del tiempo.
El desembarco de Papillon en el 2018 en el antiguo edificio de Tiffany’s completó su lavado de cara
No obstante, si uno sigue paseando por la localidad –una ruta que, a cierta hora de la noche, realizan básicamente jóvenes y adultos con un estado de ebriedad más que notable– puede confirmar que la fiesta (y las resacas) han vuelto. Locales como Zsa Zsa, Kalea, Inox, Black & White y Be Out han situado al municipio de nuevo en el radar nocturno de la Costa Brava. Y una apertura muy significativa en el 2018 completó su lavado de cara.

La terraza de Papillon, ahora estilo 'chill out'

Una de las salas de Papillon está dedicada a su predecesora, que causó furor hace décadas
Ese año, abrió sus puertas Papillon, del grupo Sutton, ahora el gran reclamo de ocio de la ciudad. ¿Y lo más significativo? Que se encuentra en el mismo edificio que antaño ocupó Tiffany’s. Aunque el local se renovó por completo –ya no queda ni su famosa piscina en la terraza, ahora estilo chill out, pero sí una sala dedicada a su predecesora y una curiosa barra en la que se pueden comprar cruasanes y bocadillos, muy necesarios para algunos–, cuando uno se planta delante de su fachada puede tener la sensación de que viaja en el tiempo. Y es que las largas colas han vuelto en la avenida principal de Platja d’Aro. Esa misma que contó con un sinfín de discotecas en el pasado y que, poco a poco, ha visto recuperar su vida nocturna.
La fiesta ha resurgido entre las cerezas y la pirámide.