A mediados del siglo XVIII, Aita Larramendi, el mayor vascólogo de la época y un acérrimo aficionado a los toros, llegó a decir que las fiestas vascas “en las que no hay corridas de toros apenas se tienen por fiestas”. Tras recorrer Gipuzkoa pueblo a pueblo, sentenció: “Tan grande es la afición que, si en el cielo corrieran toros, los guipuzcoanos todos serían santos para irlos a ver”. Al mismo tiempo, este jesuita se convirtió en uno de los precursores de la reivindicación territorial vasca al defender un “proyecto de las provincias unidas del Pirineo” para la “nación vascongada”.
Aquella reivindicación adquiriría cuerpo político a lo largo del siguiente siglo y, casi 300 años después de Larramendi, es uno de los ejes centrales de la política vasca. Mientras, la afición por las corridas de toros, aunque ha perdido fuelle, mantiene en algunas localidades vascas el suficiente arraigo como para haberse convertido en un asunto resbaladizo para los partidos políticos.
El alcalde de Pamplona, de EH Bildu, presidió la corrida del día de San Fermín
EH Bildu lo ha experimentado en los últimos días. En su balance de las fiestas de Bilbao subrayó que el “notorio descenso de público” en la plaza de Vista Alegre “evidencia” que los vecinos de la ciudad “no quieren toros”. Al respecto de esa reflexión, la formación soberanista fue cuestionada por la relevancia que los toros adquieren en las fiestas de localidades como Azpeitia y Zestoa, en Gipuzkoa, o Tafalla y Pamplona, en Navarra, municipios todos ellos gobernados por EH Bildu. “No hay ninguna contradicción. Consideramos que es un debate que hay que dar en todos los lugares desde la autonomía municipal”, indicaron, al tiempo que apostillaron que en algunos municipios “el arraigo y la implantación” de la tradición taurina es “mayor”.
El PNV le esperaba justo en este punto, y le respondió a través de un mensaje en redes de su portavoz parlamentario, Joseba Díez Antxustegi: “¿Sabéis lo que significa ‘respetando los ritmos en cada lugar’? Donde gobiernan ellos, sin prisa. Donde gobiernan los demás, ya. Expertos en la ley del embudo, ancho para ellos y estrecho para el resto”. Desde la formación jeltzale ya habían puesto el foco en EH Bildu unas semanas antes, cuando el alcalde de San Sebastián, el peneuvista Eneko Goia, fue preguntado por las 11.000 firmas recogidas por la plataforma Donostia Antitaurina contra las corridas de toros en la capital donostiarra, donde los toros llegaron a estar suspendidos durante casi tres años, entre 2012 y 2015, durante la legislatura en la que EH Bildu ostentó la Alcaldía.
El líder del PSE ha escrito varios libros sobre tauromaquia
Goia señaló que “el municipal no es el ámbito para establecer la prohibición” de las ferias taurinas, dijo “entender las opiniones favorables y contrarias” y señaló a EH Bildu: “En Pamplona tampoco se recogen tantas firmas”. Unos días más tarde insistió en este argumento. “A mí no me habrán visto nunca presidir una corrida de toros, y a otros, pues sí”, indicó en referencia al alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, quien presidió la corrida del pasado 7 de julio, día de San Fermín.
Esa calculada distancia con respecto a los toros del PNV, no obstante, también adolece de contradicciones. En Azpeitia, los ediles de la formación jeltzale han mostrado una posición taurina mucho más militante, solicitando a la alcaldesa, de EH Bildu, ampliar los festejos taurinos a cuatro corridas.
El tercer partido en el Parlamento vasco, el PSE, mientras, se ha mantenido en un prudente silencio en medio de esta refriega política veraniega, quizá por temor a salir escaldado. El líder de los socialistas vascos, Eneko Andueza, es corredor de encierros, un ferviente defensor de la tauromaquia y autor de varios libros al respecto. Uno de ellos se titula Los toros, desde la izquierda, y en el mismo repasa el “vínculo histórico” entre la tauromaquia y el pensamiento de izquierdas. Hace tres años, sin embargo, vio cómo el alcalde socialista de Eibar, su ciudad, daba la puntilla a los festejos taurinos, al proyectar un nuevo parque en la “infrautilizada” plaza de toros.
En opinión de Manuel Sagüés, historiador y crítico taurino, “el toreo es una cultura a la que los políticos les tienen miedo”, ya que “saben que hay gente muy taurina en todos los partidos, y no quieren perder apoyos”. “Al mismo tiempo, tanto en Euskadi como en Navarra hay zonas con un gran arraigo, y no les resulta sencillo lidiar con ello”, añade. Los colectivos antitaurinos, mientras, no perdonan esas ambivalencias y llaman a todos los partidos a “acabar” con lo que consideran “tortura animal”.