Alianza de 200 propietarios para reactivar sus bosques en Tarragona

Prevención

Plan pionero para recuperar actividad económica y prevenir incendios

bosc Vilaplana (Baix Camp)

Trabajos de gestión forestal centrados en el sotobosque en Vilaplana, en el futuro parque natural de Muntanyes de Prades

Alba Mariné

Convertir en real y sostenible la teoría que se pregona al viento cada verano, cuando hay un gran incendio forestal, que el fuego se debería haber apagado en invierno, con el paisaje mosaico agroforestal como el mejor aliado de los bomberos en plena emergencia climática. Este es el propósito que ha empezado a llevar a la práctica el proyecto Rumiar, un ambicioso plan a dos años vista, pero con voluntad de permanencia, con escasos precedentes, liderado por la Diputación de Tarragona. Se han puesto de acuerdo cerca de 200 propietarios forestales (503 hectáreas), muchos con cultivos junto a los bosques, agricultores de largo recorrido, esparcidos entre 22 municipios de cuatro comarcas del Camp de Tarragona.

Se actuará de entrada en 11 puntos estratégicos para la prevención de los grandes fuegos forestales. Se han elegido las zonas de actuación en coordinación con los bomberos del GRAF (Grupo de Actuaciones Forestales) y técnicos del Departament d’Agriculura.

Los trabajos para reducir la enorme masa forestal, especialmente de sotobosque, se están llevando a cabo desde hace varias semanas en un espacio natural protegido con bosque y cultivos en el ámbito del futuro parque natural de Muntanyes de Prades y Bosc de Poblet (2025), entre el Baix Camp y la Conca de Barberà.

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Un rebaño de las Montañas de Prades realizando la trashumancia por Catalunya, en otro proyecto pionero, el Camins de vida

Joan Rovira

El objetivo más inmediato, con efectos beneficiosos ya el próximo verano, es el de reducir el elevado riesgo de sufrir un incendio forestal de sexta generación en uno de los grandes espacios naturales de Catalunya, marcado en rojo por los Bombers de la Generalitat. La inexistencia casi total de gestión forestal, por la falta de rentabilidad de los bosques, la gran mayoría privados, y el abandono progresivo de los cultivos, lo han convertido en un polvorín.

Si no se actúa, tiene todos los números de ser el escenario ideal del más temido de los incendios forestales, cuando la capacidad de extinción de los bomberos se ve sobrepasada y el fuego arrasa miles de hectáreas sin posibilidad de freno, poniendo en riesgo severo a personas y bienes materiales.

No ha sido fácil implicar a cerca de 200 propietarios. La primera y gran dificultad fue localizarlos –una parte de ellos no vive en los municipios afectados– y explicarles en persona el proyecto. Todos han dado su autorización. Para ellos no supone de entrada ningún coste.

“Los ayuntamientos han jugado un papel muy importante para localizar a los propietarios y explicarles el proyecto y los beneficios que puede reportarles”, destaca Carme Ferrer, responsable de Transición Ecológica de la Diputación de Tarragona, además de alcaldesa de Senan (Conca de Barberà).

El remedio se ha empezado a aplicar ahora gracias a una inversión con dinero público de más de dos millones de euros cofinanciados casi totalmente por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, con fondos europeos Next Generation.

Los ayuntamientos han jugado un papel muy importante para localizar y convencer a los titulares de las fincas

El proyecto Rumiar está pensado, no obstante, a medio y largo plazo. Si el plan cumple sus objetivos, por fases, lo que está sucediendo ahora con el ruido de las motosierras de fondo debe de ser solo un punto de partida. Lo que tiene que venir después, casi en paralelo, es el trabajo conjunto entre sector público y propietarios forestales, agricultores, ganaderos y emprendedores para devolver a medio y largo plazo la vitalidad de los bosques junto a los cultivos. “Queremos hacer ver a la población que gestionar el bosque es una oportunidad, es una vía para crear economía y revertir la despoblación, que la gente pueda trabajar en el territorio”, añade Ferrer.

El objetivo fundacional es conseguir gestionar la masa forestal de los bosques y mantener el anhelado paisaje mosaico agroforestal, estratégico para los Bombers. Una teoría que el último verano quedó demostrada en la práctica cerca de las Montañas de Prades en los incendios forestales de la comarca del Priorat y del parque natural del Montsant, cuando los viñe­dos fueron el mejor aliado de los efectivos de extinción, por tierra y aire.

Favorecer la diversidad de paisajes agroforestales, con cultivos y una masa forestal con menos carga de combustión, es un reto descomunal. Especialmente por la falta de rentabilidad de la actividad en los bosques y el abandono de la agricultura y la ganadería extensiva.

Como antídoto, el proyecto Rumiarquiere estimular la puesta en marcha y el mantenimiento de actividades agrícolas y ganaderas. Luchar contra la despoblación en el ámbito rural es otro de los objetivos asociados. El plan impulsa el pastoreo en los bosques, que ahora se están limpiando para que el paso sostenido de cabras, ovejas y vacas logre mantener el sotobosque a raya. Los pastores de la Associació de Muntanyes de Prades, sumados al proyecto desde el minuto uno, son uno de los actores principales.

Además de la Diputación de Tarragona, se han implicado de forma activa cuatro socios más: el Centre de Ciència i Tecnologia Forestal de Catalunya (CTFC), la Associació de Propietaris Forestals del Camp de Tarragona (Boscat), la Fundació Pau Costa y el organismo Concactiva del Consell Comarcal de la Conca de Barberà.

La Fundació Pau Costa, impulsada tras el fatídico incendio de Horta de Sant Joan (2009), en el que falleció este bombero de los GRAF junto a cuatro de sus compañeros, se ha implicado dando su apoyo a los pastores. La razón es que defiende desde hace años el paisaje mosaico como una de las soluciones reales a los grandes incendios forestales. “Por suerte, hay una buena base de pastores, muchos jóvenes, en las Montañas de Prades, con 13 explotaciones de ganadería extensiva (cabra, ovejas y vacas)”, destaca Víctor Gil, técnico de la Fundació Pau Costa. Se quiere crear un sello de calidad para diferenciar los productos de este tipo de ganadería a la vez que se protegen los bosques, a los agricultores y a los vecinos de los incendios.

Bomberos del GRAF han participado en la selección de los 13 puntos estratégicos de actuación forestal

“Queremos que los pastores reciban un precio justo por sus productos porque están realizando además un trabajo en el ecosistema para la sociedad”, añade Gil.

Este ambicioso círculo virtuoso tiene otros actores estratégicos. El papel de Concactiva es el de generar, gracias a su experiencia, proyectos de emprendimiento ligados al territorio de la mano de la agricultura y la ganadería.

“A menudo, en verano, cuando todos sufrimos por los incendios forestales, pensamos que no se ha hecho nada en el bosque. Por primera vez nos hemos anticipado y ponemos las herramientas para hacer prevención y para fomentar la bioeconomía, para dar vida a los bosques y encontrar un futuro más allá de la prevención”, destaca Josep Bigorra, alcalde de Vilaplana (Tarragona), con una treintena de propietarios implicados (60 hectáreas) en el proyecto Rumiar. Con medio millar de vecinos, a los pies de La Mussara, este pueblo de tradición agrícola (avellanos, almendros u olivos) está rodeado cada año que pasa de más bosque en detrimento de los cultivos, abandonados por la falta de agricultores jóvenes y la caída de la rentabilidad. Como tantos otros. Un escenario al que se le quiere dar la vuelta pese a las enormes dificultades.

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