La pandemia demostró que el arroz es un cereal básico para garantizar la seguridad alimentaria en todo el mundo. Hasta el punto de que, actualmente, alrededor del 93% de las producciones nacionales de este cereal son para consumo propio y sólo un 7% sale a los mercados internacionales. Arroceros, industria, investigadores y administraciones debaten esta semana en el delta del Ebro cómo este cultivo estratégico puede hacer frente a los retos que plantean amenazas como el cambio climático o las plagas.
A la tradicional jornada técnica del arroz del IRTA se ha sumado este año la celebración del I Encuentro Internacional del Arroz, en el que han tomado parte representantes del Fondo Latinoamericano para el Arroz de Riego (FLAR) para definir estrategias de actuación comunes.
La presencia de los representantes del FLAR, una alianza “público-privada” de sectores arroceros de diecisiete países de América Latina y el Caribe con tres décadas de trayectoria buscando soluciones tecnológicas para mejorar la sostenibilidad y rentabilidad del sector, ha permitido globalizar el debate sobre el futuro del sector que el IRTA plantea anualmente en clave.
Allí se producen anualmente unas 25 millones de toneladas de arroz en 5 millones de hectáreas -una parte de ellas de secano-, con un rendimiento medio de 5 toneladas por hectárea -en el delta del Ebro es de unas 6,5-.
El director ejecutivo del FLAR, Eduardo Graterol, ha remarcado la importancia de trabajar conjuntamente en la mejora del rendimiento y la sostenibilidad del cultivo más allá de sus implicaciones comerciales a nivel internacional.
Es una necesidad en el contexto de que hablamos de un alimento básico y fundamental en la mesa de la población. La pandemia lo demostró: es una fuente de energía relativamente accesible, mucho más económica que otros cereales y se puede almacenar un buen tiempo“, ha remarcado Graterol, convencido de que el arroz puede resultar clave para la ”seguridad“. ”Por eso debemos proteger la producción y garantizar que todas estas mejoras tecnológicas se traduzcan en mayor calidad y menores precios para los consumidores“, ha subrayado.
Con este objetivo, unas 25 personas, ”actores claves“ del sector productivo, industria, centros de investigación y administraciones participaron este martes en el I Encuentro Internacional del Arroz para crear una ”mesa de trabajo dinámica y resolutiva“ que permitiera identificar los retos del sector arrocero y ”definir una hoja de ruta“ para hacer frente, según a investigadora de l'IRTA, Maria del Mar Català .

Asistentes a la I Trobada Internacional de l'Arròs.
Del encuentro salió también el conmiso de poner en marcha un plan estratégico estatal para garantizar la sostenibilidad económica, social y ambiental del sector.
Para Graterol, se trata de compartir experiencias y abordar cómo, a partir de la colaboración internacional, se pueden identificar las prioridades en materia de investigación y transferencia tecnológica para mejorar los cultivos, tanto desde el punto de vista del rendimiento como de la sostenibilidad. Eficiencia de recursos, prácticas agronómicas o mejora de semillas en escenarios de cambio climático y falta crónica de recursos como el agua, que también sufren en algunas zonas de América Latina y el Caribe -con zonas templadas y de clima mediterráneo junto a otras más extremas, ambientes subtropicales con temperaturas elevadas que favorecen la proli. ”Estos retos los podemos afrontar de forma común“, ha insistido.
Cultura propia frente al libre comercio
Por el contrario, el responsable del FLAR no ve especialmente conflicto en lo que se refiere al sector del arroz en el marco de los acuerdos de libre comercio con Mercosur. Especialmente, recuerda, porque en zonas como España el cultivo se ha vinculado a una ”cultura“ gastronómica específica y reconocida mundialmente, que explota variedades propias que son bastante diferentes a las que predominan en América Latina.
”Los mercados van a fluir pero la tecnología es una oportunidad para garantizar el arroz, la alimentación, distinguir el valor cultura y gastronómico que sólo es posible si se produce aquí en España“, ha subrayado.
En este sentido, Graterol ha apostado por que este incremento de la eficiencia que deben aportar los investigadores sirva no sólo para proteger esta producción nacional, sino también la seguridad alimentaria. ”Los mercados internacionales son muy dinámicos pero relativamente pequeño cuando lo ponemos en el contexto de la producción global: el 93 por ciento de la producción de arroz se consume en el mismo país donde se produce y sólo un 7 por ciento sólo se coloca en el comercio internacional", apuntó.