Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación y experta en Educación Especial, Ana Mareny, seudónimo con el que firma la autora, acredita un largo recorrido profesional que pasa por la jefatura del departamento de Innovación en la Universidad de Valencia, formadora del Instituto de la Mujer y consultora en protocolos de Sucesión Familiar. Pero, más allá de los títulos académicos y los méritos profesionales, Ana Mareny es una escritora capaz de romper las barreras del “estar” para adentrarse en el caleidoscopio del “ser”, siempre complejo y cambiante, desde una sensibilidad cuajada de trazas surrealistas que contrasta con la plasticidad fotográfica de algunos de sus textos.

Portada del libro “Transiciones”
La escritora valenciana reúne en su primer libro, publicado en Shangrila y de título “Transiciones. Historias cortas de la breve vida”, veintinueve relatos que dan vida a personajes que transitan vidas atormentadas y dolorosamente sentidas, ya sea desde el desgarro o desde una desesperanzada ternura. Vidas dominantes o sometidas, protagonistas a veces u observadoras de su propio relato otras, cuya crónica transcurre entre lo que son y lo que quieren ser, en transición continua entre el mundo en el que están y el que tal vez imaginan alcanzar.
La cruel dependencia de un hombre maltratador, las frustraciones acumuladas de una mujer cuidadora que busca en el castigo físico la energía para seguir cuidando, la tristeza rota de la prostituta-madre que cede en acogida a los hijos que no puede criar, la venta de óvulos como otra forma de prostitución, donde la protagonista observa de lejos a los hijos “donados” que nunca la llamarán “madre”; las historias que afloran en la cola del hambre; el rechazo social por miedo a un niño-pájaro de tierna inocencia a quien la administración condena a la marginalidad por falta de diagnóstico codificable.
Podríamos quedarnos ahí, pero “Transiciones...” no es un libro de un solo significado sino de tantas interpretaciones como lecturas le dediquemos.
Un análisis algo más detallado nos adentra en una transversalidad estética que atraviesa todos los textos, curiosa y hasta cierto punto sorprendente, incluso hiriente. Frente a un continente de belleza tópicamente capitalista sembrada de cuerpos atléticos y musculosos, de sexo duro y largo pelo azabache, voluptuosas hembras de melenas siempre rubias, ropa cara y olores sofisticados, coches rojos de alta gama y pisos de bella arquitectura modernista, un contenido sórdido, perdido, desesperadamente cruel las más de las veces, que constituye la vida real de los personajes.
El contraste es tan asombroso y natural a la vez que podría alcanzar por sí mismo categoría de personaje también. Un personaje-casi-protagonista que, como una voz en off, nos interroga acerca de las contradicciones entre la vida vivida y la vida “actuada” a la que frecuentemente recurrimos ya sea por acción, por omisión o por indescifrable mandato de nuestro carácter.
Una lectura atenta, como en un tercer nivel, nos arrastra hacia una constelación de imágenes que alcanzan la corporeidad a través de un lenguaje simbólico, casi surrealista, probablemente lleno de alusiones a la vida interior de la autora: el color verde de las plantas y raíces donde crece la ternura, sábanas negras de seda en el lado oscuro del deseo, el abuso y el dolor, mujeres voladoras que en su ingrávida caída se liberan de la tristeza y la melancolía, salir a la calle sin bragas como signo de rebelión, empoderamiento y control frente a una vida enjaulada y sometida.
He leído y releído “Transiciones...” una segunda vez y siento que, como un tornasol, proyecta luces cambiantes en cada lectura.
Junto a la experiencia del texto desnudo, el QR incluido al principio del libro propone una vivencia distinta de cada relato al insertarse la música cuidadosamente elegida en lo que, en palabras de la autora, constituye la evolución de los personajes o los ambientes que atraviesan.
He leído y releído “Transiciones...” una segunda vez y siento que, como un tornasol, proyecta luces cambiantes en cada lectura"
La relectura, más detenida y sosegada, me ha llevado a nuevas percepciones que me orientan hacia cuestiones nuevas y se me ocurre pensar si podría considerarse “Transiciones...” como un libro erótico, de denuncia o como un libro feminista. En mi opinión, el libro incluye trazas de todo ello, aunque no creo que cumpla con ninguna de esas categorías al completo.
No es “Transiciones...” un libro erótico. Tampoco pornográfico. Pero el uso de un lenguaje directo y poéticamente construido hace que, en algunos relatos, la lectura se trabe de deseo entre la concupiscencia y lo puramente sexual, lejos de puritanismos y grises gazmoñerías.
No es tampoco, a mi juicio, un libro de denuncia en el sentido político del término, aunque sí nos enfrenta desde la sutileza y una crítica distancia al lado oscuro de la existencia, a la violencia de las vidas quebradas, a la auto- traición como una forma de perderse en un sistema social donde el engaño es un estilo de vida.
Finalmente, tampoco creo que deba considerarse “Transiciones...” como un libro feminista en el sentido social de la palabra, pero sí expresa un profundo sentimiento de solidaridad hacia todas las personas, mujeres especialmente, que sufren en busca de su verdad.
Y es que, como ocurre con las buenas letras, “Transiciones...” no se acomoda a estrecheces ni costuras.
Leer para sentir y pensar....
Ficha del libro
Transiciones. Historias cortas de la breve vida. Ana Mareny. Desiderata Shangrila.