Si alguna vez has tenido la fortuna de soñar que volabas, sabrás que es una de las sensaciones de mayor libertad y felicidad que se puede experimentar.
No sabemos si el artista valenciano Pedro Mecinas suele soñar con volar, pero es muy posible que así sea. Su obra nos aporta la pista más certera: las aves son las principales protagonistas de sus murales y su trabajo Alçar el vol junts no hace más que subrayar esta conjetura. Este estimulante proyecto abierto, que cobra todavía más sentido tras la dana, es una bella metáfora que invita no solo a atreverse a volar, a soltar lastre y liberarse del peso de la tragedia, sino que, además, nos insta a hacerlo de forma conjunta, olvidando nuestras diferencias. Al artista _dhos_ (pseudónimo de Pedro Mecinas), siempre le ha llamado la atención la capacidad que tienen estos animales de emprender el vuelo juntos y hacia una misma dirección u objetivo. Señala que esto es una utopía para las personas, pues somos incapaces de hacerlo debido a nuestro ego –que apunta como el gran mal de la humanidad–.

Mural del artista Pedro Mecinas realizado en Catarroja tras la dana
El germen de este proyecto lo encontramos en su trabajo Ocells de l’Albufera, que surgió hace cuatro años con una intención de divulgación medioambiental y de hacernos reparar en “lo nuestro”, dando a conocer las diferentes especies autóctonas mediante pinturas murales de aves en las casetas de este paraje natural. De ahí derivó hacia una vertiente más humana, aportando significados con una intención didáctica de mayor trascendencia, haciendo énfasis en reivindicar un comportamiento social de una mayor honestidad, propia del mundo animal.
Tras las inundaciones de la dana, Mecinas pintó otros murales con este propósito en una de las zonas más afectadas, Catarroja, su pueblo, donde ya había llevado a cabo proyectos de gran envergadura como el del túnel, con más de 1 km de longitud plasmando especies locales y otros murales en el Port de esta localidad, lugar de conexión directa con l’Albufera y en el que el artista encuentra inspiración.
El germen de este proyecto lo encontramos en su trabajo Ocells de l’Albufera, que surgió hace cuatro años con una intención de divulgación medioambiental y de hacernos reparar en “lo nuestro”"
Renàixer, mural en el que representa un gran cardo de vivos colores por ser una especie que crece casi bajo cualquier circunstancia, Esperança per a Catarroja –junto con el artista Noni– en el que aparece un ave junto a la palabra “Vida” con colores brillantes o el bello mural de estorninos en vuelo con el mensaje Tornar a volar i somiar, son algunos ejemplos de belleza esperanzadora en medio de tanta destrucción, de esa herida hecha luz mediante el arte que señalaría aquí Braque.
Son también muestras de la gran ola de solidaridad desatada a raíz de la dana, por la que desde el mundo del arte se están llevando a cabo profusas acciones. El arte ayuda, desde lo intangible, infundiendo aliento, y también desde lo material, los artistas promueven acciones, recaudan y donan. Pero ellos también tienen facturas que seguir pagando, sobre todo en casos como el de Pedro, cuyo estudio quedó anegado y lo perdió todo. O el de Juan Olivares, otro artista vecino de esta misma localidad, que, a pesar de haber sufrido igual suerte, decidió que la mejor manera de ayudar era dar ejemplo, encargando a Pedro el mural de los estorninos que aparece en la imagen, que corresponde a la fachada del estudio de Olivares, hoy completamente rehabilitado. Juan dio absoluta libertad a Pedro, tan solo le exigió que lanzara un mensaje positivo, pues ya es el momento de seguir adelante, de no quedarse ahí, de alzar el vuelo. Y entienden bien estos artistas que para ello es necesario tener una motivación, un sueño, de ahí la palabra somiar.
Este gesto ha promovido una bonita energía colaborativa entre el vecindario, que ha hecho numerosos encargos a Pedro, quien se ha reinventado para poder responder con obra portable y de pequeño formato. Y, en especial, este mural ha aportado mucha alegría entre la oscuridad, cuentan que los vecinos se acercaban y aplaudían. Quizás tenía razón Georges Perec cuando hablaba de la necesidad que tiene el hombre de tener lugar estables, de referencia, inmutables, faros de luz a los que aferrarse en momentos difíciles o de tempestad. Pedro Mecinas nos brinda sus murales como uno de esos lugares a los que acudir, como rescate, pues asegura que a él el arte y la naturaleza le han ayudado a canalizar la rabia y la ansiedad. A partir de la próxima semana y de forma permanente, también en el claustro gótico del Centre del Carme de Cultura Contemporània (CCCC).