Las huellas del boom del turismo residencial en la provincia de Alicante

Urbanismo y medio ambiente

Cómo el auge del ladrillo modificó el paisaje del territorio de forma dramática en apenas 20 años

Imagen aérea de la urbanización Altea Hills.

Imagen aérea de la urbanización Altea Hills.

Ahora que desde el gobierno valenciano se plantean modificaciones legislativas que condicionarán lo que puede y no puede hacerse sobre el territorio, en una mirada al paisaje alicantino encontramos algunos ejemplos de actuaciones urbanísticas desarrolladas en las décadas del llamado boom del ladrillo que modificaron el paisaje sobre el que se alzan de manera radical y permanente.

Ese proceso, que permitió multiplicar el llamado turismo residencial en varias comarcas a ritmo frenético se detuvo de manera brusca a consecuencia de la crisis inmobiliaria y financiera de 2008. Organizaciones como Ecologistas en Acción, que durante el boom interpusieron numerosos recursos -con desigual éxito- para tratar de frenar los excesos constructivos, permanecen alerta ante la posibilidad de que el fenómeno se reactive.

Para Ecologistas en Acción, resulta “especialmente sangrante” el ejemplo de las lagunas de la Mata y Torrevieja

La semana pasada, en el transcurso de una jornada celebrada en la Universidad de Alicante bajo el título ‘Turistificación, urbanismo y límites”, Carlos Arribas, representante de la organización ecologista en la Comunidad Valenciana, expuso algunos de los ejemplos ilustrativos de lo que aquella fiebre edificadora supuso, las huellas que un modelo turístico residencial que consume bienes limitados, como el suelo o el agua, dejaron en el paisaje de Alicante.

Recordó por ejemplo el caso de la urbanización ‘Las cumbres del sol’, en Benitatxell, sobre 3,7 millones de metros cuadrados, uno de los casos en los que el movimiento ‘verde’ fracasó en su oposición a un proyecto aprobado en los años ochenta por la administración y ‘bendecido’ por los tribunales, y que ofrece a sus ocupantes unas impresionantes vistas de la costa mediterránea gracias a su elevada ubicación en primera línea y en las proximidades de localidades tan turísticas como Xàbia o Teulada-Moraira.

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En el interior de la provincia, Arribas expuso un ejemplo significativo del modelo típico de chalet adosado con piscina: Castalla Internacional, una macrourbanización aprobada en 1997 que preveía la construcción de 350 chalets en un municipio que hoy cuenta con algo más de 11.000 habitantes.

Para Ecologistas en Acción, resulta “especialmente sangrante” el ejemplo de turismo residencial desarrollado en la franja de terreno existente entre las lagunas de la Mata y Torrevieja, en la comarca de la Vega Baja, con urbanizaciones próximas a la misma orilla.

Cumbres del Sol, urbanización en Benitatxell, en el litoral norte de Alicante.

Cumbres del Sol, urbanización en Benitatxell, en el litoral norte de Alicante.

Otro caso paradigmático de desarrollo “nefasto”, en palabras de Carlos Arribas, es el de la lujosa e impactante ‘Altea Hills’, exclusivo desarrollo inmobiliario que castiga la vista del conductor que circula por la carretera litoral a cambio de ofrecer a sus privilegiados residentes una espectacular panorámica de la costa y una privacidad pagada a precio de oro.

Esta urbanización llega hasta el límite superior de la montaña, en la Sierra de Bernia. Destacó Arribas que el movimiento ecologista pudo impedir en los tribunales la edificación de otro desarrollo urbanístico en el otro extremo de la sierra que incluía hoteles y campos de golf, así como la ampliación del puerto deportivo Marina Greenwich, ubicado en las proximidades; los tribunales la denegaron debido a la previsible afectación sobre las praderas de posidonia.

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Enrique Bolland
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Más al norte, otra de las huellas más visibles que han dejado los años del boom inmobiliario se encuentra en la llamativa sucesión de chalets ubicados entre las localidades de Gata de Gorgos y Pedreguer. Para finalizar su exposición, Arribas recordó un dato que ilustra el consumo de recursos unido a este tipo de planeamiento: en la provincia de Alicante existen 126.760 piscinas al aire libre, una por cada 14 habitantes, con una capacidad total equivalente al consumo anual de Benidorm

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