Susana Gisbert: “Verte obligada a cumplir los cánones también es una forma de violencia”

Nuevo libro

La fiscal delegada de delitos de odio y contra la discriminación de Valencia aborda en su nueva novela los prejuicios y presiones que reciben las mujeres

La también delegada de memoria democrática y derechos humanos confirma que los delitos de odio han aumentado un 50% y alerta que “la polarización de la política y de la sociedad se nota en todo momento”

Susana Gisbert, escritora y fiscal, en su despacho de la Ciudad de la Justicia de València

Susana Gisbert, escritora y fiscal, en su despacho de la Ciudad de la Justicia de València 

LVE

La joven Inés, profesional, culta, es casi perfecta. De repente, ¡zas!, desaparece. Es el inicio, y el nudo principal, del nuevo libro de Susana Gisbert, escritora y fiscal delegada de memoria democrática y derechos humanos y de delitos de odio y contra la discriminación de Valencia, que con la novela negra Creía que era feliz (Sargantana, 2025) sigue poniendo la mirada en las mujeres y, sobre todo, en la presión que reciben de una sociedad que no (les) perdona el error. 

Una de las cuestiones que pone en claro la novela es la autoexigencia de la protagonista. Ella es la más dura consigo misma.

Sí, sí, la que más. Se ha construido una imagen de mujer perfecta, que tiene todo controlado, que siempre lleva el pelo igual, que nunca falta a la peluquería, a las clases de baile, a todas esas cosas que ella misma no quiere dejar caer, pero en el fondo esas cosas siempre tienen dentro un poco de inseguridad. Pero bueno, eso ya tiene que decidirlo quien lo lea.

¿Por qué escribir Creía que era feliz? ¿Qué le ha motivado a llegar a esta historia?

Por un lado, quería dar un paso más de lo que he hecho como escritora y a mí siempre me gusta mucho jugar con el tema del narrador, que fuera contada por muchas personas me parecía muy atractivo. Y luego la historia en sí misma, sobre todo. Aparte que mis historias siempre tratan temas de mujeres, porque al final la cabra siempre tira al monte, me apetecía un poco partir de la situación que estamos viviendo, siempre de cara al exterior. Estamos tratando de ofrecer siempre al exterior una imagen perfecta que, en realidad, se queda en la superficie y en el fondo se deja muchas más cosas.

Estamos tratando de ofrecer siempre al exterior una imagen perfecta que, en realidad, se queda en la superficie y en el fondo se deja muchas más cosas"

No queremos desvelar nada, pero la novela habla también de los prejuicios, de las falsas apariencias y también de la violencia hacia las mujeres. ¿Cómo y por qué?

Sí. No quiere decir que en principio sea una novela que trate la violencia de género, como todas las anteriores que he escrito, pero existe. Es una situación que nos pasa a las mujeres, que sufrimos y que es lo que mejor conozco y con lo que puedo hacer un servicio a la sociedad, o al lector. Pongo el foco en todas esas violencias que son en las que probablemente nos tengamos que educar mejor y la principal es la violencia, no diré institucional, pero sí la de los estereotipos, la que nos impone. Con la eclosión de las redes sociales, del culto a la imagen, de la instantaneidad, nos autoimponemos la obligación de ofrecer una imagen del todo ideal. Y hay gente que tiene vida en las redes sociales que luego no se parecen en nada a la realidad. Verte obligada a ser de una manera y a cumplir determinados cánones, yo creo que también es una forma de violencia, aunque sea soterrada. Y esa parte es la que más me interesaba, salir de esa zona de confort, de la violencia obvia e ir un poco más allá. 

Portada del libro 'Creía que era feliz'

Portada del libro 'Creía que era feliz'

Editorial Sargantana

Inés desaparece. ¿Se activan las alarmas con una mujer igual que con un hombre? Es una pregunta que me he ido haciendo a lo largo del texto.

No lo sé, yo también me lo preguntaba. ¿Qué pasaría si fuera un hombre? Creo que con las mujeres se tiende a pensar así por las cosas que han pasado, tendemos a alarmarnos más, de tener ese primer pensamiento de si pueden haber abusado de ella y de un hombre nunca pasa, o casi nunca.

Pongo el foco en todas esas violencias que son en las que probablemente nos tengamos que educar mejor y la principal es la violencia de los estereotipos"

El libro se estructura con los testimonios de todas las personas que contextualizan la vida de la protagonista, de quienes la conocen y de quienes no tanto. ¿Somos lo que piensan los demás de nosotros? 

Esa idea también era importante para mí, porque realmente la gente que cree que más la conoce es quien menos lo hace, pero es a quien ella ha ofrecido una imagen prefabricada de lo que quiere que vean de ella. Y cuando ella baja las barreras de contención son esas personas que intervienen, en ese momento más de crisis, las que pueden contar cosas, porque le han pillado con la defensa baja. Su novio, hasta su madre, te das cuenta de que no la conocen porque ella no ha querido. Incluso la protagonista llega un momento en que no sabe hasta dónde es ella y hasta dónde es la imagen que ha forjado de ella misma.

Y eso hace que nos preguntemos también cómo nos construimos.

Eso es esencial, estamos, somos, cada día más esclavos, pero sobre todo, esclavas las mujeres de lo que la gente espera de nosotras. Y lo que ha pasado con la conciliación o con la corresponsabilidad es un ejemplo, porque nos hemos incorporado a la vida laboral con más o menos solvencia, pero, sin embargo, a la hora de que nuestras parejas masculinas se incorporen a los cuidados, nos está costando más. Incluso muchas veces somos nosotras mismas las que queremos decir “es que yo puedo con todo, puedo ser la madre perfecta, el ama de casa perfecta, la trabajadora perfecta” y no, no podemos ser perfectas.

Somos, cada día más esclavos, pero sobre todo, esclavas las mujeres de lo que la gente espera de nosotras"

¿Te sientes más cómoda en estas historias que con otros trabajos? Diría que se percibe en tu narración que disfrutas generando perfiles. ¿Es deformación profesional?

Me siento más cómoda con este texto porque el anterior era muy bonito, pero era un proyecto del editorial. En este caso el proyecto es mío, de principio a fin, y soy yo la que lo traspaso entero a la editorial y ellos los que apuestan por mí. Es una idea que llevaba madurando desde hace tiempo y es la editorial, que además es la primera vez que trabajo con ella, la que acepta mi propuesta completa. Me he divertido construyendo los personajes, buscando quién te puede aportar qué. ¿Cómo averiguaría el autor de un determinado hecho delictivo en mi trabajo? Para demostrarlo en el juicio tienes que sacar todos los testigos que tengan algo que aportar. Y es un poco con lo que juego, con encajar esas piezas.

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Introduces algunos personajes de la jurisprudencia: juezas, abogadas, la letrada de la Administración de justicia... ¿Sientes que sois las grandes desconocidas?

Qué es un juez o una jueza lo sabe todo el mundo; aunque pueda tener una idea más o menos equivocada o no conforme a nuestra legislación, pero lo sabe todo el mundo. Pero ya cuando empiezas a hablar del letrado de la Administración de Justicia, del fiscal, tienen una idea por lo que han visto en las películas americanas que no se parecen en nada a nuestra realidad, y lo mismo pasa con el médico forense. Me gusta aprovechar para hacer patria y también para educar, porque nuestra cultura solo acude a los referentes norteamericanos, que son los que se reproducen en series y películas, pero aquí nadie nos ha preguntado cómo lo hacemos y creo que es importante darle esa forma. Además, cuando alguna amiga que es letrada de la Administración de Justicia (los antiguos secretarios judiciales) supo que en el libro se abría un capítulo dedicado a ellos, les pareció estupendo porque, me dijo, “nunca nadie piensa en nosotros”. 

Para demostrar en el juicio tienes que sacar a todos los testigos que tengan algo que aportar. Y es un poco con lo que juego, con encajar esas piezas"

Eres madre y se intuye en tu narración preocupación. Pensamos que nuestras hijas tienen armas para sentirse más libres, pero tu descripción parece pivotar sobre “los demás y nosotras”. ¿Es así?

Pues yo creo que las dos cosas. Por un lado, tenemos más armas para sentirnos más libres y, a veces, esas mismas armas se vuelven en nuestra contra. Y pensemos, por ejemplo, en las tecnologías, que son un instrumento estupendo para muchísimas cosas, pero nos atan y esclavizan. El libro es también una reflexión sobre esa esclavitud, la de estar expuesta que ya se ha vuelto en nuestra contra.

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