El PP acepta el marco de Vox

Diario de València

El PP acepta el marco de Vox
Periodista

Lo advertía José María Lassalle en su obra “El liberalismo herido” (Arpa, 2021) cuando razonaba del peligro que para las democracias liberales, así en Europa como en EE.UU., supone que las fuerzas conservadoras, e incluso algunas socialdemócratas, acepten el marco ideológico que, lentamente, imponen las derechas autoritarias o populistas una vez se integran en las instituciones aprovechando los “malestares” sociales. El texto, visto en perspectiva, era toda una premonición, pues el tiempo está confirmando que se están aceptando postulados políticos negacionistas o involucionistas, que fomentan la polarización de las sociedades, que hasta no hace mucho hubieran sido rechazados por el resto de partidos de cualquier asamblea legislativa occidental: el mejor ejemplo es el Partido Republicano, ahora alineado casi en su totalidad con Donald Trump, con todas las consecuencias conocidas. 

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante una sesión de control, Congreso de los Diputados, a 12 de febrero de 2025, en Madrid (España). Durante la sesión de control, la primera de 2025, el Ejecutivo se enfrenta a las preguntas e interpelaciones de la oposición que se han centrado en la imputación del Fiscal General, la administración Trump y la subida de los impuestos. Tras la sesión de control se votará la convalidación o derogación de la ley ‘ómnibus’ por el que se aprueban medidas urgentes en materia económica, de transporte, de Seguridad Social, y para hacer frente a situaciones de vulnerabilidad.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo

Eduardo Parra - Europa Press / Europa Press

La presión de lo que está sucediendo en EE.UU. Está dinamitando todos los consensos post II Guerra Mundial, y está obligando a las derechas democráticas europeas a revisar sus idearios ante el miedo, real, de que las fuerzas populistas o ultras acaben sacando rédito electoral de los “malestares” antes señalados.  Ante esta situación siempre se plantean dos caminos: renovar la convicción en el modelo liberal adaptada a las nuevas exigencias que plantea la sociedad del siglo XXI buscando soluciones ancladas en la solidaridad, como propone Lassalle, o ceder a la amenaza asumiendo posiciones que alejan a las fuerzas conservadoras de su identidad escorándolas hacia posiciones extremas. En países como Francia, el Reino Unido o Alemania, este dilema está generando una angustia desconocida desde el periodo de entre guerras en Europa. Pero las derechas democráticas de estos países han sabido, de momento, evitar contaminarse por la pulsión autocrática que defienden partidos dispuestos a dinamitar el modelo social europeo. 

La decisión del PP español de aplaudir (al menos públicamente) el acuerdo entre Carlos Mazón y Vox para los presupuestos de la Generalitat, con el rechazo tácito al Pacto Verde Europeo y estigmatizando y criminalizando el hecho migratorio, va en la dirección contraria a lo mostrado por sus homólogos europeos. Basta ver la satisfacción mostrada por Santiago Abascal para comprender que los populares españoles han aceptado el marco que impone la derecha extrema española para sostener la estabilidad de la Generalitat Valenciana. Se ha aceptado tanto en el contenido como en las formas, pues no debe olvidarse que los discursos populistas precisan de una estética que los haga atractivos, y polémicos, para movilizar a los votantes a partir del fomento de las fracturas sociales. Si hiciéramos caso de lo que defendía el lingüista George Lakoff, el PP, al aceptar el marco de Vox, está ayudando a Santiago Abascal a confirmarse como referencia de la derecha española; lo que en caso de elecciones podría tener nefastos resultados para la formación que dirige Feijóo. Ya ha sucedido en el pasado.

Existe una diferencia fundamental entre las derechas francesas, inglesas y alemanas y la española: España no participó activamente en la II Guerra Mundial. La memoria histórica es fundamental para comprender por qué esas derechas europeas son capaces, incluso, de pactar con fuerzas de izquierdas para evitar que los ultras alcancen el poder, como está a punto de suceder en Alemania. En el caso alemán hoy se recuerda cómo la ingenuidad de Franz von Papen, líder de la derecha democrática, permitió a Adolf Hitler convertirse, por las urnas, en el líder que después arrasó Europa. La lección de la República de Weimar sigue vigente, pues muestra que cuando se cede terreno a los populismos las democracias liberales inician un proceso de descomposición. Y los partidos sistémicos, conservadores y socialdemócratas, pueden acabar reduciendo una parte significativa de sus bases electorales. La lección la debería tener muy presente Feijóo.

Suceda lo que suceda con Carlos Mazón, el PP ha cruzado una raya peligrosa al hacer propias las posiciones de Vox en dos materias que implican negacionismo climático y criminalización de la inmigración"

El caso valenciano está impregnando toda la política española, de manera acelerada: ya sucedió tras el pacto del PP y Vox para gobernar la Generalitat Valenciana tras el 28-M. Suceda lo que suceda con Carlos Mazón, amenazado por una instrucción judicial que cuestiona todo el relato de la Generalitat Valenciana en el día de la dana, el PP ha cruzado una raya peligrosa al hacer propias las posiciones de Vox en dos materias que implican negacionismo climático y criminalización de la inmigración, además de rechazo a la cooperación al desarrollo o rechazo a la cultura propia de los valencianos. Cuando se dan estos pasos, es ya muy difícil dar marcha atrás y confirman que el PP español carece de un liderazgo fuerte para contrarrestar las soflamas populistas.  Santiago Abascal, al arropar a Mazón, ha debilitado de manera contundente a Feijóo y su partido, y le ha hecho un regalo a Pedro Sánchez, que dispone de nuevos argumentos para movilizar desde el centro a la izquierda a una sociedad que observa que la derecha democrática cada vez se asimila más con la derecha extrema. Si pueden, lean lo que sucedió con estas mismas derechas democráticas entre los años 1930 y 1934 en Europa. Ese es el camino que puede estar recorriendo el PP español. 

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