La danza, una “burbuja para respirar” en la zona cero de la dana
Cultura tras la dana
Dansa València traslada a municipios afectados por la riada como Catarroja o Massanassa espectáculos con el objetivo de ayudar a la reparación emocional de la población
CocinandoDansa, de Picanya, es una de las compañías más golpeadas: “Hemos perdido más del 90% de la escenografía y el vestuario, el impacto ha sido brutal; después de verano, decidiremos si continuamos”
Henar Fuentetaja durante la interpretación de 'Nel mio respiro'.
“Cuando pudimos entrar a nuestro almacén, algunos materiales se nos deshacían en las manos”. Lo cuentan Henar Fuentetaja y Miguel Tornero, co-directores de CocinandoDanza, compañía de danza residente, desde 2019, en la Casa de la Cultura de Picanya, arrasada por la dana. Esta localidad fue una de las localidades más afectadas por el desbordamiento de la Rambla del Poyo y Henar y Miguel, todavía recuerdan cómo tuvieron que entrar “con el agua por encima de las rodillas, con EPIS y frontales, porque no había luz, al espacio de almacenaje donde guardaban todo el material”. Fue 10 días después de la inundación, señalan, puesto que los primeros días los equipos de la UME se centraron en entrar a aquellos lugares donde se pensaba que podría haber víctimas mortales.
Henar y Miguel, además de trabajar en Picanya, donde tienen su espacio de ensayo y residencia artística, viven en este municipio de l'Horta Sud. “Salgo de mi casa y lo que veo es devastación. Salgo y me pongo a llorar, ves desolación y tristeza. Aún faltan muchas cosas, por ejemplo, todavía muchos no tenemos ascensor. Es muy duro. Estamos destrozados anímicamente; hemos pasado semanas vaciando casas de amigos y vecinos (su vivienda, afortunadamente, no ha resultado dañada), quitando lodo y limpiando”, explica esta profesional de la danza que es consciente de que Picanya se ha transformado, también su vida, y que “tardará en volver a la normalidad”.
Salgo de mi casa en Picanya y lo que veo es devastación. Salgo y me pongo a llorar. Tardará en volver la normalidad"
Con el objetivo de ayudar a la población de estas localidades a recuperar ese aire, ese momento de desconexión y entretenimiento necesario, la 38.ª edición del festival Dansa València sale de la ciudad para programar este 6 de abril dos espectáculos en poblaciones de la zona cero: Massanassa y Catarroja. Antes, este sábado se ha programado en el Museu de Belles Arts una actuación, precisamente, de CocinandoDanza, esta compañía herida por la dana.
Henar y Miguel han perdido más del 90% del material técnico, la escenografía, el vestuario y el material didáctico que almacenaban. Una factura de cerca de 30.000 euros que tienen que ir compensando con la llegada de ayudas de las distintas administraciones a cuentagotas. Con todo, apuntan que el golpe ha sido brutal. “Las compañías de danza tenemos en general estructuras más frágiles que las teatrales y un impacto como el de la dana, que nos ha tenido meses sin trabajar, nos ha afectado mucho”. Perdieron hasta el lugar de ensayo que fue afectado por la inundación y han tenido que refugiarse en el Estudio de Danza María Carbonell, donde Miguel cursó sus estudios y ambos han impartido clase y en espacios que el Institut Valencià de Cultura ha podido cederles de forma temporal.
Tras la dana, CocinandoDanza ha tenido que renunciar a cinco espectáculos de larga duración que tenían en catálogo. En el Museu de Belles Arts, estrenarán una pieza corta Nel mio respiro, que trata precisamente de esa necesidad de conexión con la esencia de lo que nos hace estar vivos: la respiración.
Reflexión
Pide que la de Dansa València no sea una iniciativa aislada y que la administración se comprometa con la reconstrucción del tejido y espacios culturales destruidos
En este sentido, cuenta Henar, que la iniciativa de Dansa València en los municipios afectados por la dana es muy necesaria, pero pide que no se quede como una cosa aislada y que la administración atienda y ponga en valor de forma global a medio y largo plazo la reformulación y reconstrucción del tejido y espacios culturales destruidos, porque entiende que la cultura “ayuda a superar estos momentos”, es una “burbuja para respirar”.
Con todo, admiten que la situación del sector no es fácil (nunca lo ha sido), pero, ahora tras la dana, todavía se ha complicado más. Reconocen que tras el 29-O pensaron sinceramente en dejarlo. Y puntualizan que todavía no está claro que no lo hagan. “Cuando pase el verano, cuando tengamos tiempo de hacer balance y analizar del todo las consecuencias económicas, físicas y emocionales de todo lo ocurrido, decidiremos.”
Un fragmento de la obra de LaCerda.
Esa idea de la cultura reparadora, de espacio para respirar, es la que enfatiza Johann Pérez, artista de LaCerda, que actuará en Massanassa este domingo. “No va a ser un bolo normal”, explica a este periódico. “Cuando la organización nos digo la ubicación, se hizo el silencio en el grupo. Va a tener una carga emocional diferente”. El Baile de la Zurda, la pieza que interpretarán, es “un homenaje a las ganas de vivir bailando a pesar de todo: trata de trasmitir la alegría del baile y su energía positiva”, apunta este bailarín.
Johann indica que la obra quiere trasladar la idea “sanadora y reparadora” del baile dana. Un enfoque que ahora se potencia más conscientes del público que tendrán delante. “Lo digo con atrevimiento, porque la pérdida de toda esta gente es inconmensurable, pero intentaremos poner nuestro granito de arena para traer un poco de ánimo a la población”, señala esta artista afincado en Catalunya que no sabía ubicar Massanassa en el mapa hasta la tragedia de la dana.
Paula Serrano durante un ensayo de ESTRIP
También el domingo, la coreógrafa y bailarina Paula Serrano e Isabel Alvárez representarán ESTRIP en la plaza del mercado de Catarroja, otra de las localidades más sacudidas por la dana. En esta pieza, las bailarinas se sirven del desgarro para construir paisajes sonoros, una propuesta que bien puede servir como metáfora de la reconstrucción desde la ruptura y de la escucha.
Explica Serrano a La Vanguardia que “ESTRIP es una pieza que nace precisamente del desgarro, de la ruptura emocional y física como lugar de transformación”. Apunta que Catarroja, como muchos pueblos de L’Horta Sud, “han sufrido esa herida real” ese estrip, ese desgarro” por lo que la actuación adquiere tiene una gran carga simbólica. La obra gira en torno a esa idea: “A través del sonido del velcro y del movimiento, proponemos una escucha más atenta a lo invisible, a lo que se rompe y también a lo que se reconstruye”. Por eso a esta coreógrafa y bailarina le hace especial ilusión actuar en Catarroja. “Hablamos de resiliencia, de la contradicción que supone la fuerza que pueden acabar teniendo las cosas que se rompen”. “Creo profundamente que la danza tiene capacidad para abrir espacios de reflexión”, señala la artista que indica que quiere que se vea su actuación “como como un gesto de presencia y de acompañamiento en un lugar que ha aprendido a resistir”.
El mundo de la danza es muy competitivo, pero esta catástrofe ha demostrado que cuando es necesario nos arropamos y nos ayudamos"
También es especialmente emotiva la cita para Isabel Álvarez, que baila con ella en esta obra. Álvarez estuvo ayudando en Catarroja como voluntaria. De esa localidad también es Rafael Perets, de Takiri Art Company, que estuvo en contacto con las dos bailarinas y a diario les informaba de cómo el municipio arrasado intentaba recobrar cierta normalidad. El de Perets no es el único caso. Cuenta Serrano lo que le sucedió al escenógrafo Luis Crespo, que perdió el material de una obra que iba a representar en diciembre y lo tuvo que hacer de nuevo de forma rápida y con la ayuda de otros compañeros del sector. “Aparentemente, el mundo de la danza es un mundo muy competitivo, pero esta catástrofe ha demostrado que cuando es necesario nos arropamos y nos ayudamos los unos a los otros”.