Hay un meme —cómo no— con un gatito llorando. Encima lleva escrito algo como: “Tengo lo mejor de los dos mundos: culpa católica y ética protestante del trabajo”. Y ahí está uno, viéndolo a las tres de la mañana con el móvil en modo nocturno, mientras piensa, medio en broma y medio en serio, que quizá ese minino triste entiende mejor el mundo que muchos ministros. El arte de fabricar sueños, de Francesc Miró (Barlín Libros, 2025), habla, precisamente, de eso: de cómo se nos ha vendido el curro como salvación, la precariedad como aventura, y el mérito como la única fe posible. Se trata de un ensayo que podría haberse escrito en las sobremesas de un viernes cualquiera, cuando ya nadie tiene fuerzas ni para acabar la cerveza, pero aún seguimos hablando de lo mismo: lo mal que está el sistema y lo bien que se nos da fingir que funciona.
Portada del libro El arte de fabricar sueños
El libro es, en efecto, un ensayo, pero también un ejercicio de memoria personal y cultural. Se lee con ritmo, con soltura, aunque lo que deja detrás no son certezas sino preguntas incómodas. Lo hace a través de ejemplos que todos conocemos: Rocky Balboa, La red social, Whiplash, Cisne Negro, La La Land. Historias de superación que, sin proponérselo del todo, han reforzado una idea muy concreta: si te esfuerzas lo suficiente, lo conseguirás. Pero, ¿qué ocurre cuando no se consigue, aunque una se haya dejado la piel en el intento? ¿Quién carga entonces con la culpa?
Creo que esa es una de las preguntas más duras y, a la vez, más necesarias del libro. Porque la respuesta, cuando llega, no es sencilla ni reconfortante. Muchas veces, la culpa cae sobre los propios hombros, como si el fracaso fuese una falla moral, una falta de disciplina o de talento. Y eso cala hondo. Al menos en mi caso, me he sorprendido más de una vez justificando fracasos con frases como “algo habré hecho mal” o “quizá no me esforcé lo suficiente”, cuando en realidad las condiciones eran imposibles desde el principio. La trampa no está solo en el mito del esfuerzo, sino en cómo nos lo hemos tragado enterito, al punto de volverlo parte de nuestra identidad.
Miró examina también la construcción de algunos mitos contemporáneos. El de Elon Musk, por ejemplo, y ese relato fundacional en el que gana 500 dólares creando un videojuego empezando así a labrar su fortuna desde lo más bajo. Started from the bottom, now we're here (empecé desde abajo, ahora estamos aquí) como dice la canción del rapero canadiense Drake. Suena inspirador, sí, pero pierde fuerza cuando se recuerda que su padre tenía intereses en explotaciones mineras en Zambia. O el de Bill Gates y su famoso garaje: claro, un garaje dentro de una casa, probablemente con más de una planta.
Como investigadora predoctoral, confieso que uno de los momentos más lúcidos del libro es aquel en el que desmonta esa frase tan repetida de “trabaja en lo que te gusta y no trabajarás ningún día de tu vida”. Un lema con envoltorio atractivo, sin duda, pero con un fondo profundamente tramposo. En la práctica, suele implicar precariedad disfrazada de vocación. Y sí, Miró se atreve a hablar de lo que muchas veces queda fuera del discurso del éxito: el agotamiento, los ansiolíticos, el malestar sostenido que acompaña a tantas trayectorias supuestamente “brillantes”.
Las páginas dedicadas a la educación pública resultan especialmente relevantes. Frente al relato de la superación individual, el libro dirige la mirada hacia estructuras más amplias y determinantes: la desigualdad, la privatización, los colegios concertados que inflan notas, los másteres inalcanzables que prometen prácticas de ensueño. Y también, por supuesto, hacia esas escaleras sociales a las que les faltan varios escalones. Aparecen referencias académicas —Weber, por supuesto—, pero también ensayísticas y contemporáneas, como las de Remedios Zafra, además de algunas literarias, como Sally Rooney (a quien tampoco me cansaré de recomendar). Lo interesante es que Miró logra entrelazar todos esos registros sin que chirríen. Lo personal y lo teórico se dan la mano para ofrecer una lectura crítica, sí, pero también cercana, incluso cómplice. Un libro que no solo analiza el relato de la meritocracia, sino que además propone una relectura más situada, más pegada a la experiencia cotidiana que compartimos muchos.
En uno de sus pasajes, Miró recupera una escena que, en su momento, nos dejó a todos un poco descolocados: la carta de Pedro Sánchez en la que confesaba estar profundamente enamorado de su mujer y admitía que todo el revuelo político estaba siendo excesivo. No lo hace por morbo ni por oportunismo, sino para subrayar una idea que recorre todo el ensayo: que detrás de muchas decisiones, discursos y posturas hay algo tan básico —y al mismo tiempo tan poderoso— como el deseo. Ese deseo que mueve el mundo, pero también a cada uno de nosotros, aunque a menudo nos cueste admitirlo.
El arte de fabricar sueños no es solo un ensayo sobre la meritocracia, al estilo de Sandel, sino también una reflexión sobre lo que anhelamos, sobre lo que nos han dicho que deberíamos anhelar”
En definitiva, El arte de fabricar sueños no es solo un ensayo sobre la meritocracia, al estilo de Sandel, sino también una reflexión sobre lo que anhelamos, sobre lo que nos han dicho que deberíamos anhelar y sobre cómo ese deseo ha sido moldeado por la lógica del esfuerzo individual, la autoexplotación y el mito de la autosuficiencia. Miró advierte de los riesgos de este relato: uno que nos aísla, que nos hace creer que si no llegamos es porque no lo hemos intentado lo suficiente. Como si todo dependiera exclusivamente de nosotros. Por eso no sorprende que el autor ironice sobre ciertos perfiles que parecen salidos de una newsletter de productividad: tipos blancos que se levantan a las cinco de la mañana para correr 15 kilómetros antes de fichar en la oficina. Gente que, más que admiración, provoca agotamiento. Porque, si algo deja claro este ensayo, es que no somos nadie sin los demás. Y que la trampa no está en no querer esforzarse, sino en pensar que el esfuerzo individual es, por sí solo, suficiente.
Ficha del libro
El arte de fabricar sueños, de Francesc Miró, Barlin Libros 2024