El hundimiento 300 años después

En estos días de medio asueto pascuero y vicentino cae en mis manos el libro de Juan Broseta que editó Samaruc Editorial allá por 2021 titulado “El hundimiento del Banco de Valencia”. Un banco sólido y emblemático derribado por una trama de saqueadores que lo expoliaron hasta arruinarlo y venderlo a CaixaBank por un euro verbigracia del Banco de España, esa tan nuestra.

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Vista general de la sede de Caixabank, antigua sede del Banco de València 

EFE

Además de la tragedia criminal padecida en la riada de hace ahora seis meses, con 228 razones para no dejar de denunciarla y reclamar responsabilidades y reparaciones, los valencianos hemos vivido en la última década otro desastre en nuestra historia reciente como sociedad, siendo los efectos más traumáticos y visibles de este desastre el deterioro de nuestro tejido productivo y la aniquilación del sistema financiero propio.

Y más en estos días ominosos que aún resuenan los estertores del asalto a la conmemoración en las Corts Valencianes del 25 d’Abril, día de la desfeta del Pueblo Valenciano con la perdida de nuestro autogobierno, perpetrada por el gobierno antivalenciano pepevoxero. Puedo tener la sensación que las desgracias de nuestra tierra se iniciaron con la derrota de la batalla de Almansa y la proclamación del decreto de Nova Planta en 1707. En los albores del siglo XVIII se perdieron los Furs, las libertades y el autogobierno, y aún en el siglo XXI estamos arruinados y sin entidades financieras autóctonas, que nos aportaban seguridad, capacidad crediticia y autonomía. Fuimos incapaces de conservar los bancos y cajas que nos legaron nuestros antecesores… un fracaso colectivo en toda regla.

El 25 de abril de 1707 el duque de Berwich, defendiendo los derechos dinásticos de los Borbones, derrotó a las tropas del archiduque Carlos de Austria en la fatídica batalla de Almansa. La proclamación del decreto de Nueva Planta que dio fin a la guerra de Sucesión hispana, borró sin contemplaciones los fueros del Reino de Valencia y su capacidad de autogobierno… “picad los escudos del Reino que hay en las murallas, para que un día olviden que fueron valencianos y libres”.

Y después de más de tres siglos, los valencianos sufrimos hace años otra gran derrota, que se llevó por delante Bancaixa, la CAM y el Banco de Valencia, como la fatídica barrancada del nefasto 29 de octubre. Y como ese trágico día, la incapacidad y el mal hacer de nuestros gobernantes nos dejaron sin sistema financiero propio en poco más de 15 años. Con un silencio cómplice tanto fuera como dentro de la Comunitat Valenciana. Las próximas generaciones juzgarán los hechos y criticarán con razón la pasividad y la sumisión que ha mostrado la sociedad valenciana ante una hecatombe que esteriliza nuestro presente y condiciona nuestro futuro. Perdimos nuestro dinero y perdimos nuestra dignidad como valencianos.

Esa crisis financiera valenciana supuso la pérdida de los tres pesos pesados de nuestras finanzas y se llevó por delante lo que costó más de un siglo de trabajo, audacia y sacrificio. Bancaixa, la CAM y el Banco de Valencia fueron víctimas de la negligencia, la incompetencia y el mal hacer de cierta clase política… como se sabe y se está demostrando en la instrucción judicial de la riada de 2024.

Hago por pensar que la indolencia que dicen que nos caracteriza no nos impedirá coincidir en que los valencianos no nos merecemos nada de todo esto y que es momento de exigir responsabilidades, pasadas y presentes. Los políticos deberán asumirlas, del mismo modo que los ciudadanos pagamos y asumimos nuestros errores. El pueblo les elige para que administren con diligencia y honradez los intereses y las necesidades de todos, que deberían de haber defendido y protegido con mayor lealtad que los suyos propios. Pero una vez más tropezamos con la misma piedra…

Más de trescientos años después comprobamos que las consecuencias a todos los niveles de la desfeta prosiguen con un alto coste para los valencianos.”

La derrota de Almansa supuso un punto y aparte en la historia de la Comunitat Valenciana, con la que perdimos el autogobierno y la dignidad como pueblo, como corresponde a cualquier país deshonrosamente conquistado. Más de trescientos años después comprobamos que las consecuencias a todos los niveles de la desfeta prosiguen con un alto coste para los valencianos. Desconozco hasta cuándo vamos a poder seguir aguantando como pueblo desde el vagón de cola de esta España tuya, esa España vuestra.

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