El viajero Antonio Ponz

El viajero Antonio Ponz
Nel.lo Pellisser

Antonio Ponz Piquer (1725-1792) es, junto con G. Maians i Siscar, F. Pérez Bayer, A. J. Cavanilles, F. J. Balmis o el botánico S. de Rojas Clemente, entre otros, uno de nuestros viajeros ilustrados, a pesar de que apenas es conocido entre el gran público, aunque también tenga una calle con su nombre en Valencia. A esto debe de haber contribuido la confusión mantenida en el tiempo por diversos autores que han situado su lugar de nacimiento en Betxí, municipio de La Plana Baixa de Castelló, y no en Begís, en el Alto Palancia, probablemente por las similitudes de algunas denominaciones antiguas. Más conocido es entre los historiadores del arte. La conmemoración del 300 aniversario de su nacimiento este 28 de junio en una masía del antiguo término de Begís, en las tierras que limitan Castellón con Teruel y Valencia, es una buena ocasión para recordarle.

Monumento dedicado a Antonio Ponz en Begís

Monumento dedicado a Antonio Ponz en Begís

Nel.lo Pellissser

Antonio Ponz debió de ser un niño despierto, puesto que a diferencia de lo que era común en la época, tras las primeras letras ingresó en el seminario de jesuitas de Segorbe para seguir estudios de filosofía, que continuó en Gandía, así como de teología que posteriormente siguió en Valencia. Más adelante, tras interesarse por el arte, siguió estudios en Madrid durante cinco años, para ampliar después conocimientos en Roma, donde contactó con Francisco Pérez Bayer y vivió de la venta de sus obras. El impacto artístico de la arquitectura romana y una visita a las ruinas de Pompeya y Herculano transformaron su mirada sobre el mundo antiguo.

De vuelta a España una década después, Carlos III le encargó en 1759 una serie de retratos de personajes célebres españoles destinada a El Escorial. Pero el reto que cambió su vida le llegó de Campomanes tras la expulsión de los jesuitas en 1767: hacer un inventario de las obras de arte que había en los conventos, iglesias y colegios de la Compañía con el fin de incorporarlas a las colecciones reales. Aunque la iniciativa no fue suya, el proyecto del viaje por España para estudiar el patrimonio artístico español era una idea que Ponz llevaba tiempo madurado.

Portada del tomo primero de ‘Viage de España’

Portada del tomo primero de ‘Viage de España’

LVE

Fruto de aquel proyecto que inició en 1771 son los dieciocho volúmenes que conforman el ‘Viage de España en que se da noticia de las cosas más apreciables, dignas de saberse, que hay en ella’ de Antonio Ponz, publicados entre 1772 y 1794. La obra, escrita en forma de cartas, es una referencia fundamental de la ilustración española y mucho más que un inmenso catálogo del patrimonio artístico español, ya que en ella se describen paisajes con retazos de la realidad de aquel tiempo, con abundantes referencias históricas, artísticas, sociales y económicas. También muestra sus obsesiones, y sus debilidades. Ponz es un neoclásico convencido que abomina del barroco al que consideraba una aberración.

La obra es, también, una crónica de la España de Carlos III. Pero además del recorrido por España, A. Ponz también viajó por Francia, Italia, Inglaterra, Holanda, y Bélgica, lo que plasmó en los dos volúmenes de Viage fuera de España (1785).

Entre otros méritos, fue Académico de la Historia y secretario de la Academia de San Fernando. Perteneció, además, a las Academias de San Lucas y los Arcades de Roma, a la Sociedad de Anticuarios de Londres y a las Sociedades Económicas de Amigos del País de Vascongadas, Madrid y Granada. También tuvo un papel influyente en la creación de la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Todo ello, sin dejar de viajar hasta poco antes de morir en Madrid en 1792, con 67 años. Diversas figuras de la historia y el pensamiento como M. Menéndez Pelayo, M. Batllori, G. Marañón o F.J. Sánchez Cantón han elogiado en sus escritos la aportación de Antonio Ponz a la historia cultural española.

Como cualquier aniversario, y no se podrá negar que tres siglos es una cifra redonda, ahí hay una buena razón para sumergirse en la figura y la obra del ilustrado Antonio Ponz Piquer”

De la masía de La Cerrada, donde nació y de donde salió para continuar sus estudios, que había iniciado con once años, apenas quedan unas pocas piedras perdidas entre zarzales y matorrales. Situada cerca del kilómetro 130,5 de la actual vía verde de Ojos Negros, fue abandonada al inicio del siglo XX tras la construcción del ferrocarril que dificultó el acceso a las tierras de cultivo. Aún así, lo que no deja de sorprender cuando se transita por aquel paisaje extremo y austero, donde la vida hace tres siglos no sería ni mucho menos fácil, es que en aquel entorno surgiese un espíritu con un afán por saber y por conocer tan grande que acabaría convirtiéndose en uno de nuestros viajeros ilustrados más relevantes, a pesar de que su recuerdo se haya difuminado por el paso del tiempo. Como cualquier aniversario, y no se podrá negar que tres siglos es una cifra redonda, ahí hay una buena razón para sumergirse en la figura y la obra del ilustrado Antonio Ponz Piquer. Buen viaje

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...