Se cumplen 775 años de unas normas que han regulado la pesca en la Albufera de València. Fue en 1250 en tiempos de Jaume I, cuando la administración de la época y el común de pescadores decidieron regular y proteger esa actividad extractiva. Desde entonces monarcas como Pere I y Martí l’Humà reforzaron el espíritu de protección, orden y respeto por el lago.

Embarcaciones tradicionales de vela latina compitiendo en la Albufera de València
La sociedad valenciana a través de la historia ha manifestado su empeño por mantener, al menos en las cosas más básicas e importantes, el imperio del orden y la ley. Hay claros ejemplos relativos al sustento, como es el caso de la ley de aguas para regar la huerta, con el Tribunal de las Aguas; o la Tira de Contar para distribuir los productos agrícolas sin intermediarios. Ambos vigentes en la actualidad, pero vistos como curiosidades.
Hago este recordatorio para reflexionar sobre la evolución experimentada por nuestra sociedad, hacia un modelo depredador de recursos y territorio. La DANA nos ha dado una soberana lección. No podemos despreciar y exprimir a la naturaleza hasta el extremo donde hemos llegado, porque cuando a ella se le hinchan las narices, saca sus escrituras de propiedad y nos demuestra que tan sólo somos unos monos de paso. Hace apenas unos millones de años se cepilló a los dinosaurios, ¡cómo no va a poder retorcer el cuello a unos primates descerebrados, llenos de ambición y soberbia! La duda es saber si la madre naturaleza nos borra del mapa, o nos reventamos antes a bombazos. Parece que será esto último.
Volviendo a aquello que nos podría salvar la vida, como estar en alto cuando llegue la próxima DANA, que vendrá. Y esperar que los responsables de emergencias sepan cómo actuar. Me gustaría saber qué demonios ha pasado con los valores de antaño que caracterizaban al pueblo valenciano: La palabra del llaurador, el apretón de manos para cerrar un trato, el respeto a nuestros mayores, distinguir la paja del grano… En definitiva, sentido común.
Por eso, deberíamos fijarnos más en nuestro entorno y valorar aquello que nos ha permitido sobrevivir, y abandonar el camino que nos ha convertido en una civilización decadente.
La pesca desde siempre ha actuado como un garante vital para la Albufera. Permitió crear un asentamiento de población, El Palmar”
Ahora que es imposible, todos quieren salvar la Albufera. El lago está moribundo, no por los hombres y mujeres que viven en él o de él. Han sido décadas de fuerzas colosales atacando sus órganos vitales, desviando y estrujando el curso de los ríos, construyendo edificios y polígonos que vertían su inmundicia en ella.
La pesca desde siempre ha actuado como un garante vital para la Albufera. Permitió crear un asentamiento de población, El Palmar. Por eso su Comunidad de Pescadores ha sido y sigue siendo un elemento esencial en la vida cotidiana de sus habitantes. Para que se hagan una idea: de sus 770 habitantes, 420 son socios de la Comunidad de Pescadores. Es sus estatutos destaca la preservación del derecho de pesca y explotación de la Albufera. En El Palmar, la pesca es bastante más que una actividad económica. Es identidad, es cultura, es memoria viva. Es una forma de amar y entender el territorio, una manera de saber cuál es tu papel en el mundo. Es también uno de los pilares de la gastronomía valenciana, bien conocida en los cinco continentes. La anguila, la llisa (mújol) y el llobarro (lubina), han sido protagonistas de nuestras recetas, de nuestros mercados, de nuestras casas, y en algunas ocasiones hasta comidas de reyes.
La pesca es un servicio ecosistémico de vigilancia y preservación de la Albufera.
La celebración del 775 aniversario es mucho más que una efeméride: es un homenaje a quienes han hecho posible la continuidad de la pesca en el lago, pescadores y pescadoras que, con su conocimiento profundo del medio y su vínculo con el entorno, actúan como garantes del equilibrio ecológico de la Albufera. Su labor no sólo es esencial para la sostenibilidad ambiental del parque natural, sino también para la transmisión de valores, saberes y formas de vida que forman parte del patrimonio inmaterial de la Comunitat Valenciana.