El dragón azul, la babosa que busca agua caliente y ya es la nueva pesadilla de las playas

Medio Ambiente

Los expertos creen que se ha desatado un excesivo alarmismo por su presencia pero advierten que el calentamiento del Mediterráneo atraerá cada vez más especies exóticas 

Un ejemplar de dragón azul

Un ejemplar de dragón azul

Sylke Rohrlach

El Mediterráneo español vive un verano de récords. No solo por las temperaturas, sino por la llegada de un nuevo y llamativo visitante que ha desatado una ola de alertas y banderas rojas en las playas: el Glaucus atlanticus, más conocido como Dragón Azul. Su aspecto, que recuerda a una criatura de fantasía o a un Pokémon, es hipnótico. Sin embargo, su presencia ha generado una psicosis que, según los expertos, está lejos de estar justificada.

Para entender lo que realmente representa esta especie y desmontar el alarmismo, es esencial escuchar a la ciencia. Andrea Spinelli, biólogo marino de la Fundación Oceanogràfic, ofrece una perspectiva crucial para contextualizar su llegada. Lo primero que aclara Spinelli es la naturaleza básica del animal: “Se trata de un molusco que por naturaleza depreda las medusas. Es una especie bastante distribuida en el océano Atlántico y Pacífico, en aguas cálidas”. Lejos de ser una amenaza gratuita, el Dragón Azul juega un papel ecológico importante como controlador de poblaciones de otros organismos, como la temida carabela portuguesa.

Su presencia ha generado una psicosis que, según los expertos, está lejos de estar justificada

Su mecanismo de defensa –y el origen de su fama– es tan fascinante como inteligente. “Alimentándose de estos animales, lo que hace el dragón azul es acumular las células urticantes y las va almacenando en sus extremidades, lo que le permite generar una picadura para defensa o depredación”. Es decir, no produce su propio veneno; lo recicla y concentra del de sus presas, convirtiéndose en un depredador especializado.

La pregunta que se hace todo bañista es: ¿su picadura puede matar? La respuesta de Spinelli es tranquilizadora para nuestro contexto mediterráneo: “No tan grave o alarmante como puede ser en otros sitios del mundo”. Y aquí radica una clave fundamental. El biólogo explica que, aunque el Dragón Azul ha entrado en el Mediterráneo debido al calentamiento del agua –que hace que los parámetros para su vida sean más favorables–, se encuentra con un problema: “Este molusco en nuestro Mediterráneo no va a encontrar el mismo alimento que en esos océanos. Puede encontrar medusas, alguna carabela portuguesa, pero las grandes son muy raras en nuestro mar. Se alimentará de otros [organismos] que le van a dar [una capacidad] urticante”.

Esto sugiere que la concentración de su veneno en nuestras costas podría ser significativamente menor que en sus aguas originales, donde su dieta se basa en presas más potentes. Si bien su picadura es dolorosa –causando escozor intenso, enrojecimiento y, en casos sensibles, mareos o vómitos–, no se considera mortal para los humanos, excepto en casos extremos de alergia severa, algo excepcional. Las recomendaciones en caso de contacto son las mismas que para una picadura de medusa: enjuagar con agua salada (nunca dulce), aplicar paños fríos y acudir al socorrista o centro de salud más cercano.

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Agencias
Un ejemplar de dragón azul

Frente al cierre total de playas y el izado de banderas rojas, como se hizo inicialmente en Guardamar del Segura (Alicante), parece imponerse una estrategia más sensata y proporcionada. El Ayuntamiento de esta localidad ha acordado que, al detectar ejemplares, se izará la bandera de medusas. Esta señal alerta a los bañistas de la presencia de un organismo urticante en el agua sin necesidad de prohibir el baño de forma absoluta.

Como explicó la concejala de Playas, Mari Carmen Aguilera, se trata de “no volver locos a los usuarios”. Es una medida de precaución que fomenta la convivencia y la información, no el pánico. Personal de limpieza, socorristas y policía local realizan batidas matutinas para monitorizar su presencia, un protocolo eficaz que permite estar alerta sin caer en la alarma.

La historia del Dragón Azul es un capítulo más en la profunda transformación que vive el Mar Mediterráneo

La historia del Dragón Azul no es un hecho aislado; es un capítulo más en la profunda transformación que vive el Mar Mediterráneo. Spinelli, con más de una década de investigación, es testigo de este cambio: “Más de 500 especies exóticas han entrado en nuestro mar Mediterráneo: peces, moluscos, crustáceos, que van a relacionarse con la vida de otros organismos, desplazándolos”.

Algunas de estas especies son mucho más preocupantes. El biólogo menciona al “pez escorpión, ya está distribuido, [su] picadura puede ser mortal en casos muy puntuales”. Otro ejemplo claro es el del cangrejo azul, cuya invasión, dice Spinelli, “es imposible pararlo, ya está en toda la costa”.

Aparece en un charco de Canet d'en Berenguer (Valencia) un ejemplar del dragón azul (Glaucus atlanticus).

Ejemplo de Dragón Azul localizado en la playa de Canet d´En Berenguer en Valencia 

AYUNTAMIENTO CANET D'EN BERENGUER / Europa Press

El futuro es incierto. Algunas especies exóticas no logran establecerse y desaparecen al no encontrar condiciones óptimas. Otras, como el pez loro –que llegó hace 20 años–, se han convertido en especies comunes. “El dragón azul puede entrar desde el Atlántico por el Estrecho de Gibraltar con las corrientes, o desde el Mar Rojo a través del Canal de Suez”, explica el experto. El calentamiento global, que es mayor cada año, actúa como un imán para estos organismos.

El Dragón Azul es, sin duda, un animal fascinante. Su belleza es un recordatorio de la diversidad y complejidad de la vida marina. Su llegada a nuestras costas es un síntoma de un cambio global imparable. La reacción no debe ser el temor desproporcionado ni la demonización, sino la educación y la adaptación, alerta el biólogo. “Vamos a tener que acostumbrarnos a convivir”, sentencia. Ese es el mensaje clave. La psicosis no está justificada. La precaución, sí. El respeto por el medio marino implica entender que no todo lo desconocido es peligroso, y que incluso lo que pica forma parte de un ecosistema dinámico y cambiante.

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