La devastadora DANA que golpeó a la Comunitat Valenciana, provocando 229 muertos, dejó tras de sí una sensación de vulnerabilidad que todavía cuesta digerir. La gestión de aquellos días fue compleja y estuvo marcada por la tensión de lo inmediato y, también, por la presunta negligencia de quienes debían gestionar la Emergencia. La primera responsabilidad, debe quedar claro, recayó sobre la Generalitat Valenciana y sobre quien era la máxima autoridad en aquel momento: la exconsellera Salomé Pradas.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez,
Sin embargo, reducir el análisis únicamente al ámbito autonómico sería una simplificación injusta. El Gobierno de España, a través de sus diferentes organismos y, en última instancia, con la intervención directa de Pedro Sánchez, tuvo un papel relevante en el despliegue de recursos (UME, Fuerzas de Seguridad, etcétera) para la atención a decenas de miles de personas que vivieron con desesperación aquella tragedia. El propio presidente estuvo presente sobre el terreno, y su testimonio puede ser valioso para comprender cómo se gestionó una crisis de dimensiones excepcionales.
Por ello, no debería interpretarse como una presunción de culpabilidad la idea de que Sánchez comparezca en la comisión de investigación abierta en el Congreso de los Diputados. Al contrario, se trataría de una oportunidad para que ofrezca su visión y la de su gobierno frente a un relato que, desde la Generalitat Valenciana, se ha querido orientar hacia la supuesta falta de información por parte de Aemet o de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Es legítimo que se planteen dudas sobre la calidad de las alertas o sobre la coordinación interinstitucional, pero no lo es menos que el Gobierno tenga espacio para explicar su versión en sede parlamentaria y ante toda España.
Conviene recordar, además, que la comisión del Congreso es la única que no está controlada por la derecha. La presida la socialista Carmen Martínez, valenciana y exalcaldesa de Quart de Poblet. En les Corts Valencianes, la comisión la preside Vox, lo que inevitablemente condiciona el marco de discusión y, por ejemplo, la tardanza en convocar a las víctimas. Que sea la Cámara Baja la que pueda arrojar luz desde una perspectiva política diferente es, en sí mismo, un valor que no debería desaprovecharse.
Obstinarse, como hace el PSOE, en evitar la comparecencia del presidente puede terminar transmitiendo el mensaje contrario al que se pretende: que hay algo que ocultar o que no interesa explicar”
Obstinarse, como hace el PSOE, en evitar la comparecencia del presidente puede terminar transmitiendo el mensaje contrario al que se pretende: que hay algo que ocultar o que no interesa explicar. En democracia, dar la cara nunca debilita a un gobernante, lo fortalece. Escuchar a Pedro Sánchez, como escuchamos a los responsables autonómicos y a los técnicos, enriquecería el análisis y permitiría a la sociedad valenciana —y española— disponer de un relato más completo sobre cómo se gestionó aquella emergencia que ha marcado, para siempre, nuestras vidas.