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Nadie sabe nada

A escasos días del primer debate de política general postdana, que dará comienzo el 23 de septiembre, la única certeza es que, como dicen Andreu Buenafuente y Berto Romero, nadie sabe nada. Porque continúan existiendo grandes lagunas en el pasado (principalmente, dónde estuvo Carlos Mazón en las dos horas que transcurrieron desde su salida de El Ventorro hasta su llegada al centro de emergencias) y aún se sabe menos del futuro que nos espera. Ni siquiera lo intuyen los miembros del Consell, temblorosos bajo una espada de Damocles que se precipitará sobre algunos de ellos el 5 de noviembre. No se conoce el alcance de la remodelación gubernamental que anunciará en esa fecha el president ni los retoques que quizá introduzca, en paralelo, en el grupo parlamentario popular y en el partido. Todo constituye un gran enigma.

El president de la Generalitat, Carlos Mazón

Rober Solsona - Europa Press / Europa Press

La incertidumbre de cuanto rodea a Mazón es extrapolable a Pedro Sánchez. Se producen movimientos más o menos perceptibles de cara a la presentación de unos presupuestos que le permitan agotar el mandato, pero su aprobación se antoja complejísima. Cualquier escenario es factible. La hecatombe que supuso el encarcelamiento de Santos Cerdán parece superada, con el añadido de que, a tenor de la demoscopia, el PP no lo rentabilizado como debiera. La extrema derecha cabalga desbocada en las encuestas y, a ojos de Sánchez, no hay un acicate mayor que ese para llamar a los españoles a las urnas. La izquierda ha perdido el pulso y solo reacciona en base a impulsos. Si el galopar de los de Abascal no se frena, el PP sigue sin despegar y los presupuestos no fructifican por el bloqueo del independentismo catalán, no resulta quimérico un adelanto electoral como el de la primavera de 2019. Ya tuvo esos mismos ingredientes, a los que ahora se añade Palestina.

Por entonces, Ximo Puig disolvió las Corts y convocó un adelanto electoral inédito. ¿Lo haría Mazón hoy? Hay quienes fijan en ese supuesto su única opción de ser candidato. Una suerte de “operación relámpago”, de apenas 60 días, que le permita agazaparse tras la inquina contra Sánchez para alcanzar la reelección. Otras voces, en cambio, sostienen que ni bajo esas premisas sería viable su candidatura, pues distraería los focos del líder socialista para situarlos también sobre él, justo lo que no desearía Núñez Feijóo. ¿Haría coincidir Mazón las elecciones valencianas con las del Congreso sin el plácet del presidente de su partido? ¿Obtuvo ese plácet para pactar con Vox en su momento, a pocos días de las elecciones generales del 23 de julio de 2023?

¿Haría coincidir Mazón las elecciones valencianas con las del Congreso sin el plácet del presidente de su partido? ¿Obtuvo ese plácet para pactar con Vox en su momento, a pocos días de las elecciones generales del 23 de julio de 2023?”

Nadie sabe nada. La sensación de imprevisibilidad es absoluta. Lo atestigua el auge de Francisco Camps, único aspirante confeso a la presidencia del PPCV, y los cantos de sirena que de un tiempo a esta parte recibe Mónica Oltra. ¿Quién descarta que, casi dos décadas después, se enfrenten de nuevo en las urnas?