Polo afirma que se enteró del caudal del Poyo a las 18:45 “pero a esa hora se llegaba tarde”

Instrucción de la dana

Dice al fiscal que la información del caudal del Poyo entre 16:15 y 18:15 “no era relevante” y que  “los registros de los barrancos no se dan porque no hay tiempo de reacción”

“Pedí un mensaje a las 18 horas para subir a pisos altos” afirma ante la jueza y también que “no dije que Forata fuera a colapsar”. Dice que Mazón dirigió el Cecopi a partir de las 23 horas

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El presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), Miguel Polo, a su llegada a los juzgados r

Ana Escobar / EFE

Miguel Polo, presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, relató ante la jueza y el fiscal que instruyen la investigación de la dana que supo del caudal del barranco del Poyo a las 18.45 horas de aquella tarde fatídica. A esas alturas, reconoció, ya se llegaba tarde. Fue el jefe del SAIH, el sistema automático de información hidrológica, quien subió a avisar de que se había enviado un correo de caudal del Poyo. Según explicó, se trataba de un caudal importante, pero congruente con todo lo que estaba sucediendo en ese momento en la cuenca. Esa fue la primera referencia clara al Poyo en el Cecopi, el centro de coordinación de emergencias, donde Polo pidió que se mandara un mensaje a la población recomendando subir a las plantas altas. Insistió en que nunca dijo que la presa de Forata fuera a romperse, aunque reconoció que ese embalse era su gran preocupación, la única instalación que en su opinión requería vigilancia prioritaria. Lo que sí reclamó, sin éxito, fue un aviso a la población en previsión de lo que pudiera ocurrir. La falta de decisiones, las desconexiones y la parálisis que dominaban la reunión provocaron un ambiente tenso, en el que Polo terminó señalando directamente a la consellera de Emergencias, Salomé Pradas, como responsable de no tomar medidas, de desconocer los planes de actuación y de mostrarse incapaz de utilizar las competencias que la ley le otorgaba.

La comparecencia de Polo estuvo dominada por la insistencia del fiscal Cristóbal Melgarejo en esclarecer una cuestión crucial: por qué entre las 16.15 y las 18.43 horas no se envió ningún correo electrónico a Emergencias sobre la evolución del caudal en el barranco del Poyo, pese a que en ese tiempo se superaron varios umbrales de alerta. El fiscal recitó con detalle los registros: a las 16.40, a las 17.05, a las 17.15 horas, los datos del SAIH indicaban un crecimiento exponencial, con superación de niveles de 70 metros cúbicos por segundo y más. ¿Por qué no se comunicaron esas subidas? ¿Por qué se esperó hasta enviar un correo con 1.800 metros cúbicos por segundo, cuando ya era tarde para reaccionar? Polo respondió con tecnicismos, afirmando que esos correos eran redundantes, que la información estaba disponible de forma automática y que el seguimiento correspondía al Centro de Coordinación de Emergencias, dependiente de la Generalitat. Su tesis fue que la Confederación no tenía competencias de protección civil ni obligación de interpretar en tiempo real lo que ocurría en cada barranco. Su función, dijo, era emitir alertas cuando se iniciaba la escorrentía, algo que se había hecho al mediodía del 29 de octubre, y a partir de ahí el plan especial de inundaciones marcaba que la Generalitat debía revisar y actuar.

El fiscal no se conformó con esas explicaciones. Repreguntó varias veces por qué no se notificó el segundo umbral del Poyo y por qué se optó por un silencio de dos horas que se ha descrito como un apagón informativo, por parte del PP. De hecho, la jueza ha rebatido en sus autos la teoría del apagón y ha rechazado imputar al máximo responsable de la CHJ.

En su declaración, Polo se defendió acusando de matar al mensajero. «Ahora parece que esa persona tenga la culpa», llegó a exclamar, sin querer precisar quién era el responsable concreto de enviar los correos electrónicos, mencionando hasta tres personas distintas. Afirmó que el sensor del Poyo estaba en un punto bajo, al que llegaban ya los caudales de varios afluentes y donde, en realidad, cuando los datos aparecían era porque municipios como Paiporta ya estaban inundados. Añadió que el Gallego, un afluente, había arrasado un puente y que ese tipo de informaciones sobre el terreno eran más determinantes que las cifras de un sensor.

Su visión era clara: el SAIH no es un sistema predictivo, no está para anticipar catástrofes, sino para registrar la evolución y confirmar lo que sucede. Los umbrales de caudal, como el de 150 metros cúbicos por segundo en el Poyo, no implicaban riesgo inmediato porque, en sus palabras, caben perfectamente en su cauce hasta la Albufera. Lo relevante eran las alertas automáticas de lluvia y las señales de los grandes ríos, no los datos intermedios de un barranco. Por eso, mientras el fiscal insistía en la importancia de esos datos que podrían haber activado medidas preventivas, Polo replicaba que esos valores no eran determinantes y que la responsabilidad de seguimiento era de la Generalitat.

En su testimonio, Polo reconstruyó la cronología de aquella tarde. La convocatoria del Cecopi llegó a las 16:23 horas para iniciar la reunión a las 17:00. La sesión comenzó con informes sobre inundaciones en la zona de Utiel-Requena, pero él interrumpió para advertir de la situación en la presa de Forata, que era la única que le preocupaba. El jefe de explotación, dijo, había avisado de que, para esos caudales, habría que declarar algún escenario de emergencia en la presa. Explicó que en España nunca una gran presa de la Confederación había llegado a coronar, aunque ese riesgo nunca puede descartarse. Fue en ese contexto cuando solicitó que se enviara un mensaje a la población para que subiera a pisos altos, como medida preventiva. Subrayó que no hablaba de evacuación ni de ruptura de la presa, pero que ante la incertidumbre era necesario no improvisar a última hora. La respuesta de la consellera Pradas fue negar la necesidad de evacuar y hablar incluso de confinamientos, lo que sorprendió a Polo, que interpretó esa actitud como un signo de improvisación y de desconocimiento de los protocolos.

La tensión en la sala era evidente. Según relató, escuchó cómo Jorge Suárez insistía a la consellera en que la ley la amparaba para tomar decisiones, pero ella se mostraba incapaz de decidir. A las 18 horas volvió a insistir en la necesidad de lanzar un mensaje a la población. Cuando la consellera leyó un borrador de aviso y preguntó si parecía adecuado, él contestó que no le parecía bien, pero que enviaran algo, lo que fuera, porque la situación exigía comunicación inmediata. Finalmente, se plantearon dos avisos: uno general y otro específico para la Ribera Alta, la Hoya de Buñol y posteriormente la Ribera Baixa y l’Horta Sud.

El relato de Polo incluyó también referencias a llamadas de alcaldes, como la de Carlet, a quien tranquilizó explicando que el desbordamiento sería por la margen izquierda y que el polideportivo podía inundarse, pero sin mayor riesgo. Según él, esa previsión se confirmó después. También relató que hacia las 19:30 se produjeron desconexiones en el Cecopi y comenzaron a recibirse mensajes oficiales sin explicaciones claras. Le sorprendió la parsimonia con que se trataban los asuntos, y todavía más que cuando se envió el mensaje de alerta ES Alert el centro estuviera desconectado.

El fiscal insistió en leer datos concretos: entre 300 y 400 metros cúbicos por segundo en el Poyo a las 17:50. Polo reiteró que no había que comunicar esa información, porque eran registros técnicos sin utilidad directa para gestionar una emergencia. «Los miembros del SAIH no hacen valoraciones, solo ofrecen datos», defendió, insistiendo en que su función en el Cecopi fue advertir de la situación de la presa de Forata y pedir prevención. Para él, el Poyo nunca fue el foco de atención y los valores de ese barranco no eran significativos.

En distintos momentos de su declaración, el presidente de la Confederación descargó responsabilidades sobre la Generalitat. Dijo que no entendía cómo a las 10 de la mañana, con un aviso rojo activado, no se había hecho una planificación clara, y que no era lógico improvisar a las 19 horas. Señaló que los planes especiales de riesgo de inundaciones están protocolizados y que la Confederación no tiene competencias de protección civil. Cuando el fiscal le preguntó si alguien desde Emergencias les pidió una interpretación de los datos del Poyo o del Magro, respondió que no. En cambio, recordó detalles técnicos y la evolución de la presa de Forata con precisión.

Su insistencia en que nunca dijo que Forata se iba a romper fue constante. «Lo que pedí fue que se mandara un mensaje a la población porque, ante un vertido por coronación, nunca se sabe qué puede pasar con una presa», señaló. Y recalcó: «No hablé de evacuación». Lo que sí cuestionó fue que la consellera negara la evacuación cuando nadie lo había propuesto. Esa falta de coordinación y esa confusión comunicativa, según Polo, marcaron la jornada. Ya por la noche, sobre las 23:00 horas, explicó, fue Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, quien asumió el control del Cecopi, dando y retirando la palabra a los intervinientes.

La Fiscalía trató de mostrar las contradicciones entre la obligación de la Confederación de aportar datos y la defensa de Polo de que no le correspondía ese seguimiento. El presidente del organismo de cuenca sostuvo que los correos intermedios eran redundantes, que la información era automática y que Emergencias tenía acceso a la misma. Que lo determinante era el conocimiento del terreno y la planificación previa, no los números de un sensor. Afirmó que en una preemergencia hay tres seguimientos básicos —lluvia, incidentes, incremento de caudales—, y que el sensor sirve solo para confirmar el inicio de la escorrentía. A partir de los 30 litros en una hora, explicó, hay que estar atentos a los barrancos, y ese trabajo corresponde a la Generalitat.

Polo insistió en que la Confederación no tiene competencias en protección civil, que nunca habló de la ruptura de Forata y que lo único que pidió fue un mensaje preventivo a la población. Al mismo tiempo, señaló la falta de planificación, la improvisación, la parsimonia de las reuniones y la inacción de la consellera Pradas. La Fiscalía, en cambio, subrayó el apagón informativo de dos horas, la falta de correos del SAIH y la oportunidad perdida de reaccionar antes. Entre los tecnicismos de los umbrales, los protocolos automáticos y las competencias cruzadas, la declaración de Polo mostró con claridad el desorden y la falta de coordinación que agravaron las consecuencias de aquella catástrofe.

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