El mes de octubre, que comienza esta semana próxima, está considerado “de sensibilización sobre el cáncer de mama”, y nada mejor que dedicar unas líneas a la obra “A ras de suelo. De la ciencia a la poesía. Transitando por el cáncer de mama”. Un libro que nace en la frontera entre dos territorios que, a primera vista, parecen opuestos: el rigor de la ciencia y la sensibilidad del arte. Sin embargo, la obra muestra con claridad que ambos lenguajes se entrelazan en un mismo viaje: el de comprender, afrontar y, en lo posible, transformar, la experiencia de esta enfermedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2022 –el último año en que hay datos concretos- se diagnosticaron 2,3 millones de casos nuevos de cáncer de mama en todo el mundo en mujeres. Concretamente en España, se estima que 1 de cada 8 mujeres podemos desarrollar cáncer de mama a lo largo de la vida, y constituye el tumor más frecuente entre nosotras. La incidencia está aumentando y la detección precoz (autoexámenes y revisiones médicas anuales) son fundamentales para la supervivencia.
En España, se estima que 1 de cada 8 mujeres podemos desarrollar cáncer de mama a lo largo de la vida, y constituye el tumor más frecuente entre nosotras
Las doctoras Laia Bernet y Margarita García -patóloga y ginecóloga, respectivamente- con largas trayectorias en el mundo de la ciencia, simultaneadas con una sensibilidad especial hacia el activismo literario, sin olvidar la larga amistad que las une, demuestran que la conexión entre ambos campos de conocimiento, lejos de ser antagónicos, son más que complementarios.
El cáncer de mama, más allá de sus dimensiones médicas y estadísticas, es un acontecimiento vital que altera no solo el cuerpo, sino también la identidad, los vínculos y la manera de estar en el mundo. La medicina, la investigación y la tecnología constituyen pilares imprescindibles en la lucha contra la enfermedad: diagnósticos tempranos, tratamientos personalizados, fármacos innovadores o técnicas de imagen que permiten avanzar en la curación. Pero estas páginas nos hacen pensar que estos avances, siendo cruciales, no bastan para acompañar el caudal emocional y existencial que la palabra “cáncer” despierta.
Portada del libro.
Es aquí donde la poesía y la expresión artística entran en escena como herramientas de sanación. No en el sentido ingenuo de sustituir lo médico, sino como un complemento indispensable que permite dar voz al miedo, a la esperanza, a la fragilidad y a la fortaleza que conviven en el proceso, ofreciendo caminos profundos para procesar el impacto emocional, reconstruir la identidad y hallar un sentido, incluso en medio del dolor.
Hay multitud de ejemplos concretos que ilustran esta intersección entre enfermedad y creación, como el de la poeta y activista feminista Audre Lorde que, tras ser diagnosticada de cáncer de mama, escribió The Cancer Journals (Aunt Lute Books, 1981), un texto pionero que combina testimonio, reflexión política y poética íntima. Lorde transformó su experiencia en un alegato contra el silencio y en una invitación a convertir la vulnerabilidad en fuerza colectiva. Otro ejemplo es el de Susan Sontag, quien en La enfermedad y sus metáforas (Penguin Books, 1978) y más tarde en El sida y sus metáforas (Penguin Books, 1989), no desde la confesión personal, sino desde la lucidez crítica, analizó cómo el lenguaje y la cultura moldean la vivencia del cáncer. Su obra muestra que no solo se tratan enfermedades en los hospitales, sino también en los discursos sociales, que pueden estigmatizar o liberar al enfermo. Inolvidable la poeta argentina Alfonsina Storni, o uno de nuestros más admirados poetas y actual director del Instituto Cervantes, Luís García Montero, que dedicó un poemario completo a su añorada Almudena Grandes volcando en sus versos el trance del acompañamiento en el tránsito por la enfermedad y, en este caso, lamentablemente, el duelo posterior.
Inolvidable la poeta argentina Alfonsina Storni, o uno de nuestros más admirados poetas y actual director del Instituto Cervantes, Luís García Montero, que dedicó un poemario completo a su añorada Almudena Grandes
Más cerca de nuestro tiempo, la escritora mexicana Cristina Rivera Garza ha explorado en varias obras, como la antología de poesía Me llamo cuerpo que no está (Lumen, 2024), cómo la escritura puede convertirse en un espacio de resistencia y cuidado, no solo frente al dolor físico, sino también frente a las narrativas dominantes que reducen al paciente a estadísticas.
Y no es solo la literatura escrita: artistas plásticos, músicos y fotógrafos han encontrado en el arte un canal para reelaborar la experiencia oncológica y la enfermedad en todas sus manifestaciones. Imprescindible “El diario” visual de Frida Kahlo (La Vaca Independiente, 1995), que, aunque no vinculado al cáncer de mama, sí muestra cómo el dolor físico puede transformarse en imágenes de potencia simbólica.
En el documental Healing Words: Poetry and Medicine (2008) el Dr. John Graham-Pole y el terapeuta poético John Fox entran en las habitaciones del hospital y ayudan a los pacientes a escribir poemas como parte de su proceso de sanación, promoviendo vínculos más humanos entre médicos y pacientes, ayudando a transitar desde la enfermedad hacia la esperanza. La escritura expresiva (writing therapy), acuñada así por el psicólogo James Pennebaker en los años ochenta, ha sido vinculada con mejoras en parámetros inmunológicos, presión arterial y síntomas psiquiátricos, indicando, en concreto, efectos benéficos en pacientes con cáncer, especialmente en supervivientes de cáncer de mama. Estos ejemplos refuerzan el objetivo del libro: que el arte no cura en términos médicos, pero sí sana en términos humanos.
El Dr. John Graham-Pole y el terapeuta poético John Fox entran en las habitaciones del hospital y ayudan a los pacientes a escribir poemas como parte de su proceso de sanación
No podemos olvidar el diálogo fecundo entre los espacios clínicos y los creativos. Los hospitales, habitualmente asociados al sufrimiento, pueden abrirse a iniciativas de arteterapia, escritura terapéutica o música en vivo, que reducen la ansiedad y favorecen la resiliencia emocional de pacientes y familiares. Diversos estudios en psicooncología confirman que estas prácticas contribuyen a mejorar la calidad de vida y a sostener la adhesión a los tratamientos.
Así, “A ras de suelo. De la ciencia a la poesía” no es solo un compendio de ejemplos y testimonios, sino un puente. Un puente entre médicos e investigadores que buscan curar, y pacientes y familiares que necesitan encontrar sentido. Un puente entre la frialdad de una resonancia magnética y el calor de un verso o el trazo evocador. Entre la precisión de una molécula y la imprecisión, pero también la verdad, de una metáfora. En definitiva, se trata de una obra que reivindica una mirada integral de la enfermedad. Porque curar no es solo extirpar un tumor o inhibir células malignas: también es cuidar el alma, abrir espacios de expresión, y permitir que la voz de cada paciente —en forma de diario, de poema, de representación gráfica o de canción— tenga un lugar en el camino hacia la sanación.
Un libro necesario, conmovedor y lúcido, que recuerda que, frente al cáncer, la ciencia salva vidas, pero la poesía —y el arte en general— puede salvar lo que nos hace sentir vivos.
Ficha del libro: “A ras de suelo. De la ciencia a la poesía. Transitando por el cáncer de mama”.
Editoras: Margarita García Carriazo & Laia Bernet Bagué.
Editorial: El ojo de Poe, 2022