Como dejó escrito Laurence Sterne, “un inglés no viaja para ver ingleses”. Tal vez por eso Owain Thomas, estudiante de la Universidad de Sheffield, no planea visitar Benidorm durante su estancia destinada a aprender español en la Universidad de Alicante. Es el único del grupo de universitarios llegados de los cuatro puntos cardiales con los que hablamos que había visitado antes la capital de la provincia, el verano pasado. Le gustó esa combinación cercana de mar y montaña que tanto sorprende a los primerizos y, aunque no se acaba de adaptar a unos horarios que se le antojan poco razonables (“esa pausa de 2 a 5 para la siesta...”), trata de pasar su tiempo sobre todo con españoles, porque ya sabe francés y quiere añadir el dominio de la lengua de Cervantes a su bagaje, pues su plan profesional es trabajar como traductor para empresas.
En cambio, Natalia Quintero ni siquiera había oído hablar de Alicante mientras cursaba Ingeniería Física Industrial en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Nacida en Puebla, sabe que España es tan diversa como su México natal y, de momento, le ha sorprendido que muchos jóvenes locales apenas hablan inglés. “Quizá nosotros lo hablamos tanto por la proximidad con Estados Unidos”, apunta, para a continuación resaltar la gran amabilidad de los alicantinos “cuando platico con ellos para preguntar cualquier cosa por la calle”. A sus 21 años, nunca había salido de su país, y Alicante fue su primera elección, interesada en complementar su formación con la Ingeniería Informática y materias de Multimedia que la UA ofrece.
Natalia ni siquiera había oído hablar de Alicante mientras cursaba Ingeniería Física Industrial en Monterrey
Xialong Liu lo tiene más difícil que Natalia para comunicarse, pero lo hace en español con notable éxito. Alicante debe parecerle un pueblecito, teniendo en cuenta que estudia en la Universidad de Shenzhen, el Silicon Valley de Oriente, en una ciudad de casi 18 millones de habitantes. Xialong tuvo la oportunidad de cursar el semestre en Madrid, pero el clima templado, el mar y el hecho de que la capital de España “es demasiado internacional” le inclinaron hacia el Mediterráneo, cuyas tardías puestas de sol le desconcertaron al principio; este verano era aún de día a la hora en que él acostumbraba a acostarse. Le ha entusiasmado el campus: “es muy grande y muy bonito, hay muchos árboles y me encanta la zona deportiva”.
Es una impresión que comparten los demás, como Anna Kotulak y Agata Nocon, dos jóvenes polacas que proceden de la misma Universidad, la de Silesia, aunque se han conocido en España. Saben que muchos compatriotas visitan Alicante como turistas e incluso compran casa en la provincia. El secreto es, sin duda, el clima, mucho más amable que en Polonia. A ellas les encanta la playa, pues vienen de Katowice, muy alejada de la costa. No viven juntas, ambas comparten piso con chicos y chicas de diferentes países, entre los que el inglés funciona como lengua común. Aún así, confían en aprender español. El mayor choque cultural que hasta ahora han apreciado es que los alicantinos son mucho más espontáneos a la hora de dirigirse a ellas que sus compatriotas, más reservados. Aprovecharon sus primeras semanas para recorrer la provincia. Visitaron Benidorm. No les entusiasmó... sobre todo por el exceso de británicos. Pero recomiendan Altea.
Los jóvenes estudiantes que participan en el reportaje charlan en el campus de la UA.
De la Universidad de Hebrón viene Sufyan Abu Aldabaat, el primer alumno palestino de la UA, para formarse en Ciberseguridad. La solidaridad de los españoles con su pueblo influyó en su elección; tenía la posibilidad de haber ido a Alemania o Italia. Dolido por la tragedia de Gaza, como es natural, aunque los suyos viven en Cisjordania, de España apenas había oído hablar de Madrid y Barcelona. Es ‘merengue’. Y en Alicante le ha ganado la amabilidad de la gente. Conoce la playa, el castillo y el mercado, donde halló en los puestos de alimentación productos y aromas que le recordaron a su tierra. Volverá allí a terminar sus estudios de Ingeniería Mecánica. Es su primera visita a Europa, y a pesar de la barrera idiomática, su excelente inglés le ha permitido comprobar cuán sociables son los alicantinos, que le reciben siempre con los brazos abiertos.
De la Universidad de Hebrón viene Sufyan Abu Aldabaat, el primer alumno palestino de la UA, para formarse en Ciberseguridad
Intercambios de ida y vuelta
Al tiempo que la Universidad de Alicante recibe alumnos de medio mundo, más de 500 de sus estudiantes locales aprovechan los programas de movilidad internacional, como el Erasmus, para vivir la experiencia de estudiar fuera. Son mayoría los desplazados a Polonia (71), más que a un destino tan tradicional como Italia (55). Por encima de treinta son los que escogieron universidades de Alemania, Francia o Reino Unido, pero los hay dispersos por gran parte de Europa, Estados Unidos, Hispanoamérica, e incluso uno se halla en Corea del Sur y otro en China. También son numerosos los estudiantes españoles 'acogidos' en la UA. Como Alba María Sánchez, granadina que cursa en Sevilla Derecho y Relaciones Internacionales. Después de un 'Erasmus' en Polonia que le resultó “una experiencia muy buena”, decidió 'aplicar' al programa SICUE de movilidad entre universidades españolas. Entre sus planes figura trabajar en alguna institución europea, el Banco Central, por ejemplo. También Juan Carabias, segoviano que está terminando en Valladolid Comercio, Relaciones Laborales y Recursos Humanos, viene de una grata experiencia 'Erasmus' -en su caso en Oporto- y en una carrera larga -son cinco años- le apetecía un cambio de aires. No viene del extranjero, pero ya ha notado que en Alicante “la gente es muchísimo más abierta, y el clima ayuda”.
De otra gran ciudad lejana, Sydney, procede Eleanor Jade King. Entre Barcelona, Madrid y Alicante, que eran sus opciones, eligió la última, “porque me gusta mucho la playa, la ciudad no es demasiado grande ni demasiado pequeña y además es más barato”. Estudia psicología en Australia y está mejorando un español que ya habla bastante bien. Ama la cultura española y la fiesta...incluso ha pasado por la Feria de Albacete y está emocionada porque pronto va a vivir su primer festival en el puerto.
La mayor del grupo, Damiela Mannino, tiene 38 años y está en Alicante para perfeccionar un castellano que ya domina. Piensa aprender valenciano y quiere visitar València, entre otras cosas, por su mayor vida cultural, que en Roma, donde reside, es tan abundante. Valora, no obstante, que el tamaño de Alicante le ofrece “mucho tiempo libre” que en la capital de Italia pierde en ir y venir entre su casa y el trabajo. “Me gusta mucho el campus de la UA, paso mucho tiempo aquí, en el gimnasio, la biblioteca... hay muchos servicios”, concluye. Juntos, tras una hora de animada charla, en compañía de la vicerrectora de Relaciones Internacionales, Rosa María Martínez, intercambian impresiones en ese campus que los acogerá durante un curso 2025-26 que quedará en su memoria como una vivencia única -para algunos, la primera lejos de casa- de su esplendorosa juventud.
