Sergi Pitarch: “El periodismo no sustituye a la jueza, pero hay que explicar lo que pasó el 29-O”

Entrevista

El periodista valenciano, director de 'eldiario.es' en Valencia, publica '29-O. Les hores del caos. La DANA: Crònica d' una tragèdia' (Bromera), un texto exhaustivo de la jornada de la tragedia

Sergi Pitarch

Sergi Pitarch

Jesús Císcar

El 29 de octubre de 2024, a las cinco de la madrugada, el teléfono de emergencias 112 ya recibía llamadas desesperadas desde Gavarda. El agua había entrado en las casas del pueblo natal de Vicent Mompó, presidente de la Diputación de Valencia. Era el inicio de una catástrofe que marcaría la memoria reciente de la sociedad valenciana: la DANA que arrasó más de ochenta municipios y se cobró la vida de 229 personas en pocas horas. Desde entonces, se libra también otra batalla, menos visible pero igual de feroz: la de los relatos.

El periodista Sergi Pitarch ha dedicado meses a reconstruir lo que ocurrió durante aquella jornada fatídica. Su libro, 29-O. Les hores del caos. La DANA: Crònica d' una tragèdia (Bromera y en castellano en Península), no se limita a narrar los hechos. Aspira, sobre todo, a dejar constancia de una verdad que, en sus propias palabras, “no puede quedar arrumbada por el relato político interesado”. La conclusión que sostiene después de revisar testimonios, documentos, partes meteorológicos y llamadas al 112 es clara: “tenían información para tomar decisiones”.

La Generalitat tenía información para tomar decisiones”

Desde el mismo 29 de octubre, la Generalitat ha defendido que la magnitud del desastre fue imprevisible. La versión oficial habla de un “apagón informativo” que habría impedido anticipar las medidas necesarias. Pitarch no lo comparte: “Era un día en el que es difícil argumentar que pudiera haber un apagón. Ya desde las cinco de la mañana había pueblos inundados. Y si uno mira simplemente la prensa de Valencia y Castellón, en las portadas se hablaba de barrancos. La información estaba ahí”.

Su investigación detalla que la Confederación Hidrográfica del Júcar, CHJ, emitió entre nueve y doce avisos pluviométricos desde las 4:30 hasta las 6:30 de la mañana en puntos críticos como Chiva y Riba-roja, correspondientes al barranco de Poyo, el lugar donde más tarde morirían las víctimas. Aunque no se emitieron avisos de caudal, “los datos pluviométricos ya indicaban la gravedad de lo que estaba sucediendo”. “Las competencias estaban claras —recuerda Pitarch—. En la Ley de Emergencias y en el Plan de Inundaciones consta que la responsabilidad es de la Generalitat. Y una vez activada la vigilancia de barrancos, esa responsabilidad se hace aún más evidente”.

En su libro, Pitarch dedica páginas a describir el choque entre tres versiones: la judicial, la periodística y la política. La primera, en manos de la jueza Nuria Ruíz Tobarra, ha ido desmontando la tesis del apagón informativo a través de sus autos. La segunda, la de los periodistas que han seguido el caso, coincide con ella en gran parte. La tercera, la de la Generalitat, busca descargar la responsabilidad hacia las agencias estatales como Aemet y la CHJ, acusándolas de no proporcionar información adecuada.

Sergi Pitarch en la delegación de eldiario.es

Sergi Pitarch en la delegación de 'eldiario.es'. 

Jesús Císcar

“El relato político está muy bien —dice Pitarch con ironía—, y hay  gente que lo sigue. Pero la verdad es otra”. Para él, lo que se juega no es solo una depuración de responsabilidades, “sino la memoria colectiva: la forma en que dentro de unos años se recordará la catástrofe”. Su libro pretende ser un “acta periodística de lo ocurrido, un freno a la tentación de reescribir los hechos desde la conveniencia partidista”.

La estructura de 29-O. Les hores del caos tiene algo de reloj implacable. La narración avanza hora a hora, a veces minuto a minuto, siguiendo el hilo de los acontecimientos. Pitarch confiesa que fue una elección deliberada: “Cuando la editorial me propuso el libro, pensé en hacer algo sencillo, una cronología periodística por horas, porque ahí es donde murieron las personas”.

La inspiración llegó con un clásico del periodismo narrativo: 'Hiroshima', de John Hersey

La inspiración llegó con un clásico del periodismo narrativo: Hiroshima, de John Hersey. “No lo había leído y me lo recomendó el editor. Luego vi otros libros, pero el de Hersey, que además se publicó por entregas en los periódicos, era el que más se parecía a lo que queríamos hacer. Decidí ser fiel a esa manera de escribir”.

El resultado es una crónica coral que combina hechos verificados con voces humanas. No solo están las víctimas, sino también políticos, sociólogos, meteorólogos e historiadores. Una polifonía que amplía el enfoque. “No quería que fuera solo un libro de víctimas. Habla de política, de cómo funciona la Generalitat tras bambalinas, de geografía, de meteorología, de sociología. Incluso de historia, porque sorprende comprobar cómo tantas inundaciones devastadoras han ocurrido en octubre en Valencia, y aun así nos siguen pillando por sorpresa”.

No quería que fuera solo un libro de víctimas”

Una de las frases más duras del libro señala: “Con más de 80 municipios afectados con mayor o menor gravedad, el Estado (Gobierno y Generalitat) no se hizo visible hasta semanas después de las inundaciones”. Pitarch explica que no se trató únicamente de las 24 horas críticas, sino también de la desprotección posterior: “La desesperación de la ciudadanía fue enorme. Y el Estado tardó semanas en aparecer. La visita de los Reyes a Paiporta, el domingo 3 de noviembre, simbolizó esa fractura: hasta entonces no había habido presencia visible, y de repente se montó un despliegue con toda la pompa, cortando carreteras, con la visita de Pedro Sánchez y Mazón”.  Ese episodio, subraya el periodista, marcó el inicio de la ruptura institucional. A partir de ahí, las tensiones entre Generalitat y Gobierno central se agudizaron, dando paso a la batalla de relatos que aún perdura

El libro también defiende un papel para el periodismo más allá de los tribunales. “Las grandes decisiones políticas de este país se han dejado en manos de la justicia, como si lo que diga un juez fuera la única medida de lo que está bien o mal. Pero para que prospere una causa penal hacen falta pruebas muy sólidas. A nivel ético, en cambio, las responsabilidades políticas son otras”, reflexiona Pitarch.

Por eso insiste en la autonomía del periodismo: “Nuestra obligación es explicar lo que pasó, hablar con las víctimas, señalar responsabilidades políticas, aunque no sean penales. Y si parte de esa información sirve luego para la instrucción judicial, perfecto. Pero nuestra tarea no es sustituir al juez”.

De noche, la administración fue incapaz de coordinar nada. Todo quedó en manos de guardias civiles, policías y vecinos anónimos”

Entre los aspectos más delicados, Pitarch subraya lo que califica de “lagunas en la agenda del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón”. “Hay más de una hora y media sin explicar entre que salió del restaurante El Ventorro y llegó al Cecopi. Él ha dado entrevistas después del libro, pero no aportan nada nuevo. Al contrario, nos han servido para confirmar sospechas”.

La jueza ha centrado la instrucción en la retirada de los bomberos del barranco del Poyo a las 14:40, pero Pitarch cree que las sombras alcanzan también la gestión política de Mazón: “No contestó a llamadas clave de Salomé Pradas durante horas. Ella tardó dos horas en pedir la intervención de la UME, cuando Pilar Bernabé ya le había alertado de muertos en Paiporta. Eso muestra que se esperaba la autorización de Mazón, y que él posiblemente retrasó decisiones críticas”.

Otro de los grandes vacíos de la administración se produjo de madrugada. “De noche, la administración fue incapaz de coordinar nada. Todo quedó en manos de guardias civiles, policías y vecinos anónimos”, relata Pitarch. En esas horas se produjeron incluso saqueos, de los que apenas se ha hablado, junto a escenas heroicas: “Doce personas fueron rescatadas porque llamaron a la radio de À Punt y unos vecinos se lanzaron a buscarlas. Ese tipo de historias no se habían contado”.

El contraste entre lo que el periodista califica de ineficacia institucional y la solidaridad ciudadana atraviesa toda la obra. “Es un recordatorio de que, en los momentos más críticos, la primera respuesta llegó de abajo, no de arriba”.

Sergi Pitarch

El periodista Sergi Pitarch. 

Jesús Císcar

Si las horas de la tragedia revelaron la impotencia de las instituciones, los días siguientes confirmaron el fracaso del sistema de emergencias. “Hubo pueblos que pasaron días sin agua, sin comida ni medicinas. En plena democracia y con redes sociales, la respuesta fue muy deficiente. Y lo reconocen incluso responsables militares: concentraron recursos en Paiporta y Catarroja, pero había pueblos donde la gente sobrevivía con lo poco que tenía”.

En este sentido, Pitarch recuerda el discurso del escritor Santiago Posteguillo, que narró con crudeza la desesperación de los afectados: “Es un retrato tan contundente que, si yo fuera responsable público, cambiaría todo el sistema de reacción ante catástrofes solo con leerlo”.

29-O. Les hores del caos no pretende cerrar la investigación judicial ni sentenciar responsabilidades. Su propósito es otro: fijar un relato basado en hechos y testimonios para evitar que la memoria se diluya. “La intención es levantar acta de lo que pasó aquel día, más allá del procedimiento judicial. Porque dentro de unos años lo único que quedará será el relato. Y si dejamos que ese relato lo construyan solo los políticos, estaremos faltando a la verdad”, advierte Pitarch.

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