Sin vida

Pido disculpas anticipadamente a la mayoría de lectores por el disgusto que les voy a dar ¿Están listos? Pues ahí va… La horchatería Vida de Alboraia cierra para siempre. ¿Por qué? Porque pueden, y porque quien puso en marcha esta delicia de negocio, se jubila.

Ayer hochatería, hoy alquería de la familia Alonso-Bertomeu

Ayer hochatería, hoy alquería de la familia Alonso-Bertomeu

Juanjo Alonso

Detrás de la mejor horchata y de un entorno privilegiado que hemos disfrutado los valencianos y quienes nos visitan durante los últimos 13 años, está la historia de Vicenta Bertomeu Dominica, Vicen.

A los 59 años se propuso abrir una horchatería en la alquería donde vivía con su familia. Vicente Alonso, su marido, “llaurador de tota la vida”, le apoyó desde el primer conato de locura. Siempre han sido productores de chufa de gran calidad, la suficiente como para autoabastecerse y nutrir a dos horchaterías más. La materia prima la tenían controlada, al igual que el conocimiento para elaborar esta bebida tan refrescante y popular que todos conocemos, así como la tradicional repostería casera de la comarca. Lo tenían todo para triunfar, todo menos los permisos administrativos para abrir el negocio. Sepan que a Vicen la tuvo mareada un funcionario de turismo durante una buena temporada. Un mindundi que se atrevió a decirle: “¿Señora, dónde va usted a su edad a abrir una horchatería en casa?”

Ese funcionario, de esos que ponen tan nerviosa a la gente de bien, no provocó el desánimo sino el efecto contrario, la espoleó. A una mujer como ésta no hay que ponerla a prueba, porque te acaba dejando en ridículo.

Vida no ha tenido el mismo recorrido que las horchaterías clásicas de Alboraia, nacidas en los años 60 y 70 del siglo XX. Vida, en poco más de una década se ha convertido en el punto neurálgico del horchateo familiar. En mitad de la huerta, con pavos reales y ocas pululando, los dulces de Vicen… fartons artesanales, cocas caseras de mandarina, naranja o calabaza, cuando cada fruto está en su mejor momento. ¡Y cómo no! esa horchata natural de la casa. Una alquería junto al Barranc del Carraixet, construida en 1890 después de la riuà de Santa Teresa, sobre los restos de las dos barracas que pertenecían a los tatarabuelos de Vicente. Fue el abuelo Pepe, que ya atesoraba algo de patrimonio a base de ir comprando tierras a los arrendadores para los que trabajaba. Cuando la huerta era además del pulmón, el corazón de la economía valenciana. Cuenta Vicente cómo iban todos los días a la tira de contar, en el mercado de Abastos, con el carro cargado hasta los topes de hortalizas. La huerta daba para vivir. Cuando cerraron el centro de fermentación de Albal y el tabaco fue intervenido… Ese sobresueldo que sacaban con los caliqueños y algo de estraperlo se malogró. Hoy en día en l’Horta sólo se plantan chufas, cebollas y patatas, y alguna carchofera. Vicente también fue socio de una gasolinera, de la que vendió su parte, y siguió con lo suyo, la tierra.

Vida no ha tenido el mismo recorrido que las horchaterías clásicas de Alboraia, nacidas en los años 60 y 70 del siglo XX. Vida, en poco más de una década se ha convertido en el punto neurálgico del horchateo familiar”

De sus hijos, ninguno va a continuar con la horchatería porque están en sus cosas, aunque han disfrutado de la Vida, sobre todo Juanjo, rockero y técnico de sonido en RNE, o sea, compañero mío.

Vicenta Bertomeu Dominica durante una entrevista a tve

Vicenta Bertomeu Dominica durante una entrevista a tve

Paco Alonso

Sana envidia la que le tengo por sus padres y sus raíces. Creo que no se puede tener un ADN más valenciano. Volviendo a Vicen… me ha dicho que les diga, que por favor, se acuerden de ella, pero sobre todo del esfuerzo que realizó para abrir la horchatería. Está agradecida a todos esos clientes que han visitado su casa durante estos maravillosos trece años.

También me ha dejado para ustedes un regalo de despedida: la receta de la coca de horchata. Uno de los dulces más increíbles que he probado en mi vida. Apto para todos, celíacos e hiponcondriacos.

Receta: Como si fuéramos a hacer una simple coca de llanda. Dispondremos las cantidades pertinentes de huevos, levadura y aceite. Sólo debemos sustituir la harina de trigo por harina de chufa. Eso sí, muy fina y tamizada. Y en vez de leche o yogur, un vaso de horchata natural. Cuando la coca se haya cuajado y cocido tras su paso por el horno, hay que dejarla enfriar. Una vez a temperatura ambiente… NO TOCAR! Se desharía. Ha de pasar al menos 12 horas en el congelador. ¡Ojo! Porque si no se congela se les quedará en los dedos. Éste es el secreto que Vicen ha querido compartir con todos. Así, si la echan en falta, por lo menos tendrán su exitosa coca de chufa como consuelo.  

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