Ya como President en funciones Mazón, hoy será la última vez mentado por estas lides. Con un año de descrédito y desgarro ya nos es suficiente. Como se sabía con premura, antelación y alevosía el fatídico día de la devastación valenciana… que viene agua, aunque el desbordamiento político ha tardado doce iracundos meses, demasiado. El duelo por fin puede comenzar para todas las familias de las 230 víctimas así como demás afectados por la catástrofe. Un tres de noviembre de 2025 empieza todo.
El presidente de la Generalitat en funciones, Carlos Mazón
Muchas cuestiones te vienen a la cabeza, pero centremos en tiro en todo aquello que está por llegar, que el bucle en que se instalan los interesados en las medias verdades de todo aquello que fatídica y negligentemente ocurrió los idus de octubre de 2024 ya está justa y suficientemente iluminado y aclarado por la rigurosa instrucción judicial. Que como nos recuerda Ortega y Gasset, toda realidad negada siempre prepara su venganza.
Me lo dijo un tal Michael Collins, líder revolucionario irlandés obcecado en liberar a su tierra de la brutal ocupación británica allá por los principios del siglo pasado: les odio porque me han obligado a ello. Y algo de ello podríamos aplicar en este ominoso año vivido y sufrido. La Presidència de la Generalitat Valenciana se ha ido como ha gobernado, engañando. Activando un trilerismo político insostenible e inaguantable, eficazmente sostenido por la dupla PPVOX que no ha desfallecido en el envite hasta la casilla final.
Y eso es lo que más puede doler y provocar de cara a lo que viene, el manoseo del PP castellanista y del VOX colonialista a una institución base y símbolo de nuestro autogobierno patrio, la Generalitat Valenciana. Mucho dice de esta deshonrosa situación el nulo peso de la Comunitat Valenciana en el Estado y del invisible ejercicio como valencianos de nuestros políticos elevados a la Villa y Corte. Una vez más ninguneados los cinco millones de ciudadanos que pisamos esta bendita ribera mediterránea. Y las que van…
En el homenaje de Estado a las víctimas de la Gran Riada de 2024 oficiado la semana pasada asistimos a dos lutos, el colectivo de todos los familiares de las víctimas y el individual de Carlos Mazón. Y de este último con dos responsables máximos, que al juego del regate corto y la miopía política han insuflado oxígeno y anestesia a un noqueado President de la Generalitat, un melifluo Feijóo y un innombrable Abascal. Desde las sedes de Génova y Bambú dictaban la hoja de ruta y ahora se repartirán los restos del naufragio.
El hoy President en funciones se escondió en la mortal DANA y se ha borrado en la susodicha reconstrucción, dejando a la institución la cual representaba a los pies de los caballos y a su propio partido tocado y hundido. Y no sé yo si el aspirante Pérez Llorca tendrá destreza y capacidad de taponar la herida o finalmente navegar en la hemorragia. No sólo será necesario capear el temporal, sino más bien restablecer la credibilidad de la Generalitat y del partido por ahora mayoritario en estas latitudes.
El pueblo valenciano a las urnas y que decida, no los oscuros despachos a 350 kilómetros de distancia y a un millar del conocimiento y la proximidad de la realidad valenciana”
No tengo pruebas pero tampoco tengo dudas, como se dice ahora. La única lógica digna y respetable ante la sociedad valenciana después de todo lo ocurrido estos últimos 375 días es la convocatoria electoral. El pueblo valenciano a las urnas y que decida, no los oscuros despachos a 350 kilómetros de distancia y a un millar del conocimiento y la proximidad de la realidad valenciana. Incluso me atrevería a decir del interés y la estima por esta tierra y su gente.
Podemos situarnos ante un abismo de casi medio año de un Consell en funciones con el consabido bloqueo político e institucional de cualquier medida a aplicar, como llevamos ya un año. Con las dos caras de la mayoría parlamentaria actual en Corts Valencianes de espaldas y a la gresca. El teatro de operaciones ideal para la derecha extrema ventajista e insensata. El que suscribe se vería al menos aliviado e ilusionado ante un soleado domingo entre Fallas y Pascua convocado a votar. Sería lo deseable. Lo lógico.