El jefe del Ventorro afirma que “no vio preocupado a Mazón” en la comida con Vilaplana
Instrucción judicial
El propietario del restaurante señala ambos salieron del restaurante entre las 18:30 y las 19:00 horas y que fueron los últimos clientes en marcharse pues a las 18:15 ya no quedaba nadie más
Alfredo Romero, dueño de El Ventorro, a su llegada a los juzgados EFE/Ana Escobar
Alfredo Romero, propietario de El Ventorro, ha afirmado ante la jueza instructora del caso de la dana que “no vio preocupado” Carlos Mazón durante la comida en las 7 u 8 veces que entró al reservado donde comía con Maribel Vilaplana. Ambos salieron juntos del restaurante entre las 18:30 horas y las 19:00 horas. “Ambos dejaron el restaurante entre las 18.30 y las 19 horas, a pesar de que los trabajadores se van a las 18.10”. Fue él, por tanto, quien aguardó a que acabaran la comida revisando facturas. Romero ha sido el primero en declarar esta mañana ante la jueza antes de la llegada del candidato a president de la Generalitat, Juanfran Pérez Llorca, llamado como testigo de la causa.
Romero ha admitido que Mazón es cliente de su restaurante y que fue alguien de la Generalitat quien dos o tres días antes del 29 de octubre le llamó para reservar una mesa. Mazón aseguró que acudió a la comida en calidad de presidente del partido para ofrecer a esta periodista la dirección de la radiotelevisión pública À Punt. De esta manera, la Generalitat ha evitado tener que presentar la factura a la oposición, pues la comida fue abonada por el partido.
El hoy presidente de la Generalitat en funciones llegó entre las 14.15 y las 14.30 horas y, según ha confirmado Romero, sin escoltas, tal y como declaró Mazón en la comisión de investigación de la dana en el Congreso de los Diputados. La periodista, por su parte, se incorporó media hora más tarde, con lo que Romero sirvió mientras tanto a Mazón “agua y unas papas o aceitunas en la sala reservada”, según fuentes presentes en su declaración.
El testigo explica que, tras la comida, no llegó ningún servicio de escolta ni chofer, ni tampoco nadie del Gobierno. No puede precisar con exactitud la hora de salida y, respecto al pago, señala que él emite factura —no tique— y que probablemente la expidió al día siguiente. Afirma que atendió personalmente a los comensales y que no vio al señor Mazón hablar por teléfono en ningún momento, aunque entró en la sala en siete u ocho ocasiones. No recuerda haber oído conversación telefónica alguna ni haber visto un dispositivo sobre la mesa. Añade que la sala tiene un ventanal grande que da a la calle Bonaire, esquina con Tertulia.
El testigo relata que, en un momento dado, alguien de la Generalitat llamó para indicar que había que firmar unos documentos. Un hombre desconocido, que no se identificó, acudió con un sobre, se lo entregó al señor Mazón y regresó cinco minutos después para recogerlo; durante la lectura y firma, él salió de la sala porque “no le gusta estar en esas cosas”. Afirma que suele entrar más veces al inicio del servicio y que la última vez que lo hizo fue después de las cinco de la tarde. Calcula que la comida terminaría hacia las 17:00. Tras la referencia de la jueza a una llamada de la señora Pradas a las 16:29, comenta que Movistar no suele dar problemas de cobertura, mientras que Orange y Vodafone sí, aunque aclara que su mujer usa Orange y tiene buena señal, e incluso él mismo ha prestado su teléfono a clientes con dificultades de cobertura. Finalmente, señala que acompañó a los comensales hasta la puerta y la cancela, y que ellos salieron solos. Respecto a la duración total de la comida, estima que serían unas dos horas, aunque no puede asegurarlo con exactitud.
Su comparecencia se produce después de que la Audiencia Provincial de Valencia obligara a la instructora a tomar declaración a Vilaplana, que el pasado tres de noviembre se refirió en el juzgado al restaurador. Aseguró que, durante el almuerzo, que duró casi cuatro horas (15.00-18.45), el propietario de la casa de comidas subió a Mazón unos documentos para que los firmara.
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