Contrapunto verde oliva

Contrapunto verde oliva
Nel.lo Pellisser

Mientras la Comunidad Valenciana, y València en particular en tanto que sede de las instituciones de gobierno, se convierte en uno de los epicentros del seísmo que vive la política española, con los referentes imprescindibles de Madrid y Bruselas, en las comarcas de montaña del interior de Alicante, València y Castellón, también en algunas zonas del litoral, se está llevando a cabo la cosecha del olivar. También, claro, en Andalucia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Cataluña y Aragón.

Si obviamos la agricultura industrial, es decir, el cultivo en grandes fincas, con sistemas de producción y recolección altamente mecanizados y almazas propias, lo que queda es un montón de gente movilizada en la cosecha de pequeñas y medianas propiedades familiares que durante unos pocos días o semanas se dedican a recoger distintas variedades de frutos de donde saldrán aceites de oliva virgen extra de notable calidad cuyo destino será, preferentemente, el consumo propio; aunque, en muchos casos, también se venderá el excedente a las cooperativas y almazaras o a conocidos o clientes que reservan el aceite de año en año.

Un momento de la campaña de la aceituna.

Un momento de la cosecha del olivar. 

LV

La cosecha de la oliva es un acto social de primera magnitud en los pueblos del interior. Durante unas pocas semanas se movilizan familias, amigos y vecinos. Hay que moverse rápido. El tiempo puede ser muy cambiante en esta época del año y se puede disfrutar de unos días de primavera mientras se cosecha o acabar siendo sorprendidos por la lluvia, e incluso la aguanieve, de un día para otro. Aunque el peor enemigo es el viento que tira el fruto al suelo y hace de la cosecha una actividad más bien desagradable. Lo del olivar es cada campaña, una aventura, como lo es la agricultura en general y tantas otras cosas más. Por otra parte, no todo el mundo puede disponer de días libres o de vacaciones en esta época del año. Por eso, la actividad se suele concentrar los fines de semana, viviendo los pueblos de interior, aletargados en esta época del año, ambientes que recuerdan en algunos momentos los días de fiesta mayor. También son propicios estas fechas los gestos de solidaridad entre vecinos o amigos, cuando las circunstancias de la vida hacen difícil hacerse cargo de la cosecha y esta corre el riesgo de quedar abandonada para atender lo inmediato.

Tal y como anda la actualidad en estas latitudes, invitaría a políticos de todo signo, tan propensos a la hipérbole y al enredo, a recoger olivas un fin de semana

Este año, hay dos zonas de nuestra geografía donde esta actividad es especialmente significativa: la Vall de Gallinera y el Alto Palancia. En ambas, el fuego quemó en 2022 una gran masa forestal pero también una cantidad significativa de olivos, muchos de los cuales han rebrotado aunque aún tardarán en recuperar los rendimientos de antaño. Pero fue, sobre todo, el estrés provocado por las elevadas temperaturas alcanzadas por el fuego y el humo lo que afectó a la totalidad del arbolado que no fue pasto de las llamas, por lo que durante estos años las cosechas han sido malas o, en muchos casos, inexistentes. Tres años después, muchos de aquellos olivos han vuelto a producir frutos. Aunque aún es pronto, es probable que estemos ante una campaña significativa en estas zonas. La naturaleza también puede ser generosa.

Tal y como anda la actualidad en estas latitudes, invitaría a políticos de todo signo, y en particular a sus asesores, consultores y estrategas, tan propensos a la hipérbole y al enredo, a recoger olivas un fin de semana de estos, a ordeñar ramas, extender mantas y recogerlas, a cargar cajas y trajinarlas hasta las almazaras y, claro, a hacer cola guardando el turno para pesarlas. Y especialmente a escuchar de lo que habla la gente en estas jornadas en el campo, lo que les preocupa y lo que piensan. Así conocerían mejor el país real, el que se moviliza estos días en la cosecha de la oliva. El que pacientemente se ocupa de los olivos a lo largo del año y aguarda mirando al cielo la llegada de estas fechas para asistir al veredicto de la naturaleza. Nada que ver con la política inmadura, cortoplacista, y polarizada a la que nos tienen acostumbrados nuestros gobernantes en los últimos tiempos.

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