Vivir una vida en sentido profundo
Enric Bataller i Ruiz, in memoriam
(Artículo de Myriam Fernandez Herrero. Politóloga y Doctora en Derecho por la Universitat de València, viuda de Enric Bataller)
Este recordatorio quiere honrar la memoria de Enric Bataller i Ruiz, Diputado por València en el Congreso en las legislaturas XIII y XIV. Es fundamental para nosotros hacerlo para afianzar la trasmisión del valioso legado intelectual, politológico y sentimental ciudadano que nos ha dejado.
Enric Bataller en foto de archivo de la familia
En primer lugar, su contribución a la Memoria Democrática, con mayúsculas. No sólo en el sentido dado en los últimos años con motivo de la Ley, sino en un modo mucho más amplio que practicó siempre, como ejercicio diario de presentismo. Desde que nos conocimos nos reíamos cuando repentizaba efemérides verídicas y documentadas relacionadas con la Historia pasada o reciente del País, con la construcción de Europa, con personajes grandes y pequeños que aportaban profundidad a su interés por cohesionar bien fuertemente a su tribu. Cualquier cosa le servía para ubicar ante nuestros ojos, con todo lujo de irreverentes detalles, un universo de valencianos arrojados, siempre desconectados de lo público y volcados en una caótica presencia exterior económica y cultural. Historias de valerosos asentadores de frutas y verduras, o señoritos de provincias que recibían en Londres, se mezclaban con desertores del arado que hacían carrera en Hollywood y, que tornaven al poble¡. Mujeres valientes que cuidaban de reputación e hijos, en ausencia de sus maridos exiliados, y desinhibidos de lo que aquí dejaban. Patricios romanos, piratas berberiscos, griegos industriosos de la pesca, juderías infestadas, santos humanistas, brujas a pie de Catedral, todos emparentaban con lo que somos ahora. Y con lo que nos fuimos haciendo, conforme entrábamos en la Modernidad de la mano de hippies y aprendices de ejecutivos inmobiliarios alemanes que pululaban por la costa de La Marina, compadreando con los más tristes funcionarios del régimen, mientras seguíamos desconectados de lo público, volcados en otra caótica proyección exterior.
Nos sepultaba con fechas y datos, con citas épicas o de poesía memorizadas, descripciones exhaustivas de lugares maravillosamente sórdidos, o degeneradamente fabulosos, usos y costumbres de cada barrio, de cada pueblo, momentos gastronómicos fellinianos, y mucha música, para llevarnos siempre a su terreno, al territorio donde todo era posible con voluntad y determinación. Nunca se desanimaba, nunca, aunque decía que el principal obstáculo para que los valencianos aglutinaran fuerzas, y se lanzaran al futuro era “decidir qué queremos ser de mayores”. Bueno, Bataller lo tenía clarísimo, pero él iba por delante de todos nosotros.
No le quisimos escuchar en su último mensaje, porque implicaba demasiado compromiso, exigía romper con las formaciones tradicionales y actuar, pero no movidos por la indignación o por la frivolidad, sino por la determinación y la fuerza de nuestra huertana grandeur. Enric ya diagnosticó el cambio de paradigma, antes de que las fuerzas de la ultraderecha cobraran fuerza, porque iba observando la devastación de las bases de las organizaciones políticas progresistas y los mensajes políticos débiles y amanerados.
Enric ya diagnosticó el cambio de paradigma, antes de que las fuerzas de la ultraderecha cobraran fuerza, porque iba observando la devastación de las bases de las organizaciones políticas progresistas”
Arriesgó yendo a las elecciones europeas en 2024, consiguió las alianzas. En el cuerpo a cuerpo era temible. Pero lo era porque estaba convencido de que esa era la Vía Mediterrània, en la que haríamos muy bien en perseverar, sin desmayo. Recuerdo, con toda nitidez, cómo conseguimos que nos recibiera la alcaldesa de Paris Anne Hidalgo en el año 2015 con motivo del 70º aniversario de la Liberación (otro hito- efeméride en su vida). En qué condiciones visitamos a los familiares de La Nueve cuando aún aquí, nadie apenas se acordaba de ellos como luego sí sucedió. Cómo recorrimos París con nuestros dos hijos pequeños de la mano, a lo largo de los 8 km por los senderos de masias, hoy bulevares de tiendas, que la campesinas francesas enseñaron a los milicianos republicanos para llegar sanos y salvos hasta el corazón de la capital. Con él la vida era una permanente provocación a la aventura, para siempre avanzar, construir, proyectar, vivir con intensidad esa vida que nos transformó.
Enric, te echamos de menos. Tenemos tu compás, tenemos tu música, nos falta la letra.