Viberti es un periodista de los de antes. Viste gabardina, fuma, es bebedor de coñac y los confidentes son sus amigos. La calle es su laboratorio de trabajo, pese a que son los despachos el lugar reservado para los directores de periódicos como él. Pero él no es como los demás. Él no se conforma con llenar las páginas con muchas noticias y aumentar la tirada para beneficiar los bolsillos de los accionistas. Él lo que quiere averiguar es, precisamente, lo que no se ve en una noticia, aunque suponga, muchas veces, enfrentarse a los poderes públicos e incluso al Consejo de Administración de su periódico, y, otras, a no poder publicar lo averiguado.
Portada del libro Los seres queridos
“¿Algo más?” Es la coletilla con la que cierra las conversaciones con sus redactores. Ese algo más es lo que se esconde tras la narración lineal de los datos porque “la noticia en sí es caza menor y lo que inquieta es lo que se oculta tras de ella”. Desarrolla así su oficio como si fuera un detective inmerso en una investigación.
El periodista va un paso por delante de la sociedad al conocer las noticias minutos antes de transmitirlas y éste, en particular, es un director forjado en la escuela de que las noticias se persiguen y que para hacer bien el trabajo hay que ser un entrometido metementodo con gran dosis de paciencia y saber utilizar el silencio como herramienta para obtener información porque “callando se contribuye a que el otro hable”.
‘Los seres queridos’ del escritor y también periodista Jorge Alacid es una novela que ensalza el periodismo basado en la veracidad y en la información que se indaga, se comprueba y se certifica. Nada tiene que ver con el periodismo declarativo que se practica en la actualidad.
Viberti es ante todo un observador. De su tiempo, ubicado en el inicio de la transición española, y de lo que pasa en su ciudad, una capital de provincia pequeña, Logroño, donde nació Alacid.
La atmósfera que crea el autor retrata una sociedad que despierta a la democracia con miedo, en la que convive la eclosión de timoratas libertades y los recuerdos de viejos vicios que cuestan erradicar.
La atmósfera que crea el autor retrata una sociedad que despierta a la democracia con miedo, en la que convive la eclosión de timoratas libertades y los recuerdos de viejos vicios que cuestan erradicar”
El argumento es la sucesión de la muerte de hasta cuatro personas notables de la ciudad en circunstancias enigmáticas de difícil esclarecimiento. Con ese hilo va tejiendo una novela de estilo costumbrista repleta de personajes cargados de pasados que han marcado el presente. Desde soplones acodados en la barra de un bar que murmuran la información captada hasta anónimos que cuentan hasta lo que no saben a cambio de un poco de protagonismo, pasando por personas cotidianas que siempre tiene algo interesante que aportar, aunque no lo sepan. Sin olvidar a las fuentes oficiales como el comisario de policía, el gobernador civil, el notario y el diacono, compañeros de timba, porque Viberti también es jugador de cartas y cantante de boleros a altas horas de la noche.
Un perfil de persona que aglutina muchas virtudes en lo profesional pero muchos más defectos en lo personal, evocando a esa figura romántica del periodista libre, solitario, atrevido y disoluto, incapaz de llevar una vida ordenada y que nunca formará una familia.
‘Los seres queridos’ tienen continuidad en una segunda novela que Jorge Alacid acaba de publicar con el título ‘Las horas muertas’. Por tanto, tenemos Viberti para rato.
Ficha del libro
Los seres queridos de Jorge Alacid. Editorial Pepitas de calabaza (2023)